Diversión sin restricciones

F.L.D.
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Reabren los parques infantiles y zonas de juego, clausurados por el Ayuntamiento durante todo el estado de alarma y la desescalada

La Isla fue una de las zonas más concurridas a lo largo de la jornada. - Foto: Jesús J. Matías

Atar en corto a los más pequeños durante tres meses ha sido, probablemente, una de las cosas más duras de esta cuarentena. Es cierto que fueron los primeros en salir a la calle, pero veían con resignación los parques cerrados con cintas que habían colocado personal de Bomberos, Protección Civil y Policía Local. Nada más entrar en fase 2, retener las ansias de juego eran casi misión imposible y muchas de las bandas aparecían rotas y tiradas por el suelo. Los empleados municipales se vieron obligados a recolocarlas cada pocos días y a reforzar los controles en estas zonas. El domingo, por fin, se les dio un tijeretazo y se oyeron en los columpios las primeras carcajadas. 

A pesar de las ganas, el domingo no hubo una afluencia excesiva en estos parques infantiles, que lucieron su mejor cara en la tarde de ayer, especialmente cuando el sol empezó a perder fuerza. En el de Virgen del Manzano, por ejemplo, el goteo fue constante a partir de las cinco, aunque casi sin necesidad de que los propios padres lo hablaran, las caras de los más pequeños cambiaban cada poco tiempo, en una especie de pacto no escrito para que no se produjeran aglomeraciones de chavales. Algo menos de control había a pocos metros de allí, en la cancha de baloncesto, donde diferentes grupos se entrelazaban y lanzaban a canasta sin orden, como si el coronavirus nunca hubiera llegado a nuestras vidas. 

También se abrieron las canchas de fútbol sala y baloncesto.
También se abrieron las canchas de fútbol sala y baloncesto. - Foto: Jesús J. Matías

Pero no solo los niños disfrutaron de estos lugares, también los mayores. Y es que reabrieron todos los parques destinados al ejercicio, los llamados gimnasios urbanos que utilizan especialmente las personas de más de 60 años. No obstante, también los atletas se aprovecharon de la coyuntura y alguno se encaramaba a los hierros para romper a sudar del esfuerzo. Eso sí, en estas zonas se notaba cierto respeto y responsabilidad, pues hubo incluso quien llegó a pasar un paño para limpiar las máquinas después de utilizarlas.