La Feria del Libro no descarta primavera, pero maneja otoño

ALMUDENA SANZ
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El presidente del gremio asegura que dependerá de la evolución sanitaria y que trabajarán con el adelanto mínimo, un mes y medio vista, para poder organizarla

El deseo de la asociación es que los libros vuelvan al Espolón, ya sea en mayo-junio o en septiembre-octubre. - Foto: Valdivielso

Hace dos semanas, la Feria del Libro de Madrid, que tradicionalmente se celebra entre mayo y junio, anunció su traslado a septiembre, siempre que la situación sanitaria lo permita, coletilla ya imperdible en cualquier cita. ¿Qué pasa con la de Burgos? ¿Se mantendrá en sus fechas habituales, también entre mayo y junio, o seguirá los pasos hacia el otoño de la orquestada en la capital del reino? 

Partiendo de la premisa de que la situación aún es muy cambiante, la Asociación Provincial de Libreros se mantiene quieta hasta ver, siempre a expensas de la evolución sanitaria. Su presidente, Álvaro Manso, avanza que aún no descartan primavera, aunque, con los pies en el suelo, saben que será complicado y manejan un plan B, que contempla su traslado a septiembre-octubre, siempre con los dos ojos en las cifras de Sanidad. 

Lo que sí tienen claro los libreros es que no vale programar a largo plazo y deben hacerlo en cuanto vean la posibilidad, es decir, que si a un mes-mes y medio vista el panorama pinta con unas condiciones óptimas, se lanzarán a su organización. He ahí una de las ventajas del encuentro burgalés frente a, por ejemplo, el madrileño, que mueve una infraestructura y unos intereses económicos que ralentizan su acción, algo que no sucede a orillas del Arlanzón. 

Lo que no quiere el presidente es que 2021 vuelva a quedarse sin Feria del Libro en la calle -el año pasado la celebración se limitó a los establecimientos con el descuento como gran aliciente- y harán lo posible para sacarla adelante en una fecha u otra. 

«Cuando veamos una ventana de tiempo razonable, de un mes y medio, el tiempo justo para poder organizarla, lo haremos», sentencia Manso consciente de que el calendario ya está a mediados de febrero, queda poco tiempo para mayo y será difícil, tal y como está la situación sanitaria, hacerla en primavera. «Pero la situación es muy cambiante. Hay que adaptarse, modificar la estrategia y planificar con poco tiempo porque la experiencia nos dice que organizarlo con mucho no te garantiza nada», agrega resignado a estos tiempos extraños y con la esperanza de que puedan aprovechar alguno de los compromisos adquiridos y no llevados a cabo el año pasado. 
Antes de esa nueva edición de la Feria del Libro, irrumpirá otra de las citas festivas para el gremio: 23 de abril, Día del Libro. Una celebración con tintes muy distintos. Será esa jornada, siempre con el formato y las maneras que permita la pandemia. «Si se puede hacer, saldrá adelante. Se decidirá en su momento», anota y observa que en este caso la fecha sí es significativa.