Momentos de balance tras la última riada

J.ORTEGA
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Las inundaciones del viernes han afectado a comercios y portales cercanos a la orilla del Ebro, aunque «la experiencia de otros años» les ha permitido actuar mejor y más rápido.

La rapidez a la hora de poner en alto los muebles y objetos permitió salva la mayoría de estos. - Foto: J. Ortega

La situación en lo que concierne a la tremenda riada vivida durante la jornada del viernes ya se encuentra relativamente controlada. Tras el paso torrencial del agua, es momento de hacer balance, ver qué se ha perdido y qué se puede recuperar, y sacar fuerzas de flaqueza para limpiar todo el desastre que trajo consigo el aumento del caudal del río Ebro.

Como ya es costumbre en este tipo de sucesos naturales, los negocios y comercios que se encuentran a pie de calle son los principales damnificados por esta riada... y por todas y cada una que ocurren año tras año. Es el caso del Bar Mesón La higuera. Situado en la calle Independencia, a escasos metros de la orilla del río, este negocio familiar tiene que lidiar todos los años con la subida del agua y las consiguientes inundaciones en su local. Patxi, uno de los trabajadores del mesón, afirma que este invierno les produce «terror», pues en lo que va de diciembre «ya hemos tenido dos riadas». Eso sí, «por desgracia» ya saben cómo actuar ante estos casos por la enorme experiencia que atesoran: «Es algo que vivimos casi cada año, por desgracia, ya sabemos qué hacer cuando pasa esto», comenta.

Otros negocios también hablan del grado de experiencia que les da vivir de forma continua estas desgracias y que les permite actuar con mayor celeridad. Isabel, propietaria de la Copistería San Agustín, afirma que «las malas experiencias vividas» hicieron que estos mismo eventos fueran mucho más desastrosos en años previos, como lo fue en 2015, año en el que «se perdió mucho más material».

Más allá de los negocios y locales destinados al uso comercial, los ciudadanos particulares también vieron como el lodo entraba por sus portales, sótanos y lonjas. Roberto, vecino residente en el número 8 de la calle Ronda del Ferrocarril, una de las zonas que tradicionalmente más sufre las riadas, se queja de la falta de control: «Estamos bastante hartos de que no haya control de las aguas y que tengamos que sufrir siempre este tipo de consecuencias», en referencia a la inundación de los sótanos del edificio en el que reside, donde se encuentran las calderas y el cuadro eléctrico. Es el caso de otros muchos vecinos de la zona.

Por suerte, todo hace indicar que lo peor ya ha pasado. La Confederación Hidrográfica del Ebro registró desde la noche del mismo viernes una tendencia a la baja del nivel del caudal del Ebro a su paso por Miranda, descenso que continuó durante toda la jornada de ayer, lo que alivió en gran medida a los afectados que se veían obligados a recoger y limpiar los muebles y objetos de sus locales. De esta manera, el Ayuntamiento ha podido comenzar los trabajos de limpieza oportunos, los cuales se centraron en las zonas anegadas del casco urbano, como lo son las calles República Argentina, Condado de Treviño, Alfonso VI y Ronda del Ferrocarril. Asimismo, se irá abriendo de forma progresiva el tráfico rodado de las zonas afectadas, aunque desde el Consistorio aún se insiste en la necesidad de reducir al máximo posible la utilización de vehículos en el casco urbano.

Pese a este cambio de la situación, la delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones, afirma que aún se estudian «posibles refuerzos» en la limpieza de los ríos de la provincia, al tiempo que recalca que «minimizar los daños de las crecidas» es lo más esencial en estos momentos.