El objetivo indiscreto

L.N.
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La Casa de Cultura de Aranda de Duero acoge la muestra 'Ad Gloriam Dei', en la que el arandino Ángel Herraiz se centra en escenas de la fachada de la Catedral de Burgos que suelen pasar desapercibidas

El objetivo indiscreto - Foto: L.N.

Por todos es sabido que, muchas veces, por no decir la mayoría, los pequeños detalles marcan la diferencia. Un buen ejemplo de esta máxima lo representa el fotógrafo arandino Ángel Herraiz con su muestra Ad Gloriam Dei, que se expone en la Casa de Cultura de Aranda de Duero hasta el 26 de febrero. 

Quienes visiten la exposición disfrutarán de 120 imágenes de la iconografía exterior de la Catedral de Burgos, seleccionadas con motivo del octavo centenario de la seo, nada habituales. Gracias a su objetivo indiscreto y repleto de curiosidad, Herraiz acerca al espectador escenas que suelen pasar desapercibidas para la mayoría de mortales. No para él. A lo largo de 43 años, ha retratado gárgolas y quimeras, ángeles y demonios, personajes solitarios o en escenas delirantes, tenantes y seres fantásticos. 

Escenas todas ellas llenas de contenido y simbolismo -en unas ocasiones cuasi pornográficos y en otras, escatológicos- que él acompaña con una divertida explicación. Valga el siguiente ejemplo. "Los académicos, dicho con todo el respeto porque son mis amigos, van a lo suyo, a estudiar si una talla corresponde al estilo de Francisco de Colonia o a Simón de Colonia, pero no miran el conjunto. Yo veía esa escena y decía 'pero si aquí hay un mono masturbándose'. Ellos ni caso.

Entonces, yo hacía la foto que me mandaban, que era de cobrar, y después me agachaba y hacía la otra y ahí se quedaba", relató ayer en la inauguración de la muestra. Hasta que aprovechando el octavo centenario de la Catedral de Burgos, rescató su colección de imágenes "un poco sorprendentes". 

En ellas se incluye un pene con alas y pezuñas junto a una mujer "coqueta en la mirada" y "lasciva en la postura", según Ignacio González de Santiago, autor de los textos que acompañan las imágenes. También una gárgola con un rey debajo al que no se sabe si protege o impide gobernar, una defecación, un león "con cara de estreñido", según Herraiz, u otra gárgola al estilo Munch "antes de Munch". 

Así es la mirada de este arandino que nació en el Sol de las Moreras y creció en la Bajada al Molino y al que González de Santiago define como "el lazarillo que nos hace ver lo que, estando evidente, era invisible".

De ahí que la alcaldesa se comprometiera a reservar la sala cada año a este curioso fotógrafo.