Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Nuestros vecinos votan; ¿nosotros?

13/11/2021

Entre enero y abril, portugueses y franceses estarán inmersos en importantes elecciones, legislativas los primeros, presidenciales los segundos. Serán, piensan los analistas, elecciones continuistas, que dan por casi segura la reelección del socialista Antonio Costa y del 'centrista' Macron, que tendrá que vérselas con un rival inesperado hace poco tiempo: el 'ultra' y sedicente bonapartista Eric Zemmour. De momento, España no contempla entrar en un proceso electoral general como sus vecinos. No hasta finales de 2023, según las fuentes oficiales. Pero eso es cada día menos seguro.

Portugal ha tenido que adelantar sus elecciones al 30 de enero porque se rompió el acuerdo que los socialistas tenían con comunistas y el Bloco, la famosa 'gerinconça', que no era coalición de gobierno sino acuerdo de Legislatura. No hubo pacto para los Presupuestos, porque los comunistas se opusieron, y los lusos han sido llamados a las urnas pese a su desaprobación: un 54 por ciento se manifiesta en contra.

Pocas cosas indican que algo similar (pero diferente), en este caso la ruptura de la coalición con Unidas Podemos, vaya a darse en España... a menos que un tema tan importante como las pensiones haga saltar por los aires un acuerdo que, en todo caso, se romperá cuando la vicepresidenta Yolanda Díaz termine de montar su plataforma, que este sábado da su primer paso en público en Valencia, y comience a velar sus armas preelectorales.

Apostar por un adelanto electoral en España sería ahora demasiado arriesgado. Sin contar con que unas alecciones serían inconvenientes en unos momentos en los que Europa nos mira muy fijamente antes de soltar los fondos 'next generation'. Pero cierto es que el entendimiento entre socialistas y 'podemitas' se agota, por mucho que afronten juntos la indignidad de la votación del jueves sobre las vacantes del Tribunal Constitucional y por mucho que la 'derogación' de la reforma laboral se haya pactado al final como una simple 'reforma de la reforma', como mucho.

Lo de las pensiones, tan farragosamente explicado por el ministro Escrivá, es ya muy otra cosa: se juega con las cosas de comer para una gran parte de la población más empobrecida y más airada. Y que vota.

Me dicen que algunos 'cabezas de huevo' en Moncloa parecen pensar que 'cuando las barbas de tu vecino portugués veas pelar...', al tiempo que contemplan con cierta aprensión el ascenso, indudable aunque no demasiado rápido, del Partido Popular en las encuestas. Algún día, cuando el PP deje de pegarse tiros en el pie a cuenta de no se sabe bien qué rencillas internas, es posible que la distancia entre los partidos mayoritarios se ensanche.

Portugueses y franceses votan a comienzos de 2022. Ya digo que, en principio, no creo en un 'efecto contagio'; no tiene por qué haberlo. Pero, pese a la segura aprobación de los Presupuestos, ya digo que los lazos que unen a la coalición gobernante se debilitan, en buena parte porque Podemos, alarmada por el empuje de los planes de Yolanda Díaz, va como un pollo sin cabeza, en busca meramente de titulares que la congracien con un electorado que se le marcha hacia otros parajes. Así que el abanico de posibilidades podría estar más abierto de lo que parece: mire usted, sin ir más lejos, la cantidad de cosas que han ocurrido desde las últimas elecciones, hace apenas dos años. Hagan juego, señores.