Si los alumnos no van al MEH...

ALMUDENA SANZ
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La prohibición de salir de los centros escolares lleva al Museo de la Evolución Humana a 'colarse' en ellos con visitas didácticas online en directo adaptadas a distintos niveles, de Infantil a universitario, y con una oferta a la carta

Los ‘nuevos’ recorridos escolares implican a dos educadores. Goitzane Alonso condujo la visita mientras Miguel Ángel Pérez se encargó de la conexión. - Foto: Patricia

En el IES Cardenal Pardo Tavera de Toro toca excursión escolar al Museo de la Evolución Humana (MEH). Los alumnos de 4º de la ESO emprenden un viaje a la cuna de la humanidad. Pero ni ellos han madrugado más que cualquier día para cubrir la distancia desde la localidad zamorana ni la algarabía de la chiquillería rompe el silencio casi sepulcral que reina en las instalaciones diseñadas por Navarro Baldeweg. Y, sin embargo, una educadora los conduce por los hallazgos de Atapuerca y pone a prueba sus conocimientos científicos, los estudiantes la interrumpen con curiosidades, se hacen preguntas y se exponen respuestas... Casi, casi, como si los chavales estuvieran frente a los fósiles de la Sima de los Huesos y no a 200 kilómetros. 

La pandemia obligó a los museos a ponerse al día en tecnología para acercarse a su público. Muy especialmente al escolar, que, de momento, tiene prohibidas todas las salidas. Para cubrir esta carencia, el MEH ha puesto en marcha este otoño unas visitas didácticas guiadas adaptadas a los distintos niveles, desde Infantil a universitario, que se realizan en directo a través de Teams, una plataforma habitual en el ámbito educativo. 

Las propuestas son a la carta. Hay tres platos en el menú: Exposición permanente, que brinda una visión general con atención especial a todo lo que rodea Atapuerca; Miniguías educativas, con 23 opciones que se centran en un aspecto muy concreto como Darwin, el descubrimiento del fuego, Atapuerca...; Las mariposas del alma. Don Santiago Ramón y Cajal, sobre la muestra que se acaba de inaugurar. Y hasta esta semana, que se ha clausurado, se incluía Aída. El Egipto soñado

El recorrido empieza puntual. El reloj da la una y Goitzane Alonso, la educadora que ese día conduce la actividad, inicia su explicación. La sigue Miguel Ángel Pérez. Le basta un móvil y un trípode para que los estudiantes sientan que están a orillas del Arlanzón. Goitzane tiene hilo directo con ellos. Escucha y contesta a sus cuestiones al momento, atiende sus peticiones como la de ponerse junto al tigre dientes de sable para comparar su tamaño, los reta a adivinar para qué se usaba el percutor hallado en Galería... 

Los alumnos la siguen en el aula. Distancia de seguridad, mascarilla y ventanas abiertas. 

Un tercer educador sigue la sesión desde una sala de control, con contacto directo con su colega, para que la conexión se produzca sin sobresaltos y todo resulte fetén. He ahí uno de los hándicap: la precaria conexión que aún hay en algunos puntos de España. Pero, salvo excepciones, la tecnología acorta distancias y reciben a alumnos de puntos tan dispares como Tenerife, Madrid, Barcelona... y toda Castilla y León, incluso de Burgos. 

Desde su despegue el pasado 2 de noviembre, han participado 41 grupos (808 alumnos), de los que 24 eligieron la exposición permanente, 11 la de Aída... y 6 alguna de las miniguías. Y las reservas van viento en popa: 23 aulas se adentrarán en la general, 3 en la de Ramón y Cajal y 8 profundizarán en alguna de las miniguías. 

«Es una visita muy dinámica. En cualquier momento pueden interrumpir y nosotros contestamos sus dudas, atendemos sus sugerencias...», comenta Laura Juez, del grupo de educadoras del MEH. «Todo tiene pros y contras. De esta manera, pierdes el diálogo directo, que es muy enriquecedor, pero te permite desarrollar contenidos y fijarte en detalles que en la presencial pasas muy rápido. Además, pueden grabarlo y usarlo como recurso», completa su colega Celia Mahave.

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