Quieren volver a casa... y no solo en Navidad

H. Jiménez
-

Un grupo de burgaleses participa activamente en 'Jóvenes de Castilla y León en Madrid', colectivo de emigrados de la Comunidad que está haciendo viral su mensaje reivindicativo

El arandino Antonio Linaje, fotografiado en la salida de la localidad hacia la autovía A-1. - Foto: Alberto Rodrigo

Son un colectivo de miles de personas, una enorme bolsa de migración interior, pero hasta ahora nadie se había preocupado de juntarlos o de otorgarles una voz propia que trate de aglutinar sus inquietudes comunes. Utilizando el altavoz de las redes sociales y aprovechando la potencia de su creatividad y energía, los jóvenes de Castilla y León que viven en Madrid han empezado a clamar públicamente por sus problemas con la reciente creación de un movimiento social que agrupa sus intereses y que ha adoptado el emoticono de la espiga como su símbolo.
De momento han abierto en Twitter la cuenta @jovenes_CyL y han creado un vídeo viral en el que piden volver a casa «no solo en Navidad», que ya roza las 40.000 reproducciones en la red del pajarito y supera las 15.000 en Youtube.

A todos sus miembros les une haber nacido en la Comunidad Autónoma más grande de Europa y haber tenido que irse a la gran ciudad para buscarse un futuro. Y entre ellos, como no podía ser de otra manera, hay un puñado de burgaleses entre sus miembros más activos. Sin ir más lejos, el cortometraje está firmado por Savage Estudios, de Hontoria del Pinar.
Además Antonio Linaje, arandino de 27 años, ejerce de portavoz con una mezcla de desparpajo y sensatez. Ya no es un crío, hace tiempo que acabó de estudiar Ciencia Política y Gestión Pública en la UBU y desde 2014 sabe lo que es buscarse la vida fuera de su tierra. Explica que ‘Jóvenes de Castilla y León en Madrid’ es un grupo de gente que está estudiando y trabajando, de hombres y mujeres entre los 18 y los 35 años que surgió «de forma casual, a través de redes sociales» y que ha permitido concretar un sentimiento «del que siempre habíamos tenido la conciencia y la impresión de que había que hacer algo. A dos chicos, Juanjo y María José, se les ocurrió organizar una quedada para hablar y ver cuántos somos, y así hasta ahora».

Empezaron siendo treinta personas y ahora tienen conectadas a miles, pese a que ninguna institución a nivel autonómico o provincial se ha puesto en contacto con ellos, más allá de «algún Ayuntamiento o municipio pequeño».

Pero, ¿qué pretenden estos muchachos? «De momento concienciar a la gente del problema que hay en Castilla y León, que se conozca fuera de aquí, pero queremos cambiar las cosas», asegura Linaje, quien recuerda que 100.000 personas muy valiosas se han ido en una década de esta tierra vaciada y que, al menos ellos, se resisten a rendirse o resignarse.

«Somos los primeros en el Informe Pisa, presumimos de formación, nos esforzamos mucho individualmente, se invierte un gran capital y luego resulta que hay fuga de cerebros. Eso es una grave crisis», lamenta el portavoz. En su lucha, que apenas acaba de iniciarse, se sienten apoyados por los emigrantes «de otros territorios afectados por la despoblación como Teruel o Castilla-La Mancha», pero incomprendidos por gente como los madrileños, que no entienden el drama de las tierras que cada año ven partir a sus vecinos por falta de oportunidades.

El freno a la despoblación es uno de los grandes misterios a los que se enfrenta la política española en general y la castellano y leonesa en particular. Nadie tiene la fórmula mágica, pero Antonio Linaje sostiene que para empezar estaría bien «tener las mismas infraestructuras que el resto. Transportes, un ferrocarril que no solo sea de alta velocidad sino el convencional que vertebra, carreteras y autovías, internet que llegue a todos los lugares y servicios sociales, educación como hay ahora de calidad, pero también sanidad. Simplemente los mismos derechos que el resto de España». Casi nada.