"La ciencia no debe ser un lujo, sino una necesidad capital"

R.P.B.
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Es puro entusiasmo. Cercana, natural, se explica con la sencillez de quien tiene las ideas muy claras; ideas que brotan con enorme inteligencia, empujadas por la pasión de quien cree en lo que hace. Es la directora del Cenieh

"La ciencia no debe ser un lujo, sino una necesidad capital" - Foto: Alberto Rodrigo

El Centro Nacional sobre la Evolución Humana cumple diez años. ¿Se puede hacer un balance o ese tiempo en ciencia es un agujero negro?

Sí que se puede hacer un balance. Y yo creo que es muy positivo. Es verdad que en ciencia el tiempo es muy relativo. Más en el ámbito de la evolución humana y la geología, donde nos movemos en escalas de miles y de millones de años. O sea que tiene más mérito todavía. El Cenieh es joven, pero su mérito es que nació como un proyecto muy grande y muy ambicioso, que ha requerido diferentes etapas. Normalmente diez años son muy pocos para haber sido capaces de poner en pie un centro tan complejo como éste, ya no sólo a nivel de infraestructura, sino de personal, tan especializado y específico en este campo. Una vez puesto en pie, se puso en marcha. Y ahora lo bonito es pensar que después de estos diez años ahora ya está despegando, volando. Ha sido un esfuerzo muy grande y complejo.

Y se han cumplido las expectativas pese a ser tan complejo.

Sí. Y no porque lo diga yo.Como en la ciencia, tienen que hablar los hechos y las evidencias: en este tiempo tan corto, el posicionamiento internacinal de proyectos e investigaciones en las que el Cenieh está participando y liderando habla por sí solo. Detrás de todo esto ha habido mucho trabajo que no se ve. Trabajo científico pero también de administración, que es el que ha permitido poner el armazón de una gran instalación como ésta.

Sin contar con que ha coincidido con los peores momentos de una crisis tan salvaje... ¿Lastró mucho el desarrollo del centro?

Cualquier institución sufre los vaivenes históricos del momento que le toca vivir. Evidentemente la crisis económica desaceleró el crecimiento o rebajó las expectativas. Pero porque soñábamos alto. Arrancamos con ambición. Probablemente por la crisis no se pudo alcanzar la expectativa sobre todo de personal, que es el tema más importante: tener talento, las personas. La inversión en gente es donde probablemente no se ha crecido al volumen que se esperaba cuando se planteó el Cenieh. Aún así, dentro del contexto terrible de la crisis, tiene un mérito añadido estar donde se está.

¿Sigue siendo la apuesta por la investigación científica una de las asignaturas pendientes de este país?

Creo que sí. Pero el apostar por ello como motor de innovación. Creo que tenemos muchísimo talento y podríamos ser innovadores. Y tenemos talento no sólo para ser buenos, sino para liderar. Y para poder liderar es necesario el apoyo institucional económico importante. En este sentido, nos falta un empujón. La ciencia y la investigación no deben ser un lujo, sino una necesidad capital. Parece claro que la ciencia es importante, pero no siempre está claro que tenga un rédito económico. Parece que siempre estamos con que todo debe tener un retorno económico, y en la ciencia los tiempos son diferentes. Pero ese retorno llega. Creo que invertimos en ciencia sobre todo en las primeras etapas, en la formación; pero luego no hay estabilidad en la carrera científica. Ahí es donde España tiene el principal problema. Es decir, exportamos talento.

La fuga de cerebros...

La fuga de cerebros, sí. Porque resulta muy difícil retener ese talento. El esfuerzo que yo creo que habría que hacer es igual no invertir tanto en esa primera etapa e intentar hacerlo más equilibrado para que podamos retener nuestro propio talento.

¿En cuántos proyectos internacionales está presente el Cenieh?

