A tan solo unos metros de la playa de Ostende, se encuentra el Versluys Dome, donde el Hereda San Pablo estrenará hoy (20.00 horas/DAZN) su condición de campeón de la Basketball Champions League. Es un estadio coqueto, sencillo y con capacidad para unos 5.000 espectadores. Allí se entrenó ayer el equipo de Joan Peñarroya con las gradas completamente vacías, imagen casi idéntica a la que se vivirá hoy en el partido. No habrá honores para el defensor del título ni ambiente hostil. La pandemia obligará a jugar el encuentro a puerta cerrada y el único grito de aliento que se oirá desde la grada será el silencio. Es la nueva normalidad del deporte que ahoga cada vez un poco más el espectáculo.
La buena noticia es que los castellanos no tendrán el ‘factor cancha’ en contra, pero deberán luchar contra el cansancio después haber jugado un exigente duelo en la pista del Valencia Basket hace tan solo 48 horas. La moral está por la nubes por el triunfo, pero las piernas pesan un poquito más que ayer.
La convocatoria será idéntica a la de La Fonteta. Es más, la expedición azulona ni siquiera pasó por Burgos, sino que llegó de madrugada a Madrid, se echó una siesta y, a primera hora de la mañana, cogió un avión rumbo a Bruselas. Una vez allí, recorrió en autobús la hora y media que separa la capital belga de Ostende. «No hemos podido descansar bien, pero después de las tres semanas que llevábamos, la victoria en Valencia nos reencuentra con nuestro juego y nos viene bien para lo que tenemos que afrontar», comentó Peñarroya.
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