Proyecto Hombre, al rescate de adictos a la tecnología

A.G.
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Los chavales atendidos por enganche a redes o a vídeojuegos suman ya el 28% del total de todos los que acuden a Proyecto Joven. El director, Manuel Fuentes, asegura que los casos que ya están en tratamiento no son «ni la punta del iceberg»

Proyecto Hombre, al rescate de adictos a la tecnología - Foto: Luis López Araico

No por casualidad el programa con el que Proyecto Hombre ayuda a los más jóvenes a librarse de un mal uso o de una adicción a la tecnología (sobre todo, redes sociales y vídeojuegos, pero también internet de forma general) se llama Ariadna. Fue esta princesa cretense la que le dio un ovillo de lana a Teseo para que no se perdiera al salir del laberinto tras haber matado al Minotauro, y, de la misma manera, los terapeutas que allí trabajan ofrecen la ayuda necesaria a los adolescentes y sus familias cuyas vidas se han trastocado por un uso inadecuado de ordenadores y móviles. Lo hacen de dos maneras: a través de la prevención y con la intervención en los casos más graves. En la primera, se aborda el asunto desde que los chavales tienen diez años, en 5º de Primaria, con cursos de formación en los colegios. En lo que va de año se han realizado 42  (que constan de 4 sesiones cada uno) dirigidos tanto a los chavales como a las familias.

«No se trata de eliminar absolutamente el consumo como ocurre con las sustancias porque eso supondría, incluso, marginar socialmente al joven; el objetivo es ayudar a hacer un uso controlado», explica Manuel Fuentes, director de la entidad, quien subraya que Proyecto Hombre lleva ya más de una década trabajando con las denominadas adicciones sin sustancia, tanto en adultos como en jóvenes, y que ofrece terapias no solo frente a quien tiene problemas con las tecnologías sino también a personas enganchadas al juego, al sexo, a las compras, etc.

Además de las charlas informativas, en lo que va de año se ha intervenido de una forma activa en 28 casos de adolescentes y jóvenes que tienen lo que Fuentes llama «una problemática reconocida» y esto supone, aproximadamente, alrededor del 28% de todos los jóvenes que acuden a Proyecto Hombre a pedir ayuda, una cifra muy abultada, reconoce Fuentes, pero que, a su juicio, es coherente con los estudios que existen a nivel nacional.

Es importantísimo, para este experto, distinguir entre el consumo abusivo y la adicción. En el primer caso, explica, se trata de una fase anterior a la adicción y es una situación en la que aún no hay pérdida total de control aunque el comportamiento se esté deteriorando y se salga de los parámetros que entendemos como normales para mantener un equilibrio en la vida de las personas y «para compatibilizar con las tareas del ciclo vital del joven en ese momento: estudios, socialización, deporte...». Este es un buen momento para intervenir porque ya existe el problema pero aún no es una adicción. De ella se empieza a hablar cuando la pérdida de control ya es completa «y la persona está mucho más enganchada».

El director de Proyecto Hombre añade que la adicción a la tecnología casi siempre se solapa con otros problemas, por lo que resulta complejo reconocerla como tal, y son siempre otras cosas las que aparecen dando la cara: asuntos como el absentismo y el fracaso escolar, comportamientos impulsivos e incluso agresivos, ruptura de normas y límites, consumo de alcohol o de cannabis...:«Muchas veces se ve todo eso y cuando se explora aparece un comportamiento abusivo de la tecnología muy importante».

¿Y qué va antes? ¿Son chicas y chicos adictos a las redes o a vídeojuegos que por esa compulsión beben, fuman porros y se comportan de forma disruptiva o es el consumo de alcohol y cannabis lo que les lleva a engancharse también a internet? «No hay un dogma para todos los casos pero sí que el enganche con la tecnología es un aspecto muy relevante del comportamiento del joven que si no está regulado facilita una desestructuración de todos los demás aspectos. Y si se regula, la persona va adquiriendo control sobre otras áreas de su vida, porque el control se contagia de tal manera que si esto no se controla dificulta mucho el proceso de cambio». Por sexos, prácticamente son chicas y chicos a partes iguales los que precisan ayuda, aunque ellas se enganchan en mayor medida a las redes sociales y ellos a los vídeojuegos.

Proyecto Joven es el área de trabajo de Proyecto Hombre dedicado a las adicciones de personas hasta los 21 años aunque el grueso de sus usuarios tienen entre 15 y 17. Consta de ocho programas diferentes, entre los que se encuentra el Ariadna, que aborda las adicciones sin sustancia, y en lo que va de año ha trabajado con 106 chicas y chicos, 168 familiares (padres, padres, abuelos) y 95 familias de forma conjunta. Por allí pasan adolescentes con consumos iniciales o de riesgo de alcohol y cannabis y con problemas con el juego, y se forma a padres y padres de chavales en riesgo. Algunos de los casos llegan a través de las charlas que se dan en los colegios pero hay muchos otros derivados de otros recursos sociosanitarios de la ciudad: centros de salud, ceas, Salud Mental...

En la terapia que se ofrece a los jóvenes, Proyecto Hombre pide la implicación de la familia y que todas las partes se involucren. El primer paso que se da es trabajar para que se reconozca que existe un problema «recogiendo la visión de todas las partes porque todas nos van a hacer falta»: «Suele ser habitual que los jóvenes no reconozcan el enganche a los vídeojuegos, el móvil o el ordenador, aunque sí detecten las consecuencias que les está trayendo porque las están viendo, y por ahí solemos empezar. Después, se hace un análisis de la repercusión que tiene en la vida de todos los implicados y se van abordando todos los aspectos relevantes para la vida del adolescente y que se han visto dañados como la generación de identidad, la autoestima, la autoeficacia y, en general, el control de su vida».

 

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