Encuentro más allá del programa Erasmus

I.M.L.
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60 jóvenes de 12 países distintos comparten formación y convivencia en la comarca ribereña

Los talleres y actividades formativas se desarrollan con distintas dinámicas participativas. - Foto: I.M.L.

Un pequeño reflejo de lo que es la Unión Europea se está desarrollando esta semana en territorio ribereño, en concreto en las instalaciones del albergue que hay en Castrillo de la Vega. Hasta 60 jóvenes participantes en dos programas de formación no reglada se han reunido para unos profundizar en la desinformación y el uso de las redes sociales y otros adquirir conocimientos sobre lo que es un estilo de vida saludable.

Estos programas, mitad colonias estivales mitad talleres de formación, se plantean bajo la experiencia multicultural de Erasmus + "para la movilidad internacional, desarrollo personal y apertura entre distintas culturas" y están organizados por la asociación burgalesa Brisa Intercultural, con un fuerte componente de voluntariado "para que la gente desarrolle sus vocaciones o intereses", puntualiza Patricia Rubio, la presidenta de la asociación, ya en plena vorágine de la atención a los asistentes y el control para que todo salga bien.

El idioma que todos los participantes comparten es el inglés, por razones obvias, y los nacionales son minoría porque de los 60 participantes solo diez son españoles y los demás provienen de Macedonia, Letonia, Lituania, Turquía, Croacia, Alemania y Bulgaria.

Los talleres se desarrollan dentro de lo que se denomina la educación no formal y en ellos se utilizan múltiples dinámicas participativas que hacen que los asistentes vayan haciendo suyos los conocimientos o ideas. "Se realizan dinámicas a lo largo de todo el día pero cuando acaban se toman unos minutos para interiorizar y reflexionar sobre lo que se ha aprendido, completando un cuadernillo para al final poder darles el diploma de participación", explica Ana Fernández, responsable de proyectos de Brisa Intercultural.

Los momentos de intercambio de experiencias e interacción con los demás participantes de los talleres se amplían también a los descansos y las comidas, que tienen unos horarios a mitad camino entre los europeos y los españoles. Compartiendo mesa o banco al sol en el patio central del albergue también se refuerzan las amistades, que suman al programa las actividades fuera del recinto. "Las visitas culturales, por ejemplo, las realizamos juntos y eso enriquece mucho porque es una forma de conocer a gente de más países de los que conocerías en un solo intercambio", recalca Fernández.

En el ambiente se nota las ganas de aprender y conocer gente nueva, otras culturas de los participantes, que llegaron con una idea muy clara sobre la gastronomía española. "La primera cena, después de hacer unos juegos de presentación para conocer los países de procedencia de cada uno que fueron muy originales, la hicimos a base de tapas porque todos venían preguntando por ellas", reconoce Ana Fernández.