¡23.000 de titos! ¡Oído cocina!

A.S.R.
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Los miembros de la Cofradía de San Antón se ponen el delantal y se afanan en tener listos todos los ingredientes para la preparación y reparto de este plato mañana en el pueblo antiguo de Gamonal

Cofrades y amigos volvieron a arremangarse ayer en la sede para tener todo preparado para el reparto de los titos. - Foto: Valdivielso

Un olor indescriptible se apodera de la pituitaria al abrir la puerta de la sede de la Cofradía de San Antón. Son las cinco de la tarde, quedan dos días para que, un año más, esta sociedad masculina nacida en 1502 viva su gran día, y todo está listo. Las 17 perolas, relucientes. Los 9.000 kilos de leña, prestos a arder. Los sacos con los 2.250 kilos de titos de Villasidro, apilados y a resguardo. Los 450 kilos de cebollas, en sus cajas. Los 3.000 pimientos calahorranos y las 3.000 guindillas secas, colgadas en la despensa. Son los 300 kilos de ajos, algunos aún a remojo, los que a esa hora ocupan a los cofrades y a voluntariosos amigos en el piso superior. 

Llevan buen ritmo, se nota la práctica (el porrón de clarete también ayuda). Y es que muchos han mamado esta tradición. Es el caso de José Luis Martínez, el cocinero. A sus 65, es cofrade desde los 19 años. El destino estaba escrito. Su padre, Julián, y su abuelo Florentino lo fueron antes que él (está por ver que lo hagan sus hijos). Aunque antes de lucir la insignia ya recuerda acercarse con su lata de escabeche a por su ración de titos a las antiguas cuadras. Para él, igual que para el resto de integrantes de este ancestral grupo, estos días son los más importantes del año. También Las Candelas, durante las que entregarán el Tito de Oro a la Asociación contra El Cáncer, pero San Antón que no se lo toquen. 

No se necesita haber ganado Masterchef ni ser discípulo de los Roca para preparar los titos. La receta es sencilla, solo exige tiempo y paciencia. Hoy por la mañana se pondrán a remojo los también llamados muelas o albadalejos. Mientras la legumbre se queda en agua, los 31 cofrades, encabezados por el prior, Tomás Crispín, cargo que se renueva cada año, celebrarán las vísperas en la Real y Antigua. 

Y amanecerá el viernes. A las ocho, al son de las campanas del templo cuya sombra los ampara, se prenderá el fuego. Tras la misa y la bendición de los animales, sobre la una y media, empezará el reparto de las 23.000 raciones, momento cumbre de una cita que el año pasado inició una campaña en Change.org para ser declarada Fiesta de Interés Turístico Regional.