El debate sobre si la política está bien o mal pagada siempre podrá estar abierto a discusión. Lo que no es interpretable es que los representantes públicos del Ayuntamiento de Burgos disfrutan ahora de una recompensa económica mucho mayor de la que recibieron sus antecesores. De manera indistinta para quienes tienen responsabilidades de Gobierno que para quienes desarrollan su papel en la oposición. De eso se encargó, con mucho empeño, la actual Corporación al principio del mandato. A las pocas semanas del Pleno de investidura se alcanzó un pacto que, sin entrar en sus matices, ha servido para que en los dos primeros años de legislatura el alcalde y el resto de ediles hayan percibido más de 1,5 millones de euros brutos entre dedicaciones exclusivas y parciales y por asistencias a plenos, comisiones, juntas de Gobierno o consejos de administración de las empresas municipales.

La subida de las retribuciones no ha sido precisamente simbólica ya que esos 1,5 millones desembolsados entre julio de 2019 y el mismo mes de 2021 suponen un incremento de cerca del 70% respecto a los 918.550 euros que salieron de las arcas municipales para pagar a los corporativos en los años 2017 y 2018 (cuando se comenzaron a publicar los datos, por imperativo legal, en la web municipal).

(Más información y la cuantía de cada uno de los 27 concejales, en la edición de papel de hoy de Diariod e Burgos)