Terradillos de Esgueva quiere poner nombre a su páramo. Y pretende hacerlo involucrando al mayor número de personas posible. Jóvenes y mayores. Vecinos y forasteros. No importa. La cuestión es sumar cuantas más ideas mejor.

No es un páramo normal y corriente. El suyo, como explica María Jesús Iñíguez, secretaria de la Asociación Cultural La Iluminaria, marca la personalidad de quienes lo atraviesan. "Hace dura a la gente del Esgueva. Es el páramo de los fríos y los calores, de los estorninos y el alcaraván. Subimos a él, bajamos. Es una frontera, una dificultad añadida. Pero también ofrece unas vistas maravillosas", indica.

En total, el páramo abarca unos 26 kilómetros cuadrados, comprendidos en cuatro términos municipales: el apéndice de un kilómetro de ancho en Torresandino, una tercera parte de su extensión en Villatuelda y otra tercera parte en Terradillos, poniendo el límite en la carretera BU-130 que une Cabañes de Esgueva con Sotillo de la Ribera, donde logra una anchura de cuatro kilómetros. Además, frente a los 850 metros de altitud de la Ribera del Duero, las dos mayores elevaciones del páramo alcanzan los 958 metros.

La iniciativa del nombre persigue un doble objetivo: evitar que ciertos términos caigan en el olvido. Desde la asociación tienen claro que ese logro sólo lo pueden conseguir a nivel colectivo: "Queremos que los jóvenes impliquen a sus abuelos. Con la disculpa de buscar un nombre, se esconde la salvación de esta memoria".

El plazo para participar termina el 20 de enero. Dos lingüistas seleccionarán diez y después habrá votación popular en febrero.