La vacunación masiva de hace un siglo

R.P.B.
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Hace ahora cien años que la Alcaldía de Burgos promulgó un bando en que se instaba al vecindario a vacunarse contra la viruela so pena de multas y prohibiciones de acceso a lugares

La calle de la Paloma, en el primer tercio del siglo XX. - Foto: Fondo Cortés / AMBU

En plena campaña de vacunación contra la covid-19, esa suerte de esperanza con la que la humanidad afronta el año nuevo, no deja de haber voces contrarias o refractarias, herlados del negacionismo que hace ahora cien años lo hubieran tenido bien complicado para llevar una vida normal. No en vano, en lo más crudo del invierno de 1921, el alcalde de esta ciudad, señor Ricardo Díaz-Oyuelos Conde, dictó un bando en el que dejaba meridianamente claro la necesidad y obligación de que los burgaleses se vacunaran contra la viruela.Es más que posible que tanta insistencia estaba atizada por el recuerdo cercano de la epidemia de gripe que asoló la provincia en 1918 y 1919. Nadie había olvidado el drama de aquellos meses, las esquelas, los anuncios de zotal, los muertos que se multiplicaban, la saturación del Hospital de San Juan, lo que había llevado al Concejo a pedir a la población que cediera camas para ocupar la cesión de espacios que hicieron los Caballeros hospitalarios de la Concepción, como contó el historiador Pablo Méndez en su imprescindible libro Burgos siglo XX . Luces y sombras (Berceo).

Sea como fuere, y ya desde septiembre de 1920, con recordatorio en enero y marzo del 21, el bando, que recogieron también los periódicos, era prístino: "Que con el fin de evitar que la infección variolosa haga presa en el vecindario de la capital, he dispuesto que los médicos de la Beneficencia municipal, en sus designados distritos, vacunen y revacunen gratuitamente a los pobres que lo soliciten, cuidando de hacer la estadística necesaria para dar cumplimiento a las disposiciones vigentes en la materia ".

En el texto se recordaba a los habitantes de Burgos la "obligación" para todos de vacunarse y revacunarse, tesis que cobra cada vez más visos de que pueda repetirse para con el coronavirus: ya hay voces que se imaginan un futuro en el que se tendrá que acreditar el certificado de vacunación para habitar determinados espacios o realizar ciertas actividades. En el caso de hace cien años, quienes incumplieron la ley se exponían a multas y sanciones recogidas en el Código Penal. Comoquiera que fuera, si uno no estaba vacunado en el año 1921 no podía asistir a la escuela, ni acceder a los hospicios, colegios ni establecimientos de ninguna clase "a los niños o adultos que no justifiquen estar vacunados, ni se facilitará trabajo en las obras municipales, a los que no hubiesen cumplido ". Cien años no es nada, podría decirse echando ahora la vista atrás. Cien años en los que la población se ve asediada nuevamente por un virus para el que, por fortuna, parece encontrar remedio. Si bien es cierto que aún no se ha llegado ha obligado a la población, no es descabellado imaginar que tal vez termine sucediendo como en 1921 y todos tengamos que vacunarnos. Entonces, en la ciudad de Burgos había censadas poco más de 30.000 personas. Hoy roza las 200.000.