La temporalidad aumenta y ya supera el 92% de los contratos

Adrián del Campo
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El peso de Aranda en la empleabilidad de la Ribera también se incrementa y en 2019 la capital acumuló más del 60% de los acuerdos. El sector servicios y el agrícola ganan importancia y la pierde el industrial

El sector agrícola, donde la temporalidad es muy elevada, es uno de los que más contratos generan en la Ribera. - Foto: A. del Campo

La temporalidad sigue sacudiendo el mercado laboral de la Ribera del Duero burgalesa. Un año más, la mayoría de contratos temporales es aplastante y el 92,13 por ciento de los firmados en la comarca durante 2019 fueron eventuales, es decir, 21.321 de los 23.131 acuerdos cerrados durante todo el pasado año. Las cifras son más alarmantes si se tiene en cuenta que la temporalidad aumentó respecto a 2018, en concreto la falta de estabilidad ha aumentado casi un punto, del 91,2 al 92,13 por ciento ya citado. En cuanto a términos absolutos, hay que puntualizar que en 2019 se sellaron más empleos que en 2018, 23.131 respecto a 22.818.

Con la temporalidad abarcando la inmensa mayoría del mercado laboral ribereño, el poco espacio que queda se lo reparten los contratos inicialmente indefinidos, que en 2019 fueron un total de 693, el 2,99 por ciento, y los convertidos a indefinidos, que supusieron 1.094 permutas, el 4,72 por ciento de los 23.131 contratos registrados en la comarca. Estas cifras también varían respecto a 2018. Entonces hubo más contratos inicialmente fijos, hasta situarse en el 4,3 por ciento de todos los sellados, y el peso de las conversiones fue algo menor, quedándose en el 4,5 por ciento.

Si en España parece que se están creando dos velocidades, una para las grandes urbes y otra para el medio rural, en la Ribera, al menos en lo que a empleabilidad se refiere, la tendencia es similar. Aranda acumula el 60,6 por ciento de todos los contratos firmados en 2019, 14.026 de los 23.131, y aumenta su relevancia en este ámbito. Concretamente la capital ribereña ha incrementado su peso contratador un tres por ciento en solo un año, ya que en 2018 la villa registraba el 57 por ciento de todos los acuerdos laborales de la comarca. 

En los pueblos ribereños el ritmo de empleabilidad es muy diferente al de Aranda y se dan casos de todo tipo. Como es lógico por términos de habitantes, Roa es el municipio que más contratos cerró en 2019 tras Aranda, con una media de más de 150 acuerdos mensuales. Esa marca queda muy lejos para el resto de localidades, para las que superar los 30 nuevos trabajos al mes es todo un hito. Aquí, entre las poblaciones que se mueven en la media alta de empleos ofertados suelen aparecer Gumiel de Izán y De Mercado, Fresnillo, Fuentespina o La Vid y Barrios, eso sí con altas en sectores muy diferentes. Los dos gumieles ganan sus contratos en la agricultura, mientras Fresnillo lo suele hacer, al menos de forma menos estacionalizada, en la industria, y de igual forma ocurre en La Vid y Barrios con el sector servicios, entre el que se encuentra la hostelería como gran  motor. En el otro extremo aparecen pueblos que están meses sin firmar un solo contrato, como Santa María del Mercadillo, Pardilla u Hontangas.

Si hace unas semanas el vicepresidente de Asemar, Roberto Rojo, alertaba en una entrevista en este periódico de que Aranda se estaba olvidando de su naturaleza industrial y de la importancia de este sector, los datos en cuanto a contratos le dan la razón. El sector empresarial redujo su peso en la contratación durante 2019. En dicho año, la industria firmó 4.190 acuerdos, un 18,1 por ciento del total, lo que supone una bajada de un punto y seis décimas respecto a 2018. Por el contrario, la agricultura y los servicios, también por su mayor temporalidad, han aumentado su importancia en los contratos firmados. En 2019 el campo registró 8.631 nuevos empleos, el 37,3 por ciento del global, y los servicios 9.813, el 42,4 por ciento. 

La brecha de género también se nota en los nuevos trabajos generados en la Ribera. El año pasado los hombres disfrutaron de casi tres mil contratos más que las mujeres. La relación se iguala al hablar de temporalidad, ambos géneros la sufren. Eso sí, ellas cierran más contratos inicialmente indefinidos, pero ellos más conversiones a fijos. En todas las estadísticas del ministerio de Trabajo se observa la estacionalidad del empleo en la comarca, que en los meses de vendimia llega a triplicar la contratación de un mes normal.