Los enemigos del frío

CÉSAR CEINOS
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Los churreros y las castañeras esperan que la llegada de diciembre relance su facturación, porque en líneas generales está siendo inferior a otros años hasta ahora

María del Mar Seco atiende a unos clientes en la calle San Lesmes. - Foto: Christian Castrillo

Poca gente duda de que los churros y las castañas son un aliado perfecto para combatir las bajas temperaturas de Burgos, especialmente durante los meses de otoño e invierno. Los puestos callejeros de estos  productos forman parte, desde tiempos casi inmemoriales, de la estampa de la ciudad cuando las tardes se acortan y es necesario  el abrigo para ir a trabajar, a tomar un café o dar una vuelta por el Paseo del Espolón. Como es tradición ya, este año levantaron sus persianas a principios de octubre para calentar las manos y llenar el estómago de vecinos y turistas con ingredientes «de calidad» tratados «con mimo y cariño». No hay mejor receta para que sus clientes se lleven un buen recuerdo suyo, aseguran varios vendedores.

Aún queda mucha temporada, pero las ventas, en líneas generales, aún están por debajo de lo previsto inicialmente y de las registradas otros años. Algunos comerciantes culpan principalmente de este bajón al tiempo y creen -o al menos tienen la ilusión-, que según vaya acercándose el invierno las cajas diarias irán en aumento. La castañera Verónica Couto, que trabaja en la plaza de Mío Cid, reconoce que «si no hay frío no hay ventas». «Creo que apetecen más cuando la temperatura es más baja», comenta. José Gómez, de La Churrería Burgalesa, opina igual que la dependienta de castañas.«Todavía no ha hecho mucho frío y está la cosa muy tranquila», manifiesta el empresario, que lleva 12 años con su negocio instalado junto al centro comercial Camino de la Plata.

En cambio, en otros puntos de venta ven la botella medio vacía y responsabilizan de la caída en la facturación a la situación socioeconómica actual. La churrera María del Mar Seco, de La Perla Riojana, calcula que ha descendido un 50% la carga de trabajo en su puesto, que está ubicado desde hace 17 temporadas en la calle San Lesmes. «El otoño está yendo peor que otros años. Parece que la gente no compra como antes», asevera. A unos pasos, en el cruce de las calles de San Juan y La Puebla, la vendedora de castañas Cristina Alonso no se atreve a dar cifras concretas. «Por lo que me han comentado mis jefes y otras compañeras» se están repartiendo menos paquetes que antes. «Creo que por aquí hay menos gente paseando», reconoce.

Marisol García, preparando unas castañas junto a la estatua de la castañera. Marisol García, preparando unas castañas junto a la estatua de la castañera. - Foto: Christian Castrillo

Ante esta situación, tanto los churreros como las castañeras aguardan con esperanza la llegada de diciembre, un mes que siempre ha sido bueno para estos puestos ambulantes por dos factores: el aumento de visitantes y vecinos ociosos, y el descenso (aún más) de las temperaturas. «El boom tiene lugar en las fechas navideñas», declara Gómez (...).

(Reportaje completo, en la edición impresa de Diario de Burgos de este lunes o aquí)