Ketama para soñar y bailar

A.S.R.
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El flamenco fusión de los Carmona caldea otra noche fiestera más en el Espacio Atapuerca con un público más que entregado

Juan (i.), Antonio (c.) y Josemi Carmona se marcaron un cómplice baile en los primeros compases del concierto en el Espacio Atapuerca. - Foto: Jesús J. Matí­as

No están locos, aunque anoche consiguieron enloquecer a dos coreanos que por el entusiasmo y el volumen de su voz se lo contaban a alguien a miles de kilómetros; saben lo que quieren y querían venir a Burgos, echaban de menos a su gente e insistieron en ello, estaban emocionados y no se lo quedaron para ellos, a los cuatro vientos lo gritaron. Los que no están locos y saben lo que quieren son los Ketama, que pintaron con su personal flamenco, ese que lleva un poquito de todo, una noche más de música en directo en el Espacio Atapuerca, con un público entregado.

Los Carmona desprendieron buen rollito desde incluso antes de que Antonio saliera al escenario, ya estaban allí Juan y Josemi y el resto de la banda, y dijera un entusiasta "Buenas noches, Burgos". A partir de ahí, rumbita por aquí, flamenquito por allá, solos de guitarra, bailes a tres y hasta hubo lugar para un dueto dedicado a Antonio Vega. Sonó el se dejaba llevar, se dejaba llevar por ti... a dos voces, la de Antonio y la de Aroa Fernández, que quedó grabado en muchos de los móviles de un público que, la mayoría, había pasado su juventud en los ochenta y los noventa.

Junto a ese tema, las pantallas de los móviles se encendieron para registrar muchos de los momentos que dejó Ketama. He ahí el paseo que se marcó Antonio entre el público entonando el famoso Estamos tan a gustito (y es que se estaba allí muy a gustito, aunque quizás no todos), el solo que se marcó Josemi, la madrugadora Flor de Lis, el Vente pa Madrid...

Aunque de pocas palabras, sí hubo ratos para expresar la felicidad por estar en la ciudad del Arlanzón, de la que habían perdido la cuenta de la última vez que se habían encontrado, para acordarse de sus referentes y para compartir con su gente lo emocionados que estaban de subir juntos de nuevo al escenario 14 años después de su separación. Una ilusión que se palpa en el escenario y ratifican las miradas cómplices que se dedican o los bailes que se marcan. Los Ketama se lo pasaron bien y el público, también. Su vive la vida igual que si fuera un sueño, pero que nunca te digan que se pierde con el tiempo, que puso el punto final al que ayer tornó en sueño flamenco de una noche de verano, se mantiene como el mejor credo al que abrazarse.