Muchísimos. Podemos destacar que el Cenieh lidera proyectos internacionales fundamentales en los cinco continentes.Destacaría, por supuesto, los proyectos internacionales que existen en nuestro país, como son los de los yacimientos de Atapuerca, que es una seña de identidad y una tarjeta de visita; también los proyectos de la cuna de la humanidad, en Olduvai (Tanzania), donde estamos estudiando las primeras humanidades y relacionando las primeras poblaciones de África con las primeras dispersiones en Asia. Y tenemos otro proyecto en el norte de África, en Ain Hanech (Argelia), que fue el que publicó el año pasado en la revista Science las herramientas humanas más antiguas de la humanidad. De estos proyectos internacionales están saliendo publicaciones que se consideran entre las diez más influyentes de todos los ámbitos de la ciencia de este país, que aparecen en los ránkin internacionales... Es decir, que estamos en la vanguardia. Ahora nos caban de conceder financiación europea para participar en un proyecto para estudiar paleoproteínas... Estamos posicionados en todos los continentes y liderando proyectos. Nos hemos extendido.

¿Cuántos científicos hay ahora investigando en el centro y qué número considera que sería el ideal?

El ideal... ¡Diría muchos! Ahora, contando con científicos de plantilla (indefinidos y temporales) y científicos en formación, una treintena. Es un número que no está mal para un centro mediano/pequeño. La idea es crecer más, evidentemente... ¡Por lo menos el doble!

¿Cree que la ciudadanía sabe lo que se hace aquí o es una cuenta pendiente con la sociedad explicar cuanto aquí se realiza?

Creo que es una asignatura pendiente, pero también creo que está cambiando. En los últimos dos años hemos hecho un esfuerzo importante en ese aspecto. Tenemos un calendario de divulgación establecido: jornadas de puertas abiertas, la semana de la ciencia, la campaña del Ratón Pérez, hoy (por el miércoles pasado) hemos hecho la primera visita al Cenieh dentro de las visitas que se realizan al MEH.Ese esfuerzo que hemos hecho sí que ha tenido un eco. Nos gusta trabajar con la sensación de que la gente sí que sabe lo que somos y lo que hacemos.Es un centro joven, y no es fácil comprender lo que se hace aquí. No es lo mismo un museo que un centro de investigación. Aquí también damos charlas, jornadas, presentaciones de libros... Queremos entrar en la sociedad, que la gente entienda que la ciencia no es patrimonio exclusivo de los científicos.

¿Hay retorno económico para Burgos?

Quizás habría que empezar preguntándose ¿todo tiene que tener retorno económico...? Claro que hay retorno económico, pero no es inmediato. La ciencia, la investigación, los experimentos tienen sus tiempos. En clave política las inversiones siempre son cortoplacistas. Hay que tener una visión mayor. La ciencia es una inversión a largo plazo. El ejemplo más claro de que sí que existe ese retorno es el Sistema Atapuerca, en el que el Cenieh está incluido. Más éxito de visitas, haber conseguido un turismo de calidad, que creo que es algo ejemplar, es algo precioso. El Cenieh es un centro especial y difícil que tiene una doble identidad: es una instalación científico-técnica, que significa que tiene que estar abierta a la sociedad científica e industrial; que también tenemos que proporcionar servicios.Además nuestras investigaciones, nosotros tenemos las instalaciones abiertas para quienes quieran utilizarlas. Algunas instalaciones las tenemos ya saturadas y con solicitudes de acceso en algunos laboratorios hasta el año que viene. Lo bonito es que no sólo es en el ámbito de la evolución humana, sino que tenemos proyectos y contratos con empresas privadas que hacen estudios de cadenas alimenticias, calidad de materiales, contaminación... Haber sido capaces de abrirnos al sector industrial es un mérito añadido.Y está funcionando muy bien.Casi el 25 por ciento del uso de estas instalaciones es de carácter privado. De eso también hay que presumir.

Este aniversario coincide con la creación de una cámara blindada y un laboratorio de arqueología experimental. ¿Qué van a significar para el centro?

