Es el momento, es el lugar

H.J.
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Los propietarios lo definen como «el mejor solar comercial de la ciudad» y creen que el bloqueo de otros proyectos como el de Bogaris les facilita posicionarse en el mercado

El parque comercial de Inbisa-Villafría, uno de los que se quedó en el camino. - Foto: Jesús J. Matí­as

A lo largo de los últimos años, la capital burgalesa ha vivido varios intentos de creación de nuevas zonas comerciales a las afueras, pero por motivos muy diferentes ninguno ha terminado de cuajar o se encuentran todavía en fases preliminares. Más allá de supermercados medianos o iniciativas puntuales en los polígonos industriales (reconversión de las naves de Pentasa o la reciente tienda de Bricomart), las grandes superficies siguen limitadas a las tres que salieron adelante entre finales de los 80 y los 90 : el viejo Kanguro-Pryca (ahora Hipercor), el antiguo Continente (Carrefour) y el primitivo Jumbo (actual Alcampo).

Hace unos años sonó con fuerza el proyecto que Inbisa quiso desarrollar en Villafría, al pie de la N-I, y recientemente han corrido ríos de tinta sobre la pretensión de la sevillana Bogaris de comprar una gran parcela en la cuarta fase de ampliación de Villalonquéjar.

Sin embargo, la primera quedó descartada y la segunda no tiene tampoco buena pinta, después de que haya solicitado ya hasta cuatro prórrogas al consorcio de gestión del polígono, la última de las cuales sigue pendiente de respuesta. 

Así, los propietarios del futuro centro comercial junto a Carrefour (ni siquiera tiene nombre propio todavía) creen que están ante «una ventana de oportunidad» que les anima a sacar adelante el proyecto, teniendo en cuenta también que para cuando esté listo, dentro de varios años, habrá pasado la crisis sanitaria y económica. Están convencidos, además, de que están ante «el mejor solar comercial de Burgos», con unos flujos de compradores consolidados desde años en ‘El Mirador’ y en el vial que da acceso directo al Hospital, al polígono industrial de Villalonquéjar y que resulta fundamental en las conexiones entre la zona del G-3 y Fuentecillas.

Además, los dueños del terreno son burgaleses, lo que a su juicio imprime un «carácter local» a la iniciativa, que al menos en la fase primigenia de su puesta en marcha no dependería de trámites exteriores aunque todavía está por definir cómo se comercializaría y quién sería el operador, o incluso si interviene algún fondo de inversión para dotarle de músculo financiero. Son muchas cuestiones por resolver pero todo viaje, por largo que sea, comienza con un primer paso.