Reaparecida Nevenka

R. PÉREZ BARREDO
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Una serie documental que se estrena en marzo devuelve a la actualidad la historia de la edil de Ponferrada que llevó a los tribunales al alcalde de la ciudad por acoso sexual en uno de los juicios más mediáticos celebrados nunca en Burgos

Nevenka, durante el juicio celebrado en el Palacio de Justicia de Burgos. - Foto: Félix Ordóñez

Fue víctima por partida doble: de acoso sexual y por haber denunciado a su acosador, que aunque fue condenado por los tribunales no lo fue ni por la sociedad de su pueblo, ni por el partido político de ambos, el PP, lo que le empujó a ella a exiliarse y cubrirse con el manto oscuro del olvido. Nevenka Fernández, la concejala de Ponferrada que hace veinte años denunció por acoso sexual a Ismael Álvarez, entonces alcalde de la capital berciana, ha permanecido desvanecida, invisible, durante dos décadas. Se sabía que, tras el juicio, había comenzado una nueva vida en Inglaterra, lejos de todo. Nada más. Sobre ella, sobre su historia, cayó como una losa de granito la más cruel de las indiferencias mientras quedaba bien arriba y bien visible el rechazo de quienes jamás le perdonaron que levantara su voz acusatoria. Eterna víctima Nevenka. Ahora la plataforma televisiva Netflix ha anunciado el estreno, el próximo 5 de marzo, de una serie documental en la que la primera mujer que en España se atrevió a denunciar a su jefe por acoso vuelve a ponerse en el foco tras dos décadas apartada de las luces y el ruido; un tiempo en el que, por fortuna, han cambiado muchas cosas. En buena parte gracias a su valentía y a su dignidad: ella fue quien, contra todos los elementos, contra molinos y gigantes, contra una sociedad machista, biempensante y prejuiciosa, abrió un camino.

Ningún juicio celebrado en Burgos en el último cuarto de siglo tuvo tanta repercusión y revuelo mediático como el que en abril de 2002 se siguió contra Ismael Álvarez en la sede del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León. Un año antes, en marzo, Nevenka puso todo patas arriba cuando, tras una ausencia de meses en su puesto de edil en el Consistorio berciano, convocó a los medios de comunicación en el Hotel Temple de Ponferrada. Le acompañaba otra persona: un abogado llamado Alfonso Barreda. Había expectación, porque durante aquel tiempo se había especulado mucho sobre el paradero de la mujer con teorías diversas -tan infundadas como maledicentes-: desde que se hallaba recibiendo un tratamiento contra la adicción a las drogas hasta que había ingresado en un secta.

Lo cierto es que ese día, una demacrada y muy nerviosa Nevenka tomó la palabra y soltó el bombazo: manifestó que tenía dignidad y que, tras meditarlo mucho porque había tratado, en vano, de olvidarlo, pero que al verse incapaz de superarlo, había decidido denunciar al alcalde de la ciudad por acoso sexual y laboral; una situación, subrayó, que se había desencadenado después de que ella hubiera decidido poner fin a la relación sentimental que ambos habían mantenido durante un tiempo. Y dijo más: "Este acoso y presión psicológica a la que fui sometida provocaron en mí un estado de ansiedad, tristeza y angustia grandes. Me lo debo a mí misma y se lo debo a todas las mujeres que ahora mismo pueden estar viviendo una situación tan terrible como la que yo he vivido", apostilló.

El ‘Caso Nevenka’ acababa de estallar. Mientras la denunciante daba a un paso un lado hasta la celebración del juicio, el denunciado recibía apoyos incondicionales por todos los rincones, desde sus compañeros en el Ayuntamiento (que también lo eran de Nevenka) hasta la dirección de su partido, que rápidamente denunció que se trataba de una maniobra de la oposición para desestabilizar al gobierno de Ismael Álvarez y a todo el PP. Personajes tan públicos y famosos como el cantautor Amancio Prada o el periodista Luis del Olmo se pusieron del lado de Ismael Álvarez, en consonancia con la mayoría de la sociedad ponferradina, que jaleó a su popular regidor más que nunca. Y de Nevenka se dijo de todo. Nada bueno: quedó desde entonces bajo sospecha. Y mientras ella se desvanecía y la gente se hacía lenguas sobre la joven, él cobraba un protagonismo absoluto: alcalde con mayoría absoluta, campechano reyezuelo caciquil de una ciudad de provincias, se hizo el dueño y amo de la escena con constantes intervenciones públicas en las que se presentaba como una víctima a la vez que perfilaba a Nevenka sin ningún pudor y de forma ruin como una jovencita frívola, caprichosa, fantasiosa, mentirosa, ligera de cascos e incapaz para un puesto como el que había ostentado en el Consistorio berciano.

