El 23 de marzo de 2019, las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una milicia liderada por kurdos y apoyada por la coalición internacional liderada por EEUU, anunció la derrota territorial del Estado Islámico (EI) en Al Baguz, su último bastión en Siria, tras una larga ofensiva en el noreste del país. Parecía el punto final para el grupo yihadista, que ya había sido expulsado de Irak. 

Sin embargo, el portavoz de la alianza mundial, el coronel Myles B. Caggins III, alertó ayer de que el EI está «golpeado, pero no acabado» en ambos países.

«El Estado Islámico no puede controlar territorio ni llevar a cabo actividades criminales para financiar sus operaciones», afirmó el militar estadounidense, aunque insistió en que el grupo terrorista ha sido «golpeado pero no acabado» en los dos países en los que la organización llegó a controlar grandes partes desde su irrupción en 2014.

A pesar de esta aparente calma, células activas de los yihadistas han continuado llevando a cabo ataques en zonas iraquíes ricas en petróleo y también mantienen una presencia en el desierto de la provincia de Homs, donde lanzan emboscadas contra las tropas de Damasco que dominan la región.

Las unidades estadounidenses se retiraron del norte de Siria el pasado octubre por no entrar en conflicto con Turquía, que lanzó una ofensiva contra los kurdos, pero se posicionaron más tarde en la provincia de Deir al Zur para proteger las plantas de crudo y evitar la reinsurgencia de la organización extremista.

«Un año después de la caída de Al Baguz, nuestras operaciones deben continuar porque el EI todavía tiene el objetivo de resurgir. Pero no han podido hacerlo, no pueden mantener el territorio físico debido a la presión que las FSD han ejercido sobre el EI», aseveró el coronel.

A través de la alianza con las FSD y la población que lucha contra el EI «no habrá amenazas de terroristas en esta región, que gozará de estabilidad», apuntó el portavoz.