Gagauzia, más allá de un lugar en el mapa

ALMUDENA SANZ
-

El fotógrafo burgalés Diego Herrera acerca la realidad de esta región de Moldavia con una colección de corte antropológico

Diego Herrera, entre una fotografía sobre la recogida de manzanas y otra de unos campesinos en plena vendimia para hacer su propio vino. - Foto: Valdivielso

Gagauzia. Probablemente, contadas sean las personas que sepan que esta palabra nombra una región del sur de Moldavia, habitada principalmente por la minoría étnica gagauz, que convive con búlgaros, moldavos, ucranianos y rusos, en una sociedad dedicada a la agricultura y la ganadería, con una población mayor debido al imparable éxodo juvenil en busca de un futuro mejor. Un lugar en el mapa que será mucho más tras pasar por la sala de exposiciones de la Casa de Cultura de Gamonal, donde el fotógrafo burgalés Diego Herrera acerca su realidad a través de Gagauzia, minoría étnica en la estepa moldava, abierta hasta el 28 de noviembre (de lunes a sábado de 11 a 13 y de 17 a 20 horas), con visitas guiadas hoy a las 18.15 h. y el sábado a las 18 h., con entrada libre. 

La colección de fotografías traza un friso general de esta comunidad: su historia, su religión, su economía, sus recursos sociales, su cultura, sus fiestas. Lo construye a partir de las historias personales de sus gentes, con las que convivió y a las que se ganó poco a poco para crear la atmósfera de confianza que busca para su trabajo, que advierte de corte antropológico. 

Visita una de las últimas granjas colectivas soviéticas, en la que trabajan Nikolai, el mayor de siete hermanos, un joven que suspira por irse a Alemania, u otro señor que supera los setenta, pero debe seguir doblando la cerviz para subsistir; madruga para acompañar a una familia a vendimiar para hacer su propio vino y a otra para sacar a los animales a pastar; se sienta con un maestro y su alumno frente a un tablero de ajedrez; baja las escaleras con los joviales bailarines de un grupo de folclore; se acerca a la realidad de las personas con diversidad funcional, totalmente invisibilizadas en la sociedad, sobre todo a partir de su mayoría de edad, un universo que descubrió con la educadora social Lara Sánchez, que compartió el viaje con él; o acude al oficio religioso con Anna Zhekova, la primera periodista que escribió en lengua gagauz, que desde hace 11 años, cuando murió su marido, y con 81 cumplidos acoge a voluntarios europeos. 

Un proyecto de este tipo precisamente llevó a Herrera y Sánchez hasta Moldavia en 2020 -ahora vienen de Armenia- y los permitió descubrir la desconocida Gagauzia. 

«Quiero mostrar cómo la región desde la caída de la Unión Soviética ha avanzado muy lentamente, se han quedado estancados, en palabras de ellos, vivían mejor en aquella época que ahora», subraya el fotógrafo, que habla de una vida complicada, pero no en blanco y negro. Al contrario. «Aunque parezca una sociedad triste y apagada, no es así, es alegre, sus gentes son cálidas, afables, hospitalarias», aclara Sánchez y llama la atención sobre el colorido de la calles y tejidos de unas tierras donde, a diferencia del cada vez mayor individualismo y mundo pantallado de occidente, sigue primando un sentimiento de comunidad.