La ecuación imposible del pollo

R.E. MAESTRO
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Los ganaderos Amador Galerón y Roberto Esteban aseguran que esos costes llegan a los 7.500 euros mensuales y que, pese a lo que paga el consumidor, ellos solo reciben 42 céntimos por animal criado

Amador Galerón (izq.), de Castrillo de Murcia, y Roberto Esteban, de Prádanos de Bureba, denuncian lo poco viable que resulta el sector en la actualidad. - Foto: Jesús J. Matías

Si la frase de «a ver cómo nos calentamos este invierno» se ha convertido en algo común en cada conversación este año ante la preocupación que existe en los hogares por los costes disparados de luz y gas, imagínese lo que supone mantener un espacio a 33ºC y que su negocio dependa de ello. Tan solo tienen cuatro días de vida los pollitos que ya se encuentran en la granja de Castrillo de Murcia y ahora requieren elevadas temperaturas para poder crecer, lo que se antoja más difícil que nunca lograr. Amador Galerón, responsable de la explotación, reconoce que el precio de la luz se ha triplicado mientras se ha duplicado el del gas, lo que ha generado que la incertidumbre se adueñe del sector y haga temer por su futuro cuando los beneficios que obtienen por cada animal apenas han variado durante este tiempo.

«¿Quién se lleva la subida del pollo, dónde se queda ese dinero?», se pregunta Galerón, que no entiende que pese a que los consumidores tengan que pagar mucho más ahora por este producto cuando acuden al mercado los ganaderos no se vean beneficiados. «Creo que las grandes cadenas», opina sobre a quién considera responsable de esta situación. De hecho, explica que  ellos únicamente reciben unos 42 céntimos, aproximadamente, por cada pollo. Evidentemente se trata de una mínima parte si se compara con el precio final al que lo puede adquirir la gente y lo peor es que pese a la inflación esa cantidad no ha sufrido variaciones. «Tenemos el mismo contrato que en 2018», se queja. Una de las principales reclamaciones consiste en una mejora de los contratos que tienen, adaptados al momento actual, y que en opinión de Galerón debería rondar los 55 céntimos por animal.

Desde 1987 lleva Amador Galerón dedicándose al sector en Castrillo de Murcia, municipio de la comarca Odra-Pisuerga, pero no recuerda una situación tan mala. Su proyecto ha ido creciendo poco a poco hasta alcanzar las cuatro naves -dos ubicadas en el pueblo y otras dos en dirección a Villandiego- y los 100.000 pollos, una cifra que ahora le permite tener una persona contratada puesto que con menos cantidad resulta imposible. «Si llego a hacer ahora una explotación de este tamaño y no cuento con el dinero, no me hubiese quedado más remedio en esta crisis que cerrar», expresa, para desarrollar que quien haya invertido recientemente tendrá verdaderas dificultades para continuar por lo que supone el mantenimiento.

Los pollos llegaron hace solo cuatro días a la granja y deben estar entre los 33 y los 35 grados.Los pollos llegaron hace solo cuatro días a la granja y deben estar entre los 33 y los 35 grados. - Foto: Jesús J. Matías

Toda una vida lleva también Roberto Esteban, de Prádanos de Bureba, rodeado de pollos. Empezó a los 20 como autónomo y 30 años después ve «inviable» arrancar en este sector. Pone cifras sobre la mesa para demostrarlo y para que cualquiera compruebe su situación. Calcula que cada mes entre gas y luz se pueden llegar a pagar hasta 7.500 euros. «En invierno hace falta mucho calor, pero en verano también hace falta frío porque al final de su vida el animal necesita solo 20ºC», comenta Isabel de Blas, que se encarga de las tareas de administración de esta granja.

En el caso de la instalación de Prádanos, también con cuatro naves, la evolución de las facturas muestra perfectamente ese «sufrimiento» que atraviesan. Así, en el mes de agosto de este año han tenido que pagar de luz hasta 3.500 euros, mientras que si se mira hace un año se quedó como máximo en un mes en 1.200 euros. Y eso teniendo en cuenta que tienen «granjas eficientes» y que han ido modernizando con el tiempo. «¿Cuánto va durar este bache? Lo veo negro un año y medio», comenta Esteban. «Quien no tiene una explotación eficientemente energética está muerto, es lo que más ha subido», asegura. Uno de los golpes más duros que han recibido es el impuesto del gas, que creen que no debería haber afectado al sector.

Las organizaciones profesionales agrarias, Asaja, Coag y Upa, ya se han dirigido a la patronal Avianza -que aglutina a las industrias integradoras-, a las asociaciones de la gran distribución y al Ministerio de Agricultura para exigir un «cambio de actitud inmediato» que asegure la supervivencia de los granjeros. Informan de que ha crecido notablemente el número de titulares de granjas que han manifestado su intención de dejar el negocio al acumular pérdidas y avanzan que existe la posibilidad de un «enorme riesgo de desabastecimiento» de carne de pollo y pavo en el país.

Un millón para empezar. Encontrar relevo generacional en el sector es una de las grandes preocupaciones, pero los granjeros entienden que con los precios actuales parece impensable que alguien se quiera lanzar a esta aventura. La inversión para quien quiera empezar la cifran en un millón de euros, para aquel que deba adquirir una parcela, vallado, nueva instalación, almacén, enganches de luz, máquinas... a lo que sumaría el gasto mensual de luz y gas.

Ambos ganaderos consideran que la solución no pasa en ningún caso por parar la actividad como protesta, pero creen que se deben realizar subidas de contrato inmediatamente. «Es mejor la mesa de diálogo», defienden. Galerón reconoce que la integradora le dará 0,035 euros más por cada pollo sacado hasta enero por la crisis. «Eso nos da un poco juego para mantener el gas y la luz», dice. Asume, además, que «la integradora también lo estará pasando mal» y en ningún caso considera que está siendo el eslabón que traba la cadena. Como se asegura desde las organizaciones agrarias, «las granjas de producción están pagando la factura de esta crisis, junto con   los consumidores», puesto que pese al encarecimiento del producto no se ha producido un reparto de ese aumento en la cadena de valor.