Las acrobacias de los bailarines de Sri Lanka, el meneito de los puertorriqueños y el movimiento de caderas de las tahitianas (además de lo escaso de su indumentaria) han puesto la nota de color a un desfile más largo que otros años, con más distancia entre grupos y, quizá, menos espectacular de lo que esperaba el abundante público. El Teatro Principal ha sido el punto de partida de la comitiva, que encabezaba la agrupación de Mallorca con gaitas, jotas y unos movimientos más reconocibles para los espectadores burgaleses que los de los invitados internacionales, con la excepción, eso sí, del grupo portugués Lavradeiras da Meadela, que se ha limitado a dar palmas al ritmo de la percusión de sus enormes tambores durante todo el recorrido.

La gala, en la que la lluvia ha amenzado de continuo, ha estado dedicada al folclore de Armenia, con el conjunto Bert.