¿Cómo prevenir los daños del conejo a la agricultura?

SPC
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El proyecto Preveco analiza las medidas que pueden reducir los destrozos de estos lagomorfos en los cultivos. Los implicados cuentan cómo afrontan el problema

¿Cómo prevenir los daños del conejo a la agricultura?

La relación de la agricultura y la ganadería con la fauna salvaje es, en ocasiones, complicada. Los cultivos se desarrollan en entornos complejos, con circunstancias cambiantes a las que los productores tratan de adaptarse con diversas técnicas y estrategias. Pero, en ocasiones, hay factores que provocan graves complicaciones a los agricultores y cualquier forma de abordar el problema de los cultivos parece insuficiente, o directamente inútil.

El conejo es una especie autóctona de la Península Ibérica, muy prolífica y terriblemente abundante en algunas áreas, en las que los cultivos sufren importantes pérdidas al servir de alimento a este herbívoro. Más del 40% de los daños pagados por Agroseguro a causa de la fauna salvaje se achacan a los conejos. Con el fin de abordar el problema, WWF, UPA, Fomecam y la Fundación CBD-Hábitat, con la colaboración de la Junta de Castilla-La Mancha y la Junta de Extremadura, han creado el grupo operativo Preveco, que está desarrollando trabajos en diferentes lugares de España.

Alba María Marchante Aragonés es propietaria, junto a su familia, de una explotación mixta de agricultura y ganadería. Sus tierras se ubican en el término municipal de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), junto al río Cigüela, y su actividad se centra en la producción de leche de oveja, así como de cereal y viñedo. Alba María afronta los problemas habituales de cualquier joven que emprende en la agricultura o la ganadería: bajos precios para sus productos, escasez de apoyos y exceso de burocracia.

Sin embargo, ella además sufre un problema añadido: los daños de los conejos en sus cultivos. La rentabilidad de su explotación se basa en ser lo más «circular» posible. Sus mil ovejas pastan en sus propias tierras, siempre que los conejos se lo permiten. «El problema que tenemos con los pastos es que llegan los conejos antes que las ovejas», lamenta. Asegura que este problema comienza hace unos diez años, tiempo en el que la situación ha empeorado mucho, «hasta el punto de que no podemos ni sacar las ovejas a pastar».

No solo el cereal sufre daños, en azafrán las pérdidas también son muy grandes, pues se comen incluso el bulbo; en almendros, el conejo devora hasta la corteza de los árboles y, por supuesto, los brotes. En viñedo, los conejos provocan que muchos agricultores que quieren mantener sus viñas en vaso, pues se ahorra agua, se vean abocados a subirlas en espaldera para que no se las coman. Esto provoca un consumo de agua que no sería necesario y obliga a perder la configuración tradicional.

Las soluciones que está testando el proyecto Preveco van desde la instalación de barreras físicas (vallados, pastores eléctricos) hasta barreras olfativas o franjas de alimentos de contingencia en el perímetro de las parcelas, pasando por ahuyentadores de ultrasonidos o posaderos para rapaces que aumenten la depredación sobre los conejos. Con los servicios de la empresa Fomecam, Alba María ha optado por instalar un vallado electrificado en una de sus parcelas: 1.800 euros. Los seguros no son solución, ya que en cultivos herbáceos no cubren los daños a partir de cuarto año consecutivo de destrozos.

El problema es «muy serio», como atestigua María Sánchez Seoane, secretaria de Desarrollo Rural y Agua de UPA Castilla-La Mancha. «Creemos que hay que controlar la población de conejos para asegurar el equilibrio del medio ambiente. Los agricultores producimos alimentos y tenemos que seguir haciéndolo». Sobre la caza, la responsable de UPA asegura que «puede y debe» ser un recurso más en el medio rural. «Debemos trabajar para que la situación se equilibre y puedan convivir cazadores, agricultores, conejos y toda la biodiversidad que necesitamos para que el campo esté lleno de vida».

El grupo operativo Preveco busca el éxito mediante la combinación de diversas medidas y la obtención de datos concretos para trasladarlos a la Administración. Una Administración que invierte muchos recursos para que los jóvenes se queden en el campo y debe ser sensible a las distintas problemáticas que afrontan los productores de alimentos.

Como reconoce María Sánchez, «que una joven agricultora como Alba se plantee dejar la explotación es un lujo que no nos podemos permitir. Si no se la protege, si no se la cuida, si no se garantizan unos precios justos para su explotación, si no resolvemos los problemas que los conejos le están causando, no podrá seguir. Se sentirá engañada y fracasada». El proyecto Preveco trabaja para ayudar a Alba María y a miles de agricultores que, como ella, esperan una solución.