Desde que llegué, para mí era una prioridad la custodia de las colecciones. Creo que es cerrar algo que teníamos pendiente. Son colecciones de una riqueza extraordinaria y para nosotros es una responsabilidad encargarnos de esa custodia, pero también es fundamental, porque se trata no sólo de que los fósiles estén aquí en las mejores condiciones, sino de facilitar que esa colecciones estén de la mejor manera a disposición de la comunidad interancional. Ahora sí que sí este centro puede convertirse en referencia internacional, en polo de atracción de investigadores de todo el mundo. Porque lo mejor de lo mejor estará aquí. Y no sólo físicamente. Porque nosotros no somos un almacén: se trata de hacer un esfuerzo tremendo para su catalogación y para que estén a disposición de los investigadores. Las colecciones de fósiles están muy vivas: siguen aumentando, creciendo, a veces los fósiles se completan con fragementos hallados en campañas diferentes... Todo ello exige una gestión muy especializada y que el acceso sea flexible.

Cada proyecto es un desafío, pero ¿hay ahora mismo algún reto que tenga una relevancia especial o que le ilusione especialmente?

Tenemos muchos, pero yo creo que ahora mismo se trata de reforzar lo que tenemos, sobre todo a nivel de personal. En estos momentos tenemos proyectos en los que ya se nos requiere participación incluso con otras instituciones de renombre para excavaciones en Mongolia, en Armenia... Necesitamos gente. Lamentablemente, ahora es casi más fácil conseguir máquinas que gente. Si tuviera que hacer una llamada al Gobierno sería para atraer talento. Esa, y la temporalidad del personal, son mis grandes preocupaciones: gente, gente. Que la gente se pueda quedar, que no se vaya. Y que vengan aún más.

¿Qué supone Atapuerca para el Cenieh? O, dicho de otra manera, ¿hubiera tenido sentido un Cenieh si no hubiese existido Atapuerca?

Creo que no. Hoy el Cenieh es mucho más que Atapuerca. Pero creo que es ineludible y claro que un centro como éste no hubiera brotado con tanto interés, con tanta fuerza e ilusión, si no hubiera estado Atapuerca. Se comprendió que, no a la sombra, sino a la luz, de Atapuerca podría hacerse algo así. Esa luz de Atapuerca la llevamos todos a todas partes. Si no tienes algo tan inspirador como Atapuerca igual no te planteas hacer en Burgos un proyecto como éste. A partir de ahí, el Cenieh es mucho más que Atapuerca.

Los tres codirectores han realizado una ingente labor en estas décadas, pero algún día tendrán que dar un paso a un lado. ¿Hay relevo?

Este año cada uno de los tres codirectores tiene un co-investigador. Yo tengo el honor de ser la de Bermúdez de Castro. En el caso de Eudald Carbonell se llama Elena Mosquera. Y con Juan Luis Arsuaga, Nacho Martínez. De alguna manera, ya se está pensando en el relevo porque este proyecto se tiene que mantener.

¿Cree que Atapuerca aún puede sorprendernos en años venideros?

Sí. Para mí, Atapuerca es la licencia para soñar. Las cosas más impresionantes han ocurrido ahí. Nos va a seguir sorprendiendo. No parece descabellado que pueda aparecer algo que aún no se haya visto. Ya ha pasado. Atapuerca se va superando a sí misma. Y vamos a tener sorpresas para varias generaciones. Atapuerca es una mina.

¿Ha tenido alguna vez la sensación, estudiando la evolución humana, de que estemos ahora involucionando en muchos aspectos? ¿No nos está haciendo al tecnología un poco idiotas?

Hay muchas paradojas. Somos un homínido cuya fortaleza ya no es individual, es social. La fortaleza nos la da ahora pertenecer al grupo. Somos muchísimos.Somos la especie con el mayor éxito biológico, que es el reproductivo. En ese sentido, hemos ido más allá.Estamos más conectados que nunca, dicen. Se supone que, además, lo estamos con gente a la que no hemos visto nunca; gente con la que mantenemos vínculos incluso personales y sentimentales. E incluso nuestra capacidad simbólica nos hace seguir las normas que alguien dictó hace milenios sin haberlo conocido.Sin embargo, aunque seamos muchos y estemos muy juntoshemos perdido la necesidad de la proximidad. Hemos perdido la empatía.Somos capaces de relacionarnos a distancia y nos olvidamos del contacto. Se ha perdido la empatía con el mundo natural.

