Una maestra moderna y casada con la escuela

ARSENIO BESGA
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El recuerdo de la profesora que dedicó su vida a la formación de las mujeres de Treviño sigue muy presente entre aquellas que la conocieron. Doña María Díez de Uré impartió clases con aires renovadores durante casi cuatro décadas

Homenaje a Doña María Díez de Uré en el pórtico de la iglesia.

Las treviñesas que hace más de medio siglo fueron niñas jamás han borrado de su mente a la maestra marcó sus vidas. Doña María Díez de Uré se convirtió en el símbolo de la vanguardia pedagógica en el pueblo. Lejos de entender su vocación como un mero trabajo, esta moderna docente destinó su vida a la educación del género olvidado por el sistema del siglo pasado. Incluso, las mujeres de Treviño recuerdan que su profesora iba a la puerta de su casa cuando cumplían la edad suficiente y les recordaba que debían comenzar sus estudios. Como explica Roberto Alonso, profesor e investigador independiente, «Doña María se casó con la escuela».

Alonso todavía se halla en proceso de profundizar sobre la figura de este icono de la educación en Treviño. No obstante, a través de la herencia que dejó a sus alumnas, un hecho resulta obvio. «Tenía unos conceptos de educación que no eran los propios de la época», sentencia el investigador. Doña María Díez de Uré defendía, a tenor de sus actos, la educación sin diferencias de clase o de género. Esta docente rechazaba el «memorismo» como la piedra angular de su actividad. Así, adelantó cuestiones propias de la pedagogía moderna cuando ni siquiera se había llegado a la mitad del siglo XX. 

«Creía en el trabajo intelectual, en sacar lo mejor de cada alumna», considera Alonso. «Lo habitual era que con diez años salieran al campo, a trabajar», añade. Doña María confrontó con esta realidad tanto como pudo. Es más, llegó a vencerla. En la actualidad, gracias a la insistencia de la maestra para que todas las niñas recibieran una educación de calidad, las treviñesas más mayores «son diferentes» a las de otros municipios. Algunas aseguran tener un «espíritu» particular por la influencia de esta erudita.

Como su obra y legado, la vida de esta ilustre profesora también posee ciertos aspectos diferenciales. Nació en 1890 en Santa Fe, Argentina, porque su padre actuaba como vicecónsul allí. No tardó más de diez años en llegar a España y, asentada en la zona de Vitoria, durante su juventud se formó de manera autónoma. Los registros, explica Roberto Alonso, muestran que le calificaban desde Burgos. Ahora bien, Doña María aprendió con libertad e independencia, es decir, a distancia.

Sus primeros pasos como maestra los dio en un pequeño pueblo del valle de Ayala, más tarde acudió al sur de la provincia de Burgos y, finalmente, desembarcó en Treviño en 1926. Una vez allí dedicó su tiempo a sus conciudadanas, decidió no casarse y acumuló casi cuatro décadas al frente de la formación de las mujeres del pueblo. Poseía una relevancia tan grande que cuando llegaron las Misiones Pedagógicas en 1932, la docente se incorporó a la comisión encargada de recibirlas.

Su dedicación a la enseñanza le valió, incluso, un galardón nacional. En 1959, Doña María Díez de Uré recibió la Cruz de Alfonso X el Sabio. Como remarca Alonso, se trata del «mayor reconocimiento que puede recibir un maestro». Y no solo se demostró el cariño que despertaba a través de este evento. Los ciudadanos de Treviño acordaron denominar a la plaza del pueblo con el nombre de esta erudita. 

Aún hoy el letrero perdura junto a la valiosa iglesia que preside el municipio, pese a que en su momento se intentara cambiar. Cuando aquello ocurrió, en el momento en el que desde el Ayuntamiento se propuso dar otro nombre a la plaza, la comunidad de mujeres educadas por Doña María se unió y defendió el símbolo de su legado. Vencieron, por suerte. 

La obra de esta docente todavía se palpa en el carácter de las personas que dan vida a Treviño. Sin embargo, quedan varios flecos por descubrir alrededor de su figura. Principalmente, Roberto Alonso destaca que le gustaría encontrar qué «influencias» tuvo la maestra. A través de un trabajo de deducción, el investigador considera que Mariano Carderera pudo actuar como germen de los conceptos que manejaba Doña María.

Este hombre escribió sobre novedosas tendencias pedagógicas. Tales libros le llegaron a la profesora y se tiene constancia de ello porque algunos todavía se conservan que la que fuera su biblioteca. Los valores cívicos, morales, éticos y religiosos que defendía Doña María Díez de Uré los compartía también Carderera. Por tanto, Alonso cree que pudo resultar vital para su forma de entender el mundo.