"Pensé que nadie tendría que irse obligado jamás de Burgos"

Á.M.
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El exalcalde de Burgos mira hacia atrás y hacia el futuro en una amplia entrevista que, vaticina, "será la última que me hagáis"

Peña, esta semana en el paseo de la Audiencia - Foto: Valdivielso

Arrastra un severo dolor de espalda que dos operaciones no han logrado corregir, pero su mente funciona a pleno rendimiento. Peña (La Nuez de Abajo, Burgos, 1937) es una de esas personas que no puede sorprender a nadie: lleva toda la vida siendo igual. Vida que, insiste, ha dedicado a Burgos. Primero como gerente del Polo de Desarrollo, después como regidor y, en última instancia, como concejal. Es todavía el alcalde más votado de la historia, cargo que ocupó desde 1979 hasta su renuncia en 1992 tras lo que él define como «un martirio» que sigue considerando una persecución política sin más ánimo que el de derrocarle. Fue inhabilitado, volvió en 2003 y se mantuvo en el salón de plenos hasta 2011. Casi ocho años después y a las puertas de otra convocatoria electoral, le pedimos audiencia. «Creo que esta será la última entrevista que me hagáis», advierte.

 

En menos de 20 metros le han saludado tres personas, y cada una de una generación diferente...

Sí, gracias a Dios eso sí me pasa. Es algo que me llena de satisfacción porque esa es la herencia que he recibido. Lo más bonito del mundo es el cariño de la gente.

¿Cree que la gente le ha apreciado más con el paso del tiempo?

Saliendo como salí del Ayuntamiento, pues sí, lo esperaba. Lo esperaba porque sé lo que hice en Burgos, cómo lo hice y cuánto he querido a la ciudad y a sus gentes.

¿Echa de menos el Ayuntamiento?

Lo echaré de menos hasta el día en que me muera. Ha sido mi auténtica casa. Es mi ayuntamiento. Desde el punto de vista sentimental es mi ayuntamiento, lo material me trae sin cuidado. Y mi ciudad, esto es evidente.

¿Y qué ve cuando mira a su ciudad?

Veo lo mismo que he visto desde pequeño, solo que mucho más grande y muy mejorado. Sigo diciendo que no encuentro la alegría que había hace unos cuantos años en Burgos. A lo mejor es algo mío, pero hablo con mucha gente y me dicen lo mismo.

¿A qué se refiere con ‘alegría’? Al dinamismo, a la sensación de las personas...

Es la suma de todo. Ves como muchos se han ido marchando y yo pensé que nadie se iba a ir jamás de Burgos salvo, claro, que le diera la gana, pero nunca por obligación. Cuando te enteras de que se siguen yendo, eso me consume...

¿Y eso tiene remedio o es algo que nos viene impuesto por el contexto?

A ver, el campo no tiene remedio, pero la ciudad sí. El mundo rural no tiene remedio porque lo que antes hacían en un pueblo como el mío entre 40 ó 50, ahora lo hace uno. Eso no tiene marcha atrás. La despoblación rural es algo que debería tratarse desde el Gobierno a nivel europeo, pero ya digo que lo veo dificilísimo. Para la ciudad es distinto. Aquí se pueden seguir creando muchos puestos de trabajo. La industria se mecaniza y se moderniza, pero se pueden crear más empresas. La Universidad tiene que desarrollarse más y otros sectores deben crecer a la sombra de la industria, que es el tren que tira de todo.

Ha llovido medio siglo desde el Polo de Desarrollo que cambió esta ciudad para siempre...

No, para siempre no.

Bueno, la ciudad tenía 80.000 habitantes en 1960...

Pero es que yo creía que eso iba a continuar y no iba a parar nunca, pero se ha parado.

¿Porque no hemos defendido nuestra posición o por la globalización de los mercados?

No sólo no hemos sabido defender nuestra posición, también se nos ha deslocalizado. Me he cansado de repetirlo, pero sin cambiar la posición de la ciudad nos han dejado de lado. El caso del ferrocarril directo es clarísimo, no tener una conexión por autovía con Logroño y Zaragoza, ni con Santander... Menos mal que con el País Vasco sí estamos bien conectados. La política de infraestructuras nos ha hecho muchísimo daño. Por ejemplo, hemos gastado una millonada en un aeropuerto que no está sirviendo de nada ni se hace nada útil para desarrollarlo.

¿La llegada del AVE cambiará algo las cosas?

