Los discursos políticos actuales tienen como objetivo fundamental lograr el titular relevante en los medios de comunicación y no el contraste de ideas o de propuestas sobre los asuntos que preocupan a los ciudadanos. Cada político cuenta con su propio rebaño y sus particulares corifeos, de forma que diga lo que diga ni moverá un ápice las voluntades que le son adversas ni disminuirá el entusiasmo de los entregados a la causa. Los discursos son consustanciales a la teatralización de la vida pública, sin que persigan otra cosa que dirimir ajustes personales entre los actores. En ese contexto de realidad impostada llegó Pablo Casado a León para clausurar la convención de presidentes provinciales y autonómicos del PP. Y como tal acontecimiento se desarrolló en León el mismo día en que los leonesistas de la UPL celebraban su Congreso, se vio obligado a decir algo sobre el tradicional discurso segregacionista de los vecinos. Dijo Casado que el PP representa el «castellanoleonesismo útil que no confronta con nadie» y acusó a Pedro Sánchez de «discriminar a Castilla y León». «No nos conoce -retó al presidente del Gobierno- si piensa que puede humillarnos, olvidarnos, sabemos defendernos y lo vamos a hacer».
Además de feo, es arriesgado escupir para arriba. Apenas 48 horas después, la Asociación Nacional de Autónomos denunciaba que Castilla y León ha liderado el ranking de ineficacia en la gestión de las ayudas covid destinadas a la Hostelería. El 'castellanoleonesismo útil' ha devuelto 180 millones de euros de los 232 que le correspondía distribuir para compensar las pérdidas provocadas por la pandemia. Tres de cuatro euros asignados. En el cómputo nacional, se devolvieron uno de cada tres euros, 2.500 de un total de 7.000. No es que los demás puedan laurearse como eficaces, pero ocupar el primer puesto en tan lamentable lista es para hacérselo mirar. Desolador. De nuevo el cáncer de la burocracia. Un asunto que parece que todo el mundo se toma a título de inventario, como el mal que no tiene remedio desde el Siglo XIX y al que puso tilde Larra con aquella frase del 'vuelva usted mañana'. Lo hemos asumido como maleficio imponderable, sin solución. Grave es que el conformismo justifique la inutilidad.