Un mercadillo que languidece

B.G.R.
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Tan solo cinco puestos funcionaban en la cita de la avenida de Castilla y León. En los últimos meses se ha producido un aluvión de renuncias porque «pagar la tasa no compensa»

Fue el pasado mes de septiembre cuando se permitió un día más de mercado para compensar las restricciones de aforo del resto. - Foto: Alberto Rodrigo

Apenas cinco puestos se veían en el mercadillo textil de los jueves de la avenida Castilla y León. A las once y media de la mañana el trasiego de clientes era mínimo, mientras los vendedores no cejaban en su intento de atraer con sus ofertas a los viandantes. Esta cita comercial se puso en marcha en septiembre para compensar las limitaciones de aforo de la del domingo y que los comerciantes pudieran alternar su presencia en una de las dos jornadas. Sin embargo, la del jueves va decayendo según pasa el tiempo tras la renuncia de la inmersa mayoría al «no compensar los gastos con las ganancias».

En una jornada normal, y siempre que la meteorología lo permita, la caja apenas supera los 30 euros, nada que ver con el domingo en la misma ubicación, que «si funciona un poco puedes salvar la semana», apuntaban los vendedores, sin explicarse el porqué de la escasa afluencia de clientes. Salvador Gabarri o Bernardo Jiménez, veteranos en esta actividad, intentaban encontrar alguna explicación, como que aún es un mercado desconocido por el público, frente a la solidez y consolidación de los otros tres; los miércoles en el parque de los Poetas, el viernes en el paseo del Empecinado y el domingo en la avenida Castilla y León. Y a ese argumento añadían el hecho de que haber tan pocos puestos resulta menos atractivo para los clientes.

«Continuamos porque necesitamos comer y lo poco que hagas al menos es algo», señalaba Bernardo junto a su mujer Estrella, que se dan de plazo hasta que pase el verano para ver cómo evoluciona. La misma respuesta ofrecía Salvador. «No me queda otro remedio y en casa parado no llega el dinero», aseguraba, agregando que al estar cerca de su residencia evitaba el gasto en combustible de tener que desplazarse a la provincia.

Este último mantiene la esperanza de que la cita comercial termine de arrancar, aunque también planeta otras alternativas compartidas por sus compañeros. Por un lado, que el Ayuntamiento no les cobre la tasa por ocupación de vía pública y, por otro, la posibilidad de que «los pocos que quedamos podamos trasladarnos al mercado de verduras del sábado», donde hay un mayor movimiento de gente.

Los dos calificaron este año como «catastrófico», con una pérdida de facturación de más del 50% en comparación con ejercicios anteriores, recordando los meses en los que no pudieron trabajar por la pandemia. «Nunca he vivido una situación como esta», se lamentaba Bernardo, mientras Salvador confía en que «con las vacunas se pueda pasar ya todo esto».

La Asociación de Vendedores Ambulantes atribuye las numerosas renuncias (llegó a haber 70 puestos) al cobro de dicha tasa. «Cuesta más lo que pagamos que lo que sacamos y no estamos para pérdidas», explicó su presidente, Enrique Jiménez, quien aseguró que fue hace un par de meses cuando se les comunicó dicho pago a año vencido. De hecho, avanzó que la entidad ha solicitado una reunión con la concejala de Comercio, Rosa Niño, para abordar esta cuestión puesto que, según añade, «en un principio se nos dijo que estábamos exentos para compensar las pérdidas y las restricciones que tenéis en otros mercadillos», ya que  «solo el del Empecinado está al 100% de su capacidad».