Derriban la cafetería de la vieja estación que no se estrenó

H.J.
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El espacio de restauración, elemento estrella del proyecto de remodelación que costó 2,5 millones hace cuatro años, dará paso a un laboratorio para la reconversión científica y tecnológica que afronta el edificio

Los trabajos de remodelación interior han mantenido vallada la zona durante los últimos días. - Foto: Jesús J. Matías

La ciencia y las cañas no son demasiado compatibles. No al menos en el seno de la antigua terminal de ferrocarriles, que afronta una nueva vida convertida en La Estación de la Ciencia y la Tecnología, para lo cual ha sido necesario sacrificar el espacio destinado a la restauración.

Hace cuatro años que el elegante edificio decimonónico estrenaba su remodelación. Costó 2,5 millones de euros y permitió conservar el inmueble, pese a haber perdido su sentido ferroviario tras la salida de los trenes del centro de la ciudad.

En aquel entonces la cafetería y la terraza aparecían como elementos estrella para darle vida al edificio, pero ninguno de los dos se han llegado a utilizar ni un solo día. Se habló de problemas de espacio para las hipotéticas neveras, también de dificultades para independizar los consumos de esta zona y del resto del edificio. El caso es que nunca hubo un adjudicatario de su explotación. No se ha servido ni una cerveza ni un café.

La Universidad de Burgos y el Ayuntamiento se reparten la inversión del proyecto de la Estación de la Ciencia que ahora se está ejecutando y que requerirá unos 500.000 euros para adaptar espacios, comprar equipamientos y su mantenimiento.

En él se contempla un laboratorio precisamente en el antiguo espacio de la cafetería, que por eso está siendo desmantelada estos días. Allí, según la descripción de ‘AJO Taller de Arquitectura’, irá «un invernadero-laboratorio aprovechando la mayor parte de la configuración actual», para lo cual hay que «abrir el espacio de cocina y parte de la barra para crear un espacio abierto de trabajo más amplio» y se podrán mantener «los dos frentes enfrentados de encimera que se convertirán en lugares de estudio y experimentación».

Tampoco en exteriores. Tampoco sobrevivirá la pérgola trasera, que a buen seguro habría sido una terraza cotizada en estos tiempos de pandemia. En su lugar, «se reconvertirá en un invernadero de uso didáctico en el que los alumnos participarán de las distintas etapas del crecimiento vegetativo. Para ello se readaptará el espacio para conseguir las condiciones más idóneas posibles para el desarrollo de las plantas, procurando un sistema de climatización y otro de riego», con cultivos hidropónicos y semilleros.

La concejala de Juventud, Estrella Paredes, apunta que hasta ahora la vieja estación «no tenía un proyecto muy claro», al menos en la parte de restauración, «pero ahora arrancamos con otro concepto y será un lugar donde se van a desarrollar temas científicos» destinados a un público infantil y juvenil. Esto «implica el aprendizaje y sobre todo la esperanza de despertar la curiosidad científica en la gente menuda, de una manera accesible y sobre todo tangible, que es como las cosas se nos quedan de manera más duradera», subraya.

«Acercar las STEM (ahora que se llevan tanto las siglas anglosajonas que corresponden a ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) a las personas más jóvenes para animarles a continuar sus estudios en esas ramas, así como desarrollar sus capacidades, es un deseo de esta concejalía al que creemos que podemos aportar nuestros esfuerzos por medio de la puesta en marcha de este proyecto», comenta Paredes.

Se prevé que los trabajos finalicen «en breve», por lo que su presentación pública tendría lugar a lo largo del verano. De cara al próximo curso, y ya previsiblemente con la pandemia bajo control gracias a las vacunas, llegará el momento de dotar de nueva vida a la estación.