Poco, será una mejora y poco más. No es un AVE como Dios manda porque no va a ir a Madrid por Aranda. Ese sí que era el bueno y no haría falta ningún tipo de aeropuerto.

Se ha vivido un periodo de crecimiento industrial en Villalonquéjar, pero únicamente con empresas que ya estaban en Burgos...

Ojalá vengan muchas de fuera, pero si las propias se desarrollan más, tampoco me parece nada malo. De una industria pueden salir cuatro o cinco más, y eso significa que el tronco era bueno y las ramas también lo son. Sería deseable que vinieran más empresas de fuera, pero se perdieron unos años, en 2002, 2004 ó 2006 en los que no teníamos un metro de terreno que vender, y eso fue una verdadera pena. Eso no puede volver a suceder, que haya demanda de terreno y no lo tengamos.

También ocurre que hoy no es fácil atraer inversión extranjera, mientras que hace medio siglo España resultaba mucho más atractiva para las multinacionales.

¿Por qué? La inversión extranjera nunca ha sido fácil, pero Alemania, Inglaterra o Francia siguen desarrollando industria y nosotros no. ¿Los costes salariales allí son más bajos?

Entonces, ¿dónde está el problema?

En que no se hace todo lo debido para atraer industria a España y a Burgos. No estamos dando todas las facilidades que deberíamos dar. Aquí siempre hemos tenido una mano de obra muy buena pero se ha agotado. Por ejemplo: los centros de formación profesional son básicos para el desarrollo industrial y, desgraciadamente, no se ha creado nada nuevo. La Universidad debe tener un juego fundamental en el desarrollo de Burgos, y sobre todo en su conexión con la industria. Tampoco hay que ser catastrofistas: Burgos no está a punto de morir ni mucho menos. Tenemos una industria francamente extraordinaria, algo que nadie puede negar, y tiene un buen futuro.

Lo que sí se perdió para siempre fue el sistema de cajas locales.

Quizás había que ponerlas en su sitio porque se desmadraron y se dedicaron a hacer cosas que nunca debieron hacer, entre otras cosas porque no estaban preparadas para ello, pero de ahí a que desaparecieran, eso fue un crimen. Debieron mantenerse, no sé si cada una por su lado o fusionadas, pero podrían hacer una labor maravillosa. No para meterse en grandes berenjenales, claro, pero sí para apoyar al pequeño comercio y a la pequeña industria. Para eso era fundamental. Fue una canallada que desaparecieran y, además, sin nada a cambio.

Como lee usted los periódicos, seguro que está al día sobre las declaraciones del alcalde de Valladolid instando a que los recursos de la región se vuelquen sobre su ciudad...

¿Cómo no voy a estar sobre eso? Eso no se le ocurre a nadie. Una cosa es que él, como alcalde de Valladolid, pretenda todo para su ciudad como lo he pretendido yo para la mía cuando he sido alcalde, y otra es decir poco menos que ‘el resto que se muera’. Parece mentira que todo un alcalde de Valladolid pueda decir semejante mamarrachada, pero es que estas son las cosas que nos han traído las autonomías: una cabeza muy grande y pobreza para el resto.

Veo que no cambia su discurso sobre las autonomías.

Ni lo cambiaré hasta que me muera, y el tiempo me está dando la razón. Ahora ya empiezan a quejarse. ¿Tiene algún sentido que la Sanidad no sea única?

¿Prestar un servicio de proximidad desde el conocimiento del territorio?

¿Pero a mí que más me da que las decisiones se tomen en Madrid que en Valladolid? ¿Es que el hospital sería peor?

Ya que lo cita, la idea del Insalud era reformar el Yagüe.

Esas locuras se piensan siempre, se decidan en Madrid, en Valladolid o en Sebastopol. ¿La enseñanza no tiene que ser única? ¿La Justicia? ¿Pero cómo que la Justicia no tiene que ser única? O la Policía... ¿Pero cómo es posible que el Gobierno español no pueda tomar decisiones en Barcelona con lo que estamos viendo?

¿Usted cree que a Burgos le iría mejor si no existiera la España de las autonomías?

Sin lugar a dudas. ¿Cuándo empezó Burgos a decaer? Cuando empezaron a moverse las autonomías.

Mire que eso coincide con los años de su llegada a la Alcaldía, ¿eh?

