Los hosteleros rechazan las medidas y abrir el 11 de mayo

R.E.M.
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Los establecimientos burgaleses, empapelados con carteles de «se traspasa» para mostrar que iniciar la actividad resulta inviable

Múltiples bares y restaurantes de la ciudad llenan con carteles de protesta sus fachadas. - Foto: Valdivielso

La hostelería burgalesa cuelga el cartel de «se traspasa». Numerosos  establecimientos de la ciudad se han sumado a la protesta por las medidas de desescalada impuestas al sector y en sus fachadas se podía leer un S.O.S. por la situación en la que quedan como consecuencia de la crisis del coronavirus. La mayoría coincide en que la reapertura resulta «inviable» con estas condiciones y «prácticamente nadie» abrirá el día 11 de mayo. A pesar de que hace unos días se anunciara que las terrazas podrían ocuparse al 50% desde la fase 1 en lugar de al 30%, se ve insuficiente ya que gran parte de los locales que cuentan con terraza en Burgos cuentan con 10 o 12 mesas en el exterior.

Fernando de la Varga, presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería de Burgos, explica que el principal problema con el que se han encontrado es que no les han dado ningún protocolo sanitario para empleados y consumidores, lo cual considera básico para proteger y dar confianza a ambos. Por otra parte, está el aspecto económico. Desde este lunes pueden abrir establecimientos que sirvan comida para llevar y una semana después, las terrazas con la mitad del aforo, aunque la mayoría de hosteleros descartan iniciar aún su actividad. «Abrir para tener todavía más pérdidas significa ir a la ruina en un plazo de tiempo bastante más corto», expone.

En una situación de incertidumbre se encuentra Luis de Miguel, dueño de La Jaula de Grillos, en la plaza de Roma, que aún no sabe qué hará, puesto que él puede utilizar hasta 21 mesas, una cifra bastante más alta a la de la media. Sin embargo, con todos los compañeros de la zona con los que ha contactado le han asegurado que no les sale rentable ni teniendo sus terrazas al 50%. Con estas medidas, calcula que un 90% de la hostelería de la zona de Gamonal aún no volverá.

«La idea es mantenernos cerrados porque para nosotros es lo menos malo en esta situación», manifiesta Roberto Alonso, del Rimbombín, en la calle Sombrería, compartiendo así la opinión de sus compañeros. Y es que no acaba de ver clara una apertura a corto plazo, ni tampoco se plantea una fecha para volver en estos momentos. Lo que sí han conseguido es reducir al mínimo los gastos y por ello resulta imposible que se planteen abrir con 22 personas en nómina.

Pubs y discotecas no podrán abrir hasta la fase 3 y solo con un tercio del aforo. Héctor Llorente, de La Graciosa, considera que será complicado volver con esta condición ya que podrán reunirse solo 25 personas en el local y por ello también se plantea hasta seguir cerrado porque le permite dominar los gastos, algo imposible con los costes de luz, cuatro camareros... Entre las medidas que prevé se encuentra la de utilizar máquinas de ozono, ya que no tendría ningún sentido usar mamparas en un bar de este estilo.

En los llamativos carteles de protesta (con colores rojo y negro) distribuidos a lo largo de toda la ciudad también se recuerda que son 1,7 millones en España, suponen el 6,2% del PIB nacional, que contribuyen al desarrollo del sector primario y que trabajar sin descanso es su arma.

Fueron los primeros en bajar la persiana a mediados de marzo y probablemente serán uno de los últimos en subirla. Los hosteleros son pilares básicos de la economía burgalesa, pero la crisis sanitaria les ha golpeado con dureza y, con incertidumbre, se mantienen a la espera de cualquier cambio en las medidas impuestas por el Gobierno al sector para poder reabrir con la máxima seguridad.