El juicio. Así que la presunta víctima fue juzgada y condenada de antemano a la vez que el presunto culpable quedaba no sólo absuelto, sino que salía reforzado, cuando llegó el momento del proceso judicial, que levantó una expectación enorme y en cuyo arranque Nevenka sufrió un primer e inesperado revés: la Asociación para la Defensa de la Mujer Acosada (Apadema), que se había personado como acusación popular, se retiró del caso aduciendo que había perdido la confianza en la denunciante. La Fiscalía pedía para el acusado 15 fines de semana de arresto y una indemnización de 6.000 euros; la acusación particular, un año de cárcel, 18.000 euros de multa y 12.000 euros indemnización por daños morales; la defensa, la absolución de Ismael Álvarez.

Toda la atención mediática se centró aquellos días en Burgos. El juicio ofreció, además, todos los ingredientes para ello porque en su transcurso se produjeron momentos de gran intensidad -las declaraciones de Nevenka en una sala conquistada por el más absoluto silencio fueron de una carga emocional estremecedora, llegándose a aplazar la vista por los espasmos y los sollozos-. Para colmo y perplejidad de todo el mundo, el fiscal jefe del TSJCYL, José Luis García Ancos, se erigió en protagonista al mostrar una actitud durísima, faltona y vehemente con Nevenka hasta el punto de tener que ser llamado al orden por el juez, quien tuvo que recordarle que la joven se encontraba allí en calidad de víctima, no de acusada. El intolerable comportamiento del fiscal, que sería catalogado por la Fiscalía General del Estado de ‘acoso procesal’ y ‘empecinamiento’, hechos que motivaron su relevo del cargo, superó todos los límites, verbigracia: ‘¿Por qué usted, que ha pasado por este calvario, este sufrimiento, que se le han saltado las lágrimas; por qué usted, que no es una empleada de Hipercor que le tocan el trasero y que tiene que aguantar por el pan de sus hijos; por qué usted aguantó?’. García Ancos, que en una declaración pública fuera de sala dijo de Nevenka que "siendo una colegiala, era una putilla", fue sustituido por Gregorio Segurado. Nunca se arrepintió de su actitud porque, dijo, siempre lo había hecho buscando "la verdad".

Los psicólogos, psiquiatras y forenses participantes en el juicio avalaron la denuncia de Nevenka. Dictaminaron que presentaba todos los síntomas de una víctima de acoso sexual y que nada hacía pensar que hubiese fabulado en ningún momento. Para la Fiscalía fue determinante. La acusación particular subrayó, además, que "la solicitud de favores sexuales" y la actitud "hostil y humillante" de Álvarez causaron "lesiones psíquicas" a la querellante. Nati Cabello, que era entonces presidenta de la Asociación para la Defensa de la Mujer ‘La Rueda’, no ha olvidado que la psicóloga del colectivo, tras ver la rueda de prensa en la que Nevenka denunció su situación, dijo que era un "caso de libro", que esa chica "estaba en posesión de la verdad". Subraya Cabello la trascendencia que en adelante tuvo para muchas mujeres que atravesaban infiernos similares al de Nevenka que pudiera acreditarse el maltrato psicológico. "Eso supuso un paso importantísimo. Que los malos tratos psicológicos pudieran probarse fue un mensaje esperanzador para muchas mujeres. Las heridas son visibles. Pero cuando una está machacada por dentro es más difícil de probar. Los informes forenses lo hicieron", apostilla Cabello, que junto con otras compañeras acudió cada día a las puertas del Palacio de Justicia para mostrar su apoyo a Nevenka y su repulsa a Ismael Fernández "que nos miraba al pasar con chulería y prepotencia".

El juicio quedó visto para sentencia el 17 de mayo. El fallo se conoció el día 30: se condenó a Ismael Álvarez como autor de un delito de acoso sexual a una multa de 24 euros al día durante 9 meses y 12.000 euros de indemnización para su víctima, Nevenka. Dimitió ese mismo día, aunque recurrió la sentencia (ésta fue confirmada por el Tribunal Supremo al año siguiente, aunque rebajó la multa). Nevenka lloró de alegría al conocer la resolución, si bien consideró que era una pena muy baja a la vez que exhortaba a los jueces a tener más valor a la hora de condenar este tipo de delitos.

El deseo de Nevenka fue quedarse a vivir en España, pero se topó con tantas dificultades para encontrar trabajo que decidió irse al extranjero. El condenado, sin embargo, salió por la puerta grande: no dejó de recibir apoyos y parabienes, e incluso Ana Botella, esposa del entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, dijo públicamente que el acosador había tenido un comportamiento "impecable". Ismael Álvarez retomó su carrera política años más tarde liderando el partido Independientes Agrupados de Ponferrada (AIP), con el que cosechó unos resultados excelentes. A Nevenka, desaparecida y como desvanecida en todos estos años, se puede decir que se la tragó la tierra. Hasta ahora. "Aunque hayan pasado veinte años, volver a recordar su historia es de una persona con mucha valentía y mucha dignidad", dice Nati Cabello.