Es que yo ya lo decía siendo alcalde. Yo hice todo lo que pude hacer en pro de Burgos, pero había muchas cosas que nos era imposible por culpa de Valladolid, claro que sí. Y eso que yo pillé los años primeros, entre el 79 y el 83, en los que todavía no existía la comunidad autónoma. Son los años en los que se hicieron las cosas gordas en Burgos. Sé lo que digo y me ratifico: Burgos perdió muchísimo con el tema autonómico.

Usted se las vio o se las entendió con políticos que ayudaron a construir este país. ¿Cree que la clase política ha perdido fondo y forma?

No vengo a hablar mal de nadie, no me gustaría, pero sí, la categoría política ha bajado muchísimo, eso es indiscutible. Pero eso no lo dice José María Peña, creo que es una opinión generalizada a todos los niveles.

¿Y de eso tienen la culpa los partidos o la tenemos los ciudadanos?

Tenemos más culpa de la que creemos los ciudadanos, que somos los que votamos y perdonamos, pero nos es más cómodo echar la culpa a los demás. Eso sí, los partidos no han hecho ningún bien a España. Piensan en ellos mismos y así no se va a ningún lado.

¿Qué le sugiere la actual Corporación municipal?

Es la Corporación que quiso el ciudadano burgalés hace casi cuatro años. No estoy para poner verde a nadie, para empezar a decir que son malísimos ni nada. Digo que la clase política ha bajado y mucho, tanto en el salón de plenos como en el Congreso.

¿Qué opina de VOX?

Opino que es un partido que me merece todos los respetos en tanto en cuanto se somete a las urnas y que yo sepa no ha organizado ningún lío. No sé por qué esa inquina hacia VOX. ¿Que es de derechas? Claro que sí. ¿Que es más de derechas que el PP? Pues claro que sí, pero de ahí a ser un partido despreciable... ¿Es peor VOX a la derecha que Podemos u otros a la izquierda? Yo creo que no, creo que VOX es mucho más respetuosos con España y con la Constitución que esos ‘partiditos’ que andan por ahí escondidos.

Usted sigue siendo de derechas, claro.

Sí, y sin ningún complejo. Creo que he sido un hombre de derechas bastante equilibrado, no de extremos. Pero sí, creo en Dios, en la familia, en unos valores conservadores. Lo soy, afortunadamente.

¿Cree que esa ideología arraigará entre los españoles más jóvenes?

Sí, pero hay que dar ejemplo. Cuando un chaval ve que sus padres son como son, siguen a sus padres. Si ven que dicen una cosa y hacen la contraria, ay amigo. Los chavales son muy listos, no se les engaña fácilmente. El ejemplo es fundamental. Es la sociedad la que tiene que mejorar. Esto no es una sociedad, está despendolada. Esto es una suciedad. Si los chavales encienden la televisión o la radio y lo que ven y oyen es lo que vemos y oímos los demás todos los días, pues así no podemos ir a ningún sitio.

Hace casi ocho años que dejó de ser concejal. ¿Qué le gusta de lo que se ha hecho desde entonces?

Se han hecho cosas que ya habíamos previsto nosotros. La mejora del paseo de la Audiencia o los alrededores de la Catedral, eso me gusta. Algunos temas deportivos, como lo de San Amaro, se han hecho bien.

¿Suele ir a ver al San Pablo?

Desgraciadamente no, pero no por falta de ganas. Además de haber sido jugador, es que me siento tan orgulloso de esa afición que va todos los días allí, de que se diga que es la mejor afición de España (se emociona, literalmente)... Ya se lo dije al presidente el último día que estuve, que fui invitado por el alcalde y fui con mucho gusto. Le dije que se tiene que sentir orgulloso porque lo que ha hecho es muy difícil de hacer.

A esa afición se le da un lugar en una plaza de toros reconvertida, una obra discutida en su momento.

Para mí seguirá siendo discutida siempre porque así no es ni pabellón ni plaza de toros. Me gustaría ver los toros como los he visto toda mi vida, con sol y moscas o con lluvia y frío. Así se han conseguido dos cosas y si no sería difícil. Lo uno por lo otro, pero los aficionados a los toros hemos perdido bastante, pero se ha ganado un polideportivo aunque debería ser más recogido para verlo mejor. Pero me conformo, vemos a la mejor afición de España con un presidente que me tiene enamorado.

Viene otra campaña electoral. ¿Alguna vez le han llamado de algún partido para pedirle consejo?

No. ¿Quién me va a llamar a mí? Puede llamarme el PP, pero nadie más me llamaría (ríe).

¿A quién va a votar?

