Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


Hay película

22/11/2021

Hace unas semanas hablábamos en este rincón sobre el culebrón Rodríguez-Vigil y augurábamos que daría días de gloria. Desde entonces, este periódico ha publicado nuevos capítulos que, mal está decirlo, nos dan la razón.
Como es sabido, la película comenzó cuando este edil dimitió de sus responsabilidades cinco minutos antes de que lo cesarán porque había sospechas de un supuesto trato de favor a un hostelero local, pero siguió de concejal no adscrito. Y esto es lo nuevo:
1. La Fiscalía va a investigar el caso, denunciado por el Ayuntamiento, para ver si hay indicios de delito y lo manda al juzgado. La cosa va para adelante y eso asegura más capítulos. Además, el Ayuntamiento denunciaba un posible delito de prevaricación por omisión, y la Fiscalía ahora menciona también la posibilidad de otro más: denegación de auxilio entre autoridades, que suena fatal. Por contra, la Fiscalía pasó olímpicamente de las acusaciones, un poco genéricas, de corrupción contra el equipo de gobierno lanzadas por Vigil como defensa. De momento, pues, perdiendo.
2. Se ha podido ver a Vigil en los plenos más solo que la una, sin que nadie le diera bolilla. En cambio, no se le ha podido oír, porque no ha abierto la boca. Con lo fácil que hubiera sido desaparecer. Al final, vamos a empatizar, por pena, con el personaje.
3. Sale caro. Como es, de alguna forma, un nuevo grupo municipal se ha reorganizado todo el tinglado de comisiones y demás a las que tendrán que acudir más concejales para que sea proporcional. Y cobran por ello. Esta circunstancia tampoco le va hacer más popular entre los ciudadanos.
4. «El abogado». Este periódico publicó que su abogado, venido de Madrid, al final de la exposición de su cliente ante el letrado municipal para explicar el asunto el 2 de noviembre, y una vez apagada la grabadora, pidió insