Brazos abiertos y un plato en la mesa

I.L.H.
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Miguel Navarro y Marisol Alonso, del restaurante Gaia, llevan tres semanas cocinando para la tripulación del Open Arms Uno, el buque de rescate que se prepara en Burriana para salir al Mediterráneo. La próxima vez lo harán en el mar

Los dueños del Gaia, con la tripulación del Open Arms Uno.

Están comiendo muchas verduras», confirma Marisol Alonso lo que nos imaginábamos. La tripulación del Open Arms Uno, el buque de rescate que dará apoyo al Open Arms, lleva tres semanas alimentándose de las recetas que preparan los cocineros del restaurante vegetariano Gaia. En su labor como voluntarios cocinan de todo, pero reconocen que se hace evidente lo que más les gusta. El domingo concluyen su etapa en el barco, en el puerto de Burriana, donde la ONG gestiona el cambio de bandera para poder zarpar al Mediterráneo central y reforzar las tareas de ayuda humanitaria y de vigilancia en la ruta migratoria más mortífera del planeta. Tras la experiencia en varadero, donde han conocido el engranaje del buque, Miguel Navarro y Marisol Alonso tratarán de sumarse a una misión en el mar.

Se embarcaron a finales de octubre para suplir la baja del cocinero y durante su estancia han aprendido a adaptarse a las condiciones de un barco: todo es eléctrico, hay barras para sujetar las ollas y que no salgan volando y hay que prever una gran despensa, aunque en su caso ha sido en la teoría porque al estar en puerto han salido a comprar a diario. Su labor ha consistido en dar de comer a la tripulación y a los voluntarios, una cifra que ha ido variando cada día;conocer cómo funciona la embarcación y escuchar de primera mano las circunstancias en las que trabajan quienes han rescatado a más de 7.300 personas en el mar. «Nos han contado historias tremendas, como la de un chico al que han rescatado varias veces en diferentes años. Cómo será su vida para insistir en jugársela», señalan mientras reconocen «la crueldad» de no dejarles vivir por falta de 'papeles' o nacer en otra parte del mundo  (en lo que llevamos de año, 1.555 personas han perdido la vida en el Mediterráneo intentando alcanzar Europa, según  la Organización Internacional para las Migraciones).

«Nos hemos dado cuenta de lo importante que es la figura del cocinero o la cocinera. El trabajo en el barco es duro con momentos muy tensos y de gran ansiedad; el rato de la comida les proporciona la oportunidad de relajarse, hacer piña y compartir. Si comen mal en el mar, se estropea el único espacio que tienen para disfrutar», apuntan quienes en estas tres semanas han visto cómo el plato en la mesa es otra forma de abrir los brazos, en este caso a las confesiones y desahogos.

Miguel Navarro y Marisol Alonso, del restaurante Gaia.
Miguel Navarro y Marisol Alonso, del restaurante Gaia.

Ahora es el Open Arms. Antes estuvieron retirando el chapapote del Prestige, poniendo en marcha el restaurante de una escuela de circo para chicos de la calle en Nicaragua, cocinando para una asociación de subsaharianos en Rabat, dando clases de cocina a personas en riesgo de exclusión en Andalucía... «Ayudamos con lo que sabemos hacer», concluyen.

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