Pueblos de Burgos, en el 'top 10' contra el cambio climático

H. JIMÉNEZ
-

Rábanos y Riocavado de la Sierra se encuentran entre los ayuntamientos españoles con un uso más sostenible de la superficie de su término municipal, según un informe de Greenpeace

En el término municipal de Rábanos están empadronadas 83 personas. Tocan a cientos de árboles por cabeza. - Foto: Jesús J. Matías

Una enorme pintada, realizada cuidadosamente en el lateral del polideportivo de la localidad, advierte al visitante acerca de los atractivos del pueblo: «Alarcia, oxígeno y naturaleza». Bien lo saben Arantxa, Ana y Honorato, tres de los habitantes de esta pequeña localidad situada junto al pantano de Úzquiza, que disfrutan cada día de sus largos paseos mañaneros por estos parajes atestados de pinos, robles y hayas.

Ellos ya sabían que viven en un tesoro natural, sin que nadie tuviera que venir a constatarlo, pero ahora además cuentan con el aval de la organización Greenpeace. El municipio de Rábanos, al que pertenece la Junta Vecinal de Alarcia, figura en el ‘top ten’ de localidades españolas que menos agravan el cambio climático. Semejante reconocimiento acaba de constatarse en el informe ‘Habla Rural’ en el que se analizan las actividades a las que se destina la superficie total de todos los municipios de España.

En el listado aparece además otro ayuntamiento burgalés, el de Riocavado de la Sierra. De hecho, Burgos es la única provincia que cuenta con dos representantes en este cuadro de honor donde también hay representantes de pueblos de Lérida (Caneján), Ávila (Navaescurial), Cantabria (San Roque de Riomiera), La Rioja (Viniegra de Arriba), Castellón (Torralba del Pinar) y Cuenca (Valsalobre).

Todos ellos tienen en común un buen uso del territorio, según la metodología empleada por los ecologistas. «En su superficie apenas se emiten gases de efecto invernadero y contienen ecosistemas naturales que actúan como sumideros de carbono», dice Greenpeace. En concreto, Riocavado de la Sierra apenas tiene un 0,08% de su superficie que contribuya al cambio climático, mientras que un 99,9% ayuda a la conservación de la biodiversidad. Por su parte, Rábanos también presenta este 99,9% y solo un 0,11% es perjudicial para el medio ambiente.

Se considera que contribuyen al cambio climático las actividades relacionadas con el transporte, la industria, la agricultura o la ganadería, el residencial y los residuos, mientras que en el efecto contrario se sitúan los hábitats naturales como bosques, pastos, matorral, humedales o salinas, y también aquellos seminaturales como las huertas, los mosaicos de cultivos con vegetación y los prados.

Celestino Páramo, alcalde de Rábanos, se muestra sorprendido por la inclusión de su pueblo en el listado nacional. A su municipio pertenecen las juntas vecinales de la propia Rábanos, Alarcia y Villamudria. «Estos son pueblos muy pequeños», comenta. Según Greenpeace, 83 habitantes entre los tres. Y muy poca actividad industrial. «Hay una explotación de ovejas en Rábanos, en Villamudria hay ovejas y vacas y en Alarcia vacas. Lo demás es todo monte, ya apenas se siembra. En Alarcia y Villamudria casi todo son pinares y unas pocas hayas, mientras Rábanos tiene una dehesa para las ovejas, pinos y robles».

Páramo admite que figurar en un listado como el de los ecologistas «es positivo, pero al mismo tiempo un poco triste. Porque también significa que no hay apenas actividades, y las administraciones no ponen facilidades para que la gente viva aquí».

En Alarcia, al menos, la cantina supone un lugar de referencia. Atendida desde hace cinco años por Ana, tiene justo enfrente un párking pensado para caravanas y hasta un punto de recarga de vehículos eléctricos, todo un avance que sorprende en este entorno.

Valor monetario o real. Con los parámetros convencionales de los urbanitas, alguien podría tener la tentación de compadecerse de los pueblos pequeños y pobres. Sin embargo Paloma Nuche, doctora en Ecología y autora del informe de Greenpeace, niega la mayor: «Hay un debate eterno entre desarrollo y conservación, pero queremos poner en valor aquello que parece que no lo tiene. Esta percepción es solo desde el punto de vista monetario. La economía y el dinero son algo creado por las sociedades y para la que la vida funciones necesitamos otro tipo de riqueza, los servicios ambientales que aportan los ecosistemas».

Apunta, de hecho, que ya hay líneas de investigación científicas y económicas «que están tratando de calcular cuánto costaría, por ejemplo, la depuración que hace un río de forma natural o el trabajo que hacen los bosques en la absorción de carbono».

Nuche concluye que la propuesta de Greenpeace es «una transición agroecológica» que conjugue el desarrollo rural necesario con los modos de producción primaria, fomentando por ejemplo los cultivos a pequeña escala y con vegetación de linde. Si pueblos tan pequeños como Riocavado o Rábanos lo consiguieran, lograrían más actividad económica sin perder sus valores ambientales.