Eso no se puede decir nunca. Eso es ocultísimo.

¿Qué le gustaría ver en los programas electorales?

Mira, después de tanto años viéndolos, programas electorales me infunden tan poca confianza... A mí lo que me importa es que haya gente preparada y digna en las listas. Ese es el mejor programa electoral. Un programa electoral maravilloso lo puede hacer cualquiera pero después, a la hora de cumplirlo, ¿qué? Me gustará todo lo que sirva para que nuestra ciudad crezca y se desarrolle, pero si no tenemos unas listas de gente preparada y capaz, dejemos los programas, que sirven de poco.

Personas que tienen que aprender a mover una maquinaria de 1.500 trabajadores con los que a veces hay cierta tensión.

Yo no me lo puedo explicar. En mi época te confirmo que los funcionarios de entonces, de los de ahora no hablo porque no lo conozco, eran lo mejor de lo mejor. Podías pedir 200 cosas a la vez y no se enfadaban. Esa falta de colaboración que dicen que ahora existe no la entiendo. Los políticos tendrán que hacer algo para ganarse a esos funcionarios, porque el funcionario sabe que el político dura cuatro años.

Siendo concejal repitió mucho que el Ayuntamiento de Burgos estaba en quiebra. Parece que esa situación se ha revertido.

Y lo estaba. Se ha revertido relativamente. Todavía tenemos unas deudas impresionantes. Se ha mejorado porque se ha reducido la plantilla, porque ya no se hacen tantas locuras sin sentido como se hacían, se han empezado a vender terrenos en Villalonquéjar... Es bastante menos mala, pero es mala.

Se vende suelo en Villalonquéjar y en el desvío, esa obra que dice usted que se hizo para no darle la razón.

Y lo mantengo. Siento meterme con (Juan Carlos) Aparicio, pero leía la entrevista que Diario de Burgos le hizo el otro día y decía que le daba pena que no se hiciera el soterramiento, pero en sus manos estuvo. Yo dije que prefería perder los 1.000 millones de pesetas que ya se habían invertido en ese momento y volver al soterramiento. Habríamos ahorrado miles de millones (de pesetas) y muchos problemas.

Ninguna de las capitales que previó soterrar el tren lo ha conseguido.

Han empezado mucho más tarde de lo que empezamos nosotros. Los que tienen que lanzarse no se lanzan del todo y los que tienen que colaborar no sólo no lo hacen sino todo lo contrario. Nadie puede dudar que hacer el soterramiento es infinitamente mejor que desviar. Iba a ser mucho más barato y más rápido. Ahora no tenemos ferrocarril. Al que va a ir de aquí a Valladolid le cuesta más el taxi que el billete de tren. Ahora lo reconocen hasta los más acérrimos, que no sé si lo eran por convencimiento o por hacer lo contrario de lo que decía Peña.

En 2005 le pregunté por qué había vuelto a la política y me contestó que para «demostrar que me echaron de forma indigna». ¿Ha cicatrizado ya las heridas?

Cicatrizar en el sentido de que mucha gente en Burgos aún se acordaba de mí, me sigue queriendo y lo percibo, sí. Mi marcha del Ayuntamiento fue lo más indigno que se puede hacer, y es incomprensible que en una nación que se dice democrática se pudiera hacer a un alcalde lo que le hicieron a José María Peña con la colaboración de los políticos y de la Justicia. Me echaron con una sentencia que dice que no hubo ni dinero, ni promesas, ni ningún tipo de remuneración. Entonces, ¿qué había hecho? ¿Maté a alguien? Había que condenar a Peña porque ganaba siempre las elecciones. Si hubiéramos seguido habríamos dado ejemplo en España de cómo una ciudad puede crecer y desarrollarse con unos impuestos bajos. Lo que se no se debe hacer es lo que el ciudadano no pide y la ciudad no necesita, cosas que cuestan dinero que se saca de los impuestos.

Al margen de su salida del Ayuntamiento y del juicio que la propició...

Eso no fue un juicio, fue un martirio.

¿Qué le queda cuando mira atrás?

Yo de mi vida no hago balance, que lo hagan los demás. Puedo decir que me encuentro orgullosísimo de mi vida, del trabajo que hice y de mi comportamiento. Para mí la mayor satisfacción ha sido el haber dedicado casi toda mi vida a Burgos, y eso no me lo puede pagar nadie. He sido muy feliz, y a pesar de todos los pesares sigo siendo feliz.