La irrupción de una nueva variante del coronavirus, la ya tristemente famosa ómicron, ha puesto de nuevo en jaque el negocio de las agencias de viajes de Burgos, que arrastran 14 meses sin apenas ingresos y la mayor parte de su personal en ERTE con la alarma sanitaria. Las ventas han quedado paralizadas desde el pasado 20 de noviembre, cuando se anunció el cierre de las fronteras austriacas al turismo por la expansión de los contagios. La campaña de viajes de novios o grandes rutas internacionales permanece congelada a la espera de conocer la evolución de la enfermedad.
El coronavirus, explica Icíar Blanco, presidenta de las agencias de viajes de Burgos (ABEAV), ha terminado con las reservas anticipadas de vuelos y estancias a largo plazo para buscar los mejores precios antes del 31 de diciembre, como se estilaba hace tres años antes de la alerta sanitaria. Es más, ni la apertura de los Estados Unidos a los visitantes -que ha generado muchas peticiones, aunque pocas reservas ejecutadas- ha podido con el miedo a los rebrotes. «No tenemos clientes y tampoco preguntan... A nosotros nos da miedo vender por temor a volver a las cancelaciones y a las devoluciones de dinero, algo que, por ahora, no ocurre».

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