La consejera de Sanidad, Verónica Casado, defendió ayer que Burgos, Ávila y Zamora lideren el proceso de desescalada en Castilla y León porque, con variaciones entre ellas, son las que menor incidencia tienen de la enfermedad del coronavirus, la covid-19. Burgos es, de hecho, la provincia que más tiempo lleva con varios centros de salud en los que no se diagnostica ningún nuevo caso de infección por SARS-CoV-2 y, lo más importante, todos los indicadores clave llevan días apuntando hacia una ralentización en todos los sentidos:nuevos diagnósticos, hospitalizaciones, enfermos críticos y, aunque con menor intensidad, también en la mortalidad. Ayer, no obstante, fallecieron tres personas, dos en residencias de ancianos y una en el HUBU.

Casado afirmó con vehemencia en su comparecencia telemática diaria que «entramos en una nueva fase» y, aunque defendió que el proceso de recuperación de algo de normalidad no debe convertirse en una competición entre provincias, reiteró que «Zamora, Ávila y Burgos son las que están mejor».

La situación entre territorios no es del todo comparable ni por población ni por incidencia ni prevalencia de la enfermedad. Zamora ha sido la provincia menos afectada de Castilla y León en todo momento, Ávila tuvo algún pico al comienzo por la proximidad con Madrid pero enseguida se estabilizó y Burgos, en cambio, fue la primera en la que la pandemia explotó con intensidad: tuvo focos de contagio incontrolados en Miranda y en la capital antes de la declaración del estado de alarma y durante varias semanas también lideró la estadística de nuevos contagios, casos hospitalizados y pacientes críticos. Lleva, más o menos, una semana de adelanto con respecto al resto de las otras cuatro provincias más pobladas de la Comunidad Autónoma y de ahí que su evolución se haya estudiado con lupa.

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