El rosa

@LouMatilla
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"No hago más que ver campañas que para nada identifico conmigo y con mi enfermedad"

Ese presentimiento que tienes en el cuerpo cuando sabes que vas a tener que salir corriendo a vomitar pero decides hacer un esfuerzo y esperar un poco más a ver si se te pasa. Todo está revuelto por dentro, lo notas. Hay un nudo que va desde tu estómago hasta la garganta y cada minuto te presiona más y más. Al final… carrera hacia el baño, era inevitable: otra vez las náuseas.

Tienes la sensación de vivir en un auténtico vaivén de sentimientos y te cuestionas si vas a poder aguantar todo lo que falta aún porque además del malestar físico, empieza a afectarte que tu hija tenga que estar presenciando estas idas y venidas de estar bien y estar mal.

Los dolores musculares y el cansancio han regresado también: ya estamos todos. Es increíble cómo puede llegar a doler el cuerpo, te pasas la mano por la cara, por los brazos, las piernas y duele. Simplemente el roce te hace sentir dolor.

Todo es injusto, ese es el pensamiento que tienes. Te has preguntado ya tantas veces ¿por qué?, que ya ni siquiera tiene sentido que lo hagas ni una más. Las cosas están como están.

Está bien. Lo aceptas. Van a ser unos días de infierno, hasta que se pase, que pasará: eso es lo único positivo. Y cuando pase… será una menos.

Y mientras en la tele y en internet todo es rosa, todo el mundo se vuelca este mes con la lucha contra el cáncer de mama y yo no hago más que ver campañas que para nada identifico conmigo y con mi enfermedad. Está muy bien el fin que persiguen: el de la recaudación de fondos para la investigación (aunque también deberían incidir más en la importancia de la detección precoz). Sí, eso me gusta, es positivo, pero nadie se ha parado a pensar en cómo nos hacen sentir a nosotras esos anuncios en los que lo único que vemos son chicas esculturales, perfectas, con un pañuelo rosa colocado de manera milimétrica sobre sus largas melenas y con enormes lazos rosas recorriendo sus preciosos cuerpos casi llamados a la pasarela.

Pues no, mi cuerpo no es así y yo soy la que tiene el cáncer. Yo no soy modelo, mido poco más de metro y medio, tengo mis curvas, mis cartucheras, mis michelines y esas estrías que se quedaron a vivir conmigo después de haber sido madre. Y no tengo una larga melena, no. La perdí con la quimioterapia, ¡¡así que no me muestren modelos sonrientes con un estupendo pelazo ni sujetadores de encaje y con aros!! Lo primero que dejamos de usar las pacientes con cáncer de mama son los sujetadores con aros. ¿Cómo me voy yo a identificar con esto?

Bueno, ni yo ni ninguna mujer que esté pasando por esto. Así que aquí me quedo, con mis náuseas, mi calva cabeza y mi cuerpo dolorido esperando que alguien vea el spot de la AECC 'Historia de un abrazo' y venga a darme uno, que eso sí que lo identifico conmigo.