La doctora de medio Miranda

R.C.G.-Ó.C.
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Teresa Urbiola se jubila tras 40 años como pediatra. Por su consulta en el ambulatorio han pasado varias generaciones de mirandeses

Teresa Urbiola llegó en 1981 a Miranda y era la profesional más veterana del centro de salud. - Foto: Ó.C.

Por las manos de Teresa Urbiola han pasado varias generaciones de mirandeses. Riojana de nacimiento, cuando llegó a la ciudad hace cuarenta años, pensó que era un destino de paso en su carrera profesional, pero no volvió a hacer las maletas. «He sido muy feliz en mi trabajo», asegura esta pediatra que ha alargado la jubilación todo lo posible. Lo suyo es pura vocación, por eso ha pedido cuatro prórrogas para seguir ejerciendo, hasta que la edad, la que marca su carné y no la que aparenta, le ha obligado a colgar los bártulos. 

El viernes, Urbiola cerró por última vez la puerta de su consulta en el ambulatorio. Bajo el brazo llevaba el cuaderno en el que apuntaba los datos de sus primeros pacientes como recuerdo, aunque en su memoria guarda muchos momentos imborrables. «No todo ha sido bonito porque tienes mucha responsabilidad y a veces te vas a casa preocupada porque te has podido equivocar, pero he disfrutado mucho de mi profesión. Cuando voy por la calle, me saluda media ciudad, porque a muchas de las personas que atendía cuando eran niños ahora son padres y también atiendo a sus hijos; eso me emociona», asegura. 

Aunque la medicina ha evolucionado mucho desde que Urbiola se puso la bata por primera vez, hay cosas que permanecen invariables. «Hay muchas veces que no necesito nada más que ver entrar al niño por la puerta para saber lo que le pasa. Su cara lo dice todo», afirma esta pediatra que también reconoce que los cambios sociales han influido en su trabajo. «En los años 80 casi siempre eran las madres las que acompañaban a los hijos, cuando ahora no es así. También ves que la forma de afrontar la paternidad es diferente, parece que ahora algunos quieren ser demasiados perfectos y no les puedes decir nada, es más normal que haya parejas divorciadas y hasta nos toca hacer informes para el juzgado por las custodias,... », explica. 

Urbiola no puede evitar sentir cierta nostalgia cuando echa la vista atrás, sobre todo, por el cariño recibido tanto por compañeros como por pacientes a lo largo de tantos años. Pero ha llegado el momento de iniciar otra etapa vital en la que quiere disfrutar también de los más pequeños de su familia, porque ya es abuela. «En realidad los niños me gustan cuando están malitos; ahí me desvivo por ellos, pero cuando ya están bien y vuelven a ser revoltosos no me gustan tanto», apunta entre risas.