El HUBU incorpora la anticoncepción a las mujeres violadas

A.G.
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Hasta ahora las víctimas debían ir a comprarla a una farmacia o a conseguirla en la Unidad de la Mujer, que solo abre por las mañanas, tras haber sido atendidas en Urgencias por un ginecólogo y un forense

Hasta ahora, si la mujer quería evitar un embarazo tras una violación debía ir a comprar la píldora a una farmacia o acudir a la Unidad de la Mujer, que solo abre por las mañanas. - Foto: Alberto Rodrigo

El servicio de Ginecología del Hospital Universitario de Burgos ha conseguido incorporar al protocolo con el que atiende a las mujeres que han sufrido una agresión sexual el poder facilitarles la anticoncepción de emergencia en el mismo centro sanitario y tras la exploración que sigue a un delito de estas características. Hasta el pasado mes de julio esto no se realizaba, así que una vez recibido el alta era responsabilidad de la víctima adquirir la medicación indicada para evitar un posible embarazo en una farmacia o en la Unidad de la Mujer, dependiente de Atención Primaria y ubicada en el edificio del servicio territorial de Sanidad, que solo está abierta por las mañanas.

Desde hace un mes, por tanto, y tras haberlo solicitado al propio hospital, el servicio de Ginecología ha conseguido que la farmacia del centro dispense las píldoras del día después a las mujeres violadas. De esta manera, explica el ginecólogo Abel Renuncio, desaparece en un alto porcentaje el riesgo de embarazo ya que la eficacia de la medicación aumenta cuanto más precozmente se administra, y se evita la victimización secundaria de la agredida. En este sentido, hace referencia al Proceso de Atención Integrada ante las Agresiones Sexuales, un documento de la Gerencia Regional de Salud de este mismo año, que indica que se debe asegurar "la prevención de la gestación en todos los casos de la manera más eficaz posible".

"Esto ha supuesto un gran avance porque hay muchos factores que pueden dificultar la adquisición de la medicación: la necesidad de localizar una farmacia abierta cuando muchas veces la atención se realiza de madrugada, el desconocimiento de su localización, puede haber dificultades de movilidad o de dependencia de otra persona para desplazarse, carecer de dinero -ya que la píldora del día después es de libre dispensación pero no está financiada-, el desconocimiento del idioma si la mujer es extranjera, la necesidad de ducharse o cambiarse de ropa, la necesidad de volver a su domicilio por cuidado de menores o familiares dependientes...", enumera Renuncio, que insiste en que todo esto revictimiza a una mujer que acaba de ser violada y tiene miedo a quedarse embarazada.

En este sentido, reflexiona sobre si las mujeres que son atendidas en el HUBU tras una agresión sexual son todas las que las sufren o no serán únicamente la punta del iceberg de un problema aún muy invisibilizado: "Sabemos que en muchas ocasiones no se denuncia y que la mayoría de las agresiones se producen por parte de un hombre conocido por la víctima, las violaciones casi siempre son en el ámbito de la mujer y no como estamos acostumbrados a pensar, quizás por el influjo de las películas, en una calle oscura con un violador desconocido agazapado, aunque también haya algún caso así".

En el documento de la Consejería de Sanidad se indica que cuando llega a urgencias de un hospital una mujer explicando que ha sufrido una agresión sexual se avisa al forense de guardia y en un único acto se le realiza la evaluación ginecológica y forense "sin exploraciones innecesarias para reducir el impacto psicológico en la víctima".

Después de la recogida de muestras, tanto las de interés legal como las que tienen como objetivo el cribado de las infecciones de transmisión sexual (ITS), se debe asegurar la prevención de la gestación con diferente medicación en función del tiempo que haya pasado desde la agresión, la prevención de las ITS (sífilis, gonococia, clamidias, tricomonas) y la del vih/sida, para lo que se interviene desde el servicio de Medicina Interna. Si se observa en la mujer mucha sintomatología psicológica o tiene antecedentes de enfermedad mental el psiquiatra de guardia indicará si hay necesidad de tratamiento agudo y al alta se le derivará a Salud Mental.

Posteriormente, se realiza el parte de lesiones y se remite al juzgado de guardia, se recomienda a la mujer que acuda a su médico de familia si tiene determinados síntomas y se realiza un plan de seguimiento con citas para atención psicológica o con una trabajadora social si fuera necesario. A los diez días de acudir al hospital, a las 4-6 semanas y a los seis meses están previstos controles ginecológicos y en Atención Primaria. Es conveniente que se le asesore sobre las asociaciones que pueden prestarle asistencia jurídica y psicológica. En Burgos, como se sabe, atienden a las mujeres en estas circunstancias Adavas (Plaza Alonso Martínez, 7, www.adavasburgos.es, 600466123) y La Rueda (Cabestreros, 2, www.laruedaburgos.org, 648662342).

Crecen año tras año las denuncias por agresiones sexuales. Según los datos que el Ministerio del Interior facilita anualmente y que dan la foto fija de la criminalidad de las ciudades, los delitos sexuales no paran de crecer en Burgos. Así, en 2019 se incrementaron un 13,8% mientras que entre el año 2017 y el 2018 lo hizo un 3,2%, unas cifras que ponen de manifiesto también que las mujeres denuncian cada vez más, situación que valoraba muy positivamente el comisario Jesús Nogales, cuando hace unos meses durante el acto de la festividad de la Policía Nacional, celebró que las mujeres "por fin no pasan ni una en los delitos sexuales".