Directamente estamos agrediendo a la naturaleza...

Somos una especie que está evolucionando a espaldas del planeta.

¿Por qué?

Porque durante mucho tiempo se ha medido nuestro progreso, o la superioridad de una especie, midiendo su grado de independencia del medio. Nosotros hemos cambiado ese medio, lo hemos modificado tratando de que sea el medio el que se adapte a nosotros y no al revés, y eso explica cuestiones como el cambio climático. En ese sentido, estamos perdiendo la empatía. Y con las mismas herramientas con las que nos hemos comunicado a veces nos estamos aislando. Yo creo que hay que volver a lo antiguo, a la esencia. A pensar, a mantener una conversación sin tener que estar mirando el teléfono continuamente. Nos estamos aislando del que tenemos más cerca.

¿La evolución continúa o somos la cima?

La evolución continúa. El ser humano tiene una cosa muy buena pero que a veces es tramposa. Somos contadores de historias. Necesitamos contar todo lo que pasa como un relato con sentido: un comienzo, un desenlace y un final. Es muy tentador contar la historia como si tuviera que tener un final, que somos nosotros. Pero no. Nosotros somos un producto más de esa diversidad de la naturaleza. En el caso del ser humano seguimos evolucionando, lo que pasa que el ser humano es un poco particular en este sentido porque ya no es sólo evolución biológica, sino que hemos introducido la evolución cultural.Es decir, ahora la tecnología tiene un peso fundamental en nuestra relación con el mundo, de tal manera que las herramientas tecnológicas son parte ya de nuestro cuerpo, casi parte de nuestro esqueleto. En este sentido, la cultura parece que ralentiza los cambios biológicos en la anatomía, pero en realidad lo que ha hecho es convertirse en una extensión de nuestro cuerpo.De manera que si hoy viniera un extraterrestre y nos viera no nos podría comprender ni describir sin nuestra manera de relacionarnos con el mundo, que es la tecnológica, la del objeto, la materialista. Así que sí evolucionamos, pero no con esos cambios tan ostensibles que se imaginaban los futuristas.

¿Pero hay cambios biológicos tambien?

Sí, especialmente microscópicos: temas de alergias, de inmunidad... Esa es una carrera armamentística entre nuestro sistema defensivo y las nuevas epidemias, las nuevas mutaciones. La intolerancia a la lactosa es un ejemplo de evolución reciente. De manera natural, el ser humano, si se comportara como cualquier otro mamífero, cuando se hace adulto ya no sería capaz de digerir la leche. Lo normal, por nuestra biología, sería ser intolerantes a la lactosa. ¿Qué pasa? Al humano le vino muy bien la mutación cuando empezó con la ganadería, cuando los animales domesticados se convirtieron en una fuente de alimentos y vitaminas. Ahora se ha producido una mutación por los cambios en la forma de vida, lo cual es un ejemplo de cómo la cultura puede acelerar la evolución.

Va a ser la primera española en recibir la medalla Rivers Memorial. ¿Qué significa para usted y para el centro?

Es un orgullo y un estímulo. Un respaldo importante para el centro pensar que desde Burgos se hace ciencia con impacto y calado internacional. Es un bonito broche para este periodo.

¿Cómo ha vivido y cómo ve que el TSJ haya anulado su nombramiento como directora? ¿Qué puede pasar?

Lo estoy viviendo con mucha tranqulilidad. Los recursos por parte de aspirantes a procesos selectivos están a la orden del día. Casi no hay concurso u oposición que no tenga su recusador. No afecta a la actividad del Cenieh. Y no es un recurso contra mí, sino para añadir transparencia al proceso de selección. Y la primera que lo está deseando soy yo. Ni nos preocupa ni nos ocupa.