11-S: El día que cambió el mundo

RODRIGO PÉREZ BARREDO
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El mayor ataque terrorista en la historia de Estados Unidos se saldó con más de 3.000 muertos -entre ellos el burgalés de Moncalvillo Edelmiro Abad- y de 6.000 heridos. Desde entonces, nada volvió a ser lo mismo

El 11 de septiembre de 2001, cuatro aviones de pasajeros fueron capturados por terroristas islamistas. Dos fueron dirigidos contra las Torres Gemelas de Nueva York. - Foto: Agencias

A buen seguro estaría usted comiendo, o iniciando la sobremesa, observando distraídamente el informativo cuando le llamó la atención no tanto lo que estuviera diciendo el presentador de turno como las imágenes que en ese momento se veían en la pantalla. Se trataba de la inconfundible silueta de Nueva York, de sus gigantescas torres gemelas ardiendo por los cuatro costados después de que, primero uno y después otro, dos aviones hubiesen impactado contra ellas.

Ese día, a esa hora, el mundo empezó a cambiar para no volver nunca más a ser el mismo. En Nueva York no había hecho más que amanecer. Eran las 8.45 horas de la mañana cuando un Boeing 767 de American Airlines, con 92 personas a bordo y secuestrado sólo unos pocos minutos antes, embestía una de las torres a la altura del piso 80. Pocos minutos después, otro avión hacía exactamente lo mismo en la otra torre.

De la impresión y la perplejidad se pasó en segundos al pánico y al caos. De las torres salían lenguas de fuego. Miles de personas se hallaban en su interior y otras miles estaban en la calle. Pronto las inmediaciones se convirtieron en territorio acotado: el temor de que los edificios se vinieran abajo hizo que el protocolo de actuación y desalojo se precipitara.

No se vivieron escenas dantescas: fue el puro terror el que marcó aquellas horas. Hay un sinfín de imágenes que para siempre quedarán grabadas en la retina de la humanidad: gentes llenas de polvo huyendo aterrorizadas o personas lanzándose al vacío para huir de las llamas que iban a abrasarlos. Otras no se vieron, pero pueden imaginarse.

El ataque terrorista conmocionó al mundo. Pero no sólo Nueva York padeció el zarpado de Al-Qaeda. Un tercer avión impactó contra el Pentágono y un cuarto hizo lo propio en Washington, cuando por causas desconocidas (aunque se cree que posiblemente el pasaje se amotinó contra los secuestradores), se desplomó sobre Pennsylvania.

Antes de tres horas ambas torres se habían derrumbado, tocadas en sus cimientos y convertidas en un horno. Para entonces, y por fortuna, pudieron ser evacuadas varias miles de personas, en torno a 16.000, salvaron la vida gracias a la rápida actuación de policía, bomberos y fuerzas de protección civil.

El saldo del mayor ataque terrorista sufrido por EEUU en toda su historia se saldó con 3.017 muertos y más de 6.000 heridos. A ello hay que añadir las terribles secuelas que muchos de los afectados todavía hoy sufren y puede que no superen nunca.

George W. Bush declaró entonces la guerra total contra el terrorismo e invadió Afganistán e Irak. Estados Unidos incrementó notablemente s us medidas de seguridad: desde entonces,viajar a este país en avión resulta casi una odisea. Nada volvió a ser lo mismo.

Cada año, se celebran homenajes en el World Trade Center Memorial. Donde antes se erigían con orgullo las torres gemelas se proyectan ahora dos haces de luz. El perfil de Nueva York perdió sus más altos referentes. Sin embargo, sigue siendo una ciudad maravillosa, orgullosa e independiente. En palabras del magnífico periodista Enr ic González, la capital del mundo vive en perpetua adolescencia. «En Nueva York, que no sabe de nuestra memoria sentimental ni de nuestro calendario, siempre es hoy y todos los momentos valen... El presente neoyorquino es tan poderoso que absorbe pasado y futuro». Amén.

Edelmiro Abad. Había un burgalés en las Torres Gemelas. Se llamaba Edelmiro Abad y había nacido en Moncalvillo. Tenía 55 años y llevaba 20 trabajando para la Fiduciary Trust Company International y tenía su oficina en la planta 97 de la torre sur cuando el segundo avión impactó contra ésta. Un superviviente relató haberlo visto intentando huir de las llamas escaleras abajo, pero no pudo salvar la vida.