Torbellino emocional

ALMUDENA SANZ
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El debut editorial de Paula Martínez, con 'El día que decidí', y Miren Palacios, con 'Amor de luna', coincide en el tiempo y en la manera de agarrarse a la poesía como una terapia para enfrentarse a una encrucijada personal

Paula Martínez y Miren Palacios. - Foto: Patricia

Y FANTASMAS Y SUEÑOS SALIERON

Paula Martínez afirma volcar todo su ser en una ópera prima que inició como un diario y con la que cierra «una etapa muy dura»

Puede que a veces viera tanta oscuridad a su alrededor que pensara que estaba en medio de una película o un montaje escénico, que eso no le podía estar pasando a ella, pero si se pellizcara comprobaría que sí, que era a ella, Paula Martínez (Burgos, 1993), quien estaba sumida en un pozo sin salida. La poesía resultó su salvavidas. «Cuando escribo, sano. Sacarlo a la luz ha supuesto cerrar una etapa muy dura. No quiero que se vea como un libro de autoayuda, porque no lo es, pero sí que quien lo lea se identifique con algún poema. Es un refugio», expone esta actriz, sobre todo de teatro, que no interpreta cuando expresa lo feliz que está de compartir en Burgos El día que decidí (Ed. Modus Operandi), este primer poemario, que presentó el sábado en la Sala Polisón. 

«Vuelco todo mi ser. Están todas mis emociones de amor, desamor y superación personal de los últimos años. Hay muchas dudas, ganas, decepciones, miedos, ilusiones, expectativas profesionales... ¡No me he callado nada! Está todo», se explaya y observa que refleja su crecimiento como persona y que hasta cuando han venido mal dadas ha aprendido. 

Cuenta que siempre lleva su libreta encima, que siempre escribió, y que con el confinamiento esta afición creativa se desveló necesaria. El día que decidí es el inicio de un camino a seguir (ahora está con poesía, una novela, un corto y una obra de teatro), pero sin abandonar el sueño por el que con 18 años enfiló la A-1. «Siempre he querido ser artista, a toda costa, y Madrid era Madrid», remarca Martínez, quien, lejos de Antoñita ‘la Fantástica’, mantiene los pies en el suelo y, además de hacer sus pinitos como actriz, estudió Periodismo y Comunicación Audiovisual para tener un plan B. 

ENTRE LA EUFORIA Y EL DESCONSUELO

Romántica confesa, Miren Palacios comparte la montaña rusa a la que subió con una relación en la que pasó por todos los estados

El muso que Miren Palacios Alonso (Burgos, 1989) confiesa que inspira su primer poemario, Amor de luna (Ed. Embrujo), es quien alienta su vida, el que la subió en una montaña rusa, donde pasó de un enamoramiento sin fisuras, un amor tan intenso que dolía a, de golpe, un desamor que no lo era, para volver a una pasión en la que, dice, afortunadamente se mantiene, aunque cuando escribió estos versos aún desconocía que tendría un final feliz. Todas estas emociones encontradas confluyen en su ópera prima, que presenta el sábado 26 de junio en Masala Natural (12 h.) y en La Presa en Lerma, en horario vespertino por fijar. 

Romántica confesa, admiradora de Bécquer y Rosalía de Castro, esa historia de amor era la señal que necesitaba para escribir, algo que ansiaba, pero se le resistía porque la inspiración, caprichosa, no la visitaba. Cuando llegó tan brusca, se puso a escribir sin freno, y en sus poemas se desnuda sin pudor. 

«Conocí a un chico, me enamoré perdidamente. Era súper diferente, muy profundo, pero él estaba en un momento malo de su vida y decidimos apartarnos hasta que él tomase una decisión», comparte. El amor fue intenso y fugaz. Apenas un mes. «Me impulsó a escribir, para estar más cerca de él y de lo que habíamos vivido», prosigue y remacha que su objetivo con este libro es ayudar a quienes pasan por lo mismo. «Cuando te sientes mal, cuando sufres una pérdida, un amor o un trabajo, se ve como algo muy trágico y hacer algo, pintar, escribir o cantar, es una ayuda fundamental», defiende y matiza que Amor de luna es una autobiografía en la que afloran momentos muy íntimos, como un aborto (Mi bebé), y también sociales, como la reivindicación de los derechos de la mujer (Orgullo). 

Tocada aún con la magia de ese muso, en sus planes está escribir cuentos para niños sin dejar a la poesía, que tanto le ha dado.