La contratación de personas extranjeras en Burgos -tanto comunitarias como procedentes de fuera de la Unión Europea- registró durante 2019 su máximo histórico desde que el Gobierno Central contabiliza esta estadística de manera individual, hecho que comenzó allá por 2007. En aquel ejercicio fueron 27.114 los documentos que dieron pie al comienzo de un trabajo en la provincia por parte de una persona sin la nacionalidad española y hasta el pasado curso, cuando se alcanzaron las 27.932, no se había superado. Así se desprende de los datos que mensualmente publica el Servicio Público Estatal de Empleo (SEPE), que marcan claramente el descenso paulatino de la contratación hasta el estallido de la crisis económica, el parón que se produjo durante la misma y la lenta recuperación desde 2014 hasta el citado año 2019, cuando se han roto todos los registros. 

Entre las posibles explicaciones a este fenómeno, que tiene visos de perpetuarse en el tiempo, está, en primer lugar, la alta tasa de precariedad que tienen muchos de los trabajos a los que acceden las personas extranjeras. Puestos como el de recolector de uva durante la campaña de vendimia, de empleadas de hogar, altas esporádicas en una línea de producción o en el sector servicios provoca que un mismo individuo pueda llegar a firmar hasta una veintena de contratos durante un mismo año. "La temporalidad entre los extranjeros es siempre mayor que entre los autóctonos", indica Cristina de la Torre, secretaria regional de Migraciones de CCOO, que explica que este fenómeno ha ido aumentado durante los últimos tiempos, especialmente desde la reforma puesta en marcha por el Ejecutivo de Mariano Rajoy en 2012. "La precarización es el leit motiv del mercado laboral actual. Sectores concretos afectados por la parcialidad como la agricultura, la restauración o el transporte aglutinan buena parte de los contratos a extranjeros", apunta De la Torre.

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