Convivir con rizartrosis

SPC
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Dos de cada tres personas de más de 65 años sufren la degeneración de la articulación que une el dedo pulgar a la muñeca

Ser mayor y ser mujer son dos de los principales factores de riesgo de la rizartrosis, un tipo de artrosis que afecta a la raíz del dedo pulgar de la mano. Pese a que se localiza en un único dedo, al ser el pulgar el que hace la labor de pinza con el resto de los dedos de la mano, puede resultar difícil o incluso imposible coger un objeto, mermando así seriamente la capacidad de manipulación. Según la Sociedad Española de Reumatología, dos de cada tres españoles mayores de 65 años se enfrenta a ella. 

La rizartrosis aparece con el paso de los años, cuando la articulación que une el dedo pulgar con la muñeca se degenera. Se da además con mayor frecuencia en mujeres cuando les llega la menopausia, sobre todo si han desempeñado trabajos manuales de manera prolongada en el tiempo. Aparecen entonces síntomas como dolor, rigidez o la limitación de la movimiento, que entorpecen o imposibilitan la realización de actividades en las que participe el pulgar, como pellizcar, sujetar objetos o hacer el gesto de pinza lateral. Además, como explica el doctor Julio Maset, médico de Cinfa, «cuanto más avanza, más fuerza pierde el dedo y mayor es la destrucción y deformidad de la articulación. En consecuencia, movimientos que hemos hecho durante toda la vida sin apenas darnos cuenta empiezan a resultar muy difíciles o imposibles de completar». El paciente puede llegar al punto de no ser capaz de desabrocharse los botones, escribir durante varios minutos, escurrir una bayeta, cortar con tijeras o tender la ropa usando pinzas. Además, la repetición de estos gestos al llevar a cabo tareas tan cotidianas como preparar la comida o vestirnos y desvestirnos puede agravar los síntomas.

Dado que se trata de una enfermedad degenerativa, y aunque la cirugía puede dar buenos resultados en casos que ya lo requieran, el tratamiento se basa en aliviar el dolor y frenar parcialmente su avance mediante fármacos analgésicos y antiinflamatorios -siempre bajo prescripción médica- y el uso de muñequeras, órtesis y férulas que ayuden a descansar la articulación. También existen programas de ejercicios que potencian la musculatura de la mano y su movilidad.

Por ello, Maset insiste en que «es importante detectar la rizartrosis lo antes posible, ya que suele avanzar lentamente y en brotes». Por otro lado, la persona afectada no debe olvidar que está en su mano convertir su día a día en un tratamiento para su enfermedad o, por lo menos, para ayudar a controlar los síntomas. Para ello, debe identificar las actividades y gestos diarios que mayor dolor le provocan y modificarlos o adaptarlos en la medida de lo posible.