El tiempo se detiene en Lerma

I.P.
-

Tras cinco décadas largas dando servicio a la comarca del Arlanza y arreglando relojes de media España, Relojería Gento echa el cierre y deja huérfana de otro comercio a la calle Mayor de la villa ducal

Fernando Gento, en su rincón de trabajo en la tienda, con la lupa de relojero para ver hasta las más minúsculas piezas. - Foto: Miguel Ángel de la Cruz

La calle Mayor de la villa ducal pierde otro comercio. Después de cinco décadas largas, la mítica Relojería Gento, un referente en la comarca del Arlanza, echa el cerrojo; de hecho las últimas semanas aprovechó solo los miércoles, día de mercado en Lerma, para abrir unas horas en deferencia a los clientes que aún tenían piezas que habían dejado a arreglar y aún no habían pasado a recogerlas.

El cierre era inevitable, explican los hermanos Fernando y José Luis Gento mientras su madre, Maravillas Huerta, Mara como la conocen en la zona, asiente. Ella ya sobrepasa los 80 años, pero sobre todo hay dos motivos para poner fin a esta aventura comercial, el primero, que ya flojea el negocio. "Mira, a Lerma llegan todos los días por Amazon 70 u 80 paquetes, los que antes vendían los comercios de esa calle", dicen los relojeros. Pero sobre todo pesa el problema de salud de Fernando, el alma mater de la tienda y quien la ha mantenido a flote todo este tiempo, "el mejor relojero", añade su hermano, veterinario de profesión y a quien no le duelen prendas para asegurar que el reloj que no arregle su hermano, no lo arregla nadie. 

Y así ha debido ser porque hasta este pequeño pero coqueto local de la calle Mayor de la villa han llegado piezas, algunas de grandísimo valor y piezas artesanas, para arreglar desde todos los puntos de España. Y ahí, en su rincón, agachado sobre las piezas, con la lupa pegada al ojo y con mucha, mucha paciencia, ha trabajado Fernando hasta dejar el reloj que había llegado sin vida a la tienda perfecto de nuevo como si fuera recién comprado en su misma relojería, donde casi todos los vecinos del Arlanza pueden presumir de haber adquirido su primer reloj y los que vendrían sucesivamente. Y eso no lo olvida la familia Gento que asegura estar tremendamente agradecida a todos los vecinos de los pueblos de la comarca, donde han dejado grandes amistades después de tantos años tras el mostrador.

Mara, la madre, con los dos hijos, José Luis y Fernando, a la puerta de la tienda.Mara, la madre, con los dos hijos, José Luis y Fernando, a la puerta de la tienda. - Foto: Miguel Ángel de la Cruz

Y eso que la familia Gento no lo ha tenido fácil, primero fue el patriarca, Salomón, quien perdió la vista en un accidente y dos años después, con apenas 20 años, el accidente lo tuvo precisamente Fernando, el hijo pequeño, que había decidido seguir con el negocio familiar. Desde entonces está en silla de ruedas. 

Estaba haciendo el servicio militar como voluntario en Cruz Roja cuando recibieron un aviso desde Covarrubias al que salieron ‘pitando’ con tan mala suerte que en la curva de Quintanilla del Agua dieron varias vueltas de campaña. Fernando se partió la columna y los planes se trastocaron. José Luis, que se iba a ir Madrid a terminar la carrera de Veterinaria que había empezado en León, da marcha atrás y se queda, mientras su hermano pasa un año y medio en el hospital de parapléjicos de Toledo.

Finalmente, José Luis termina la carrera con gran esfuerzo y comienza a trabajar en la granja de Báscones, pero la familia ha sido siempre lo primero, así que ahí ha estado también al pie del cañón, incluso cuando ya regresa Fernando y se encarga de la relojería.

Salomón, el padre, en una foto en la relojería con apenas 20 años.Salomón, el padre, en una foto en la relojería con apenas 20 años.

Aprendido el oficio con su padre. Los dos hermanos habían aprendido con su padre el oficio y eso les permitió seguir adelante y hacer un negocio próspero y respetado. Fernando fue ampliando su formación en los mejores talleres. Ahí están sus diplomas con fecha de 1989 que lo atestiguan: las certificaciones de relojero electrónico en el Centro de Estudios Relojeros S.A. y el almacén de relojes Otero de Dueñas, en Palencia.

Por su tesón, su lucha y su constancia, Fernando ha sido un ejemplo, y su discapacidad no le ha impedido ser un gran profesional ni viajar, divertirse y vivir. "He hecho muchas locuras", dice riéndose porque lo que no le falta es sentido del humor, "y eso me está pasando factura", añade con sorna, aunque también afirma que puede dar las gracias, porque lo que le pasa ahora a él con un cuerpo al que le cuesta responder, "a otros en su situación les ha pasado mucho antes". 

Fernando y su padre, cuando ya éste se había quedado ciego tras un accidente de tráfico.
Fernando y su padre, cuando ya éste se había quedado ciego tras un accidente de tráfico.