Sin fronteras hay alegría

A.C.
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La hostelería y el comercio dan la bienvenida al desembarco vasco y esperan que rescate la deprimida economía comarcal, pero también piden prudencia y respeto a las normas sanitarias para evitar un aumento de los contagios

Sin fronteras hay alegría

La calle y el consumo están "muy tristes" en la comarca. Estás palabras están en boca de todos. Solo hay que salir por Medina de Pomar y Villarcayo, los principales centros de servicios de la comarca, para comprobar como un viernes por la tarde con más de 20 grados que ayer invitaban a disfrutar de las terrazas, la mayoría están a medio gas y muchos negocios de hostelería mantienen la persiana bajada, más en Medina donde la alta incidencia de contagios ha llevado a prohibir el consumo en interiores. En las tiendas tampoco hay movimiento. La ecuación es clara, con vascos las cuentas se equilibran, y por ello casi todos los consultados tanto en la hostelería como en el comercio recibieron ayer con alegría la apertura de las fronteras de Euskadi. Esperan que las economías de sus negocios respiren un poco gracias al inminente desembarco de los visitantes vascos, vizcaínos en su mayoría, que ya se espera esta misma madrugada.

Desde la Asociación de Hostelería de las Merindades (Ahomer), que preside Juan Gutiérrez-Solana, recogen el fin del estado de alarma y la llegada de los vecinos de Euskadi "con cierto optimismo, viendo la luz al final del túnel", pero a la vez piden "prudencia máxima a la hostelería, porque no servirá de nada relajarse ahora y pasar un verano con restricciones de horarios o aforos, si vuelven a aumentar los contagios". Por el mismo motivo, también reclaman "cuidado y prudencia a la ciudadanía" en sus reuniones privadas, donde ya no estarán sujetos a limitación alguna, al decaer el estado de alarma.

No obstante, esperan un verano en el que tienen puestas "altas expectativas de trabajo gracias a la afluencia de turismo y de asiduos veraneantes que tienen verdaderas ganas de volver y pasar en la comarca todo el verano". Desde Ahomer se muestran convencidos de que la tendencia del estío de 2020, en que se prefería el medio rural frente a otros destinos, va a continuar siendo la tónica.

Sin fronteras hay alegríaSin fronteras hay alegría

Esperanza. La presidenta de la Asociación de Empresarios de Las Merindades (Ame), Carol Fernández, sostiene que en este colectivo "nos alegra mucho que venga toda la gente, pero sanitariamente estamos un poco preocupados". A renglón seguido admite que la situación para muchos negocios es "agónica y la llegada de la clientela vasca nos da esperanza en que se mueva la economía y poco a poco vayamos volviendo a la normalidad".

Muchos empresarios afirman que si no fuera por la cantidad de vizcaínos con segunda residencia en la comarca, muchos negocios desaparecerían, porque el tejido comercial y hostelero está dimensionado para atender tanto al cliente local como al foráneo, que muchos calculan que supone el 50% del volumen de negocio en muchos establecimientos, sobre todo, los fines de semana. Los comerciantes y hosteleros ya han perdido el aluvión de la Semana Santa, la Feria de Saldos, el comercio en la calle... y lo están notando mucho. Ahora, numerosos hosteleros avanzan que rescatarán a sus trabajadores este mes, si todo va bien, y eso también ayudará a la economía comarcal.

La presidenta de la Asociación Comercio Local de Villarcayo (Acolvi), Marisa Gutiérrez, coincide con el resto en que "para nuestros negocios es necesario que haya movilidad, porque la inyección de dinero que llega de los vascos nos beneficia a todos". "Es primordial que el dinero se mueva", señala esta comerciante veterana, sabedora de que, aunque no todos los negocios salen ganando en igual medida gracias al turismo residencial, "si a un empresario de Villarcayo le va bien por los vascos y tiene empleados, ese mismo empresario y esos empleados consumirán más en el pueblo". Como otros empresarios de Villarcayo, Gutiérrez destaca la importancia de los vascos, pero también de madrileños, una porción importante de visitantes que tampoco han podido acercarse a la comarca desde que Castilla y León cerró sus fronteras el 10 de enero. El País Vasco tomó la misma medida dos semanas después y su Tribunal Superior de Justicia impidió ayer al Gobierno de Urkullu mantenerla, tal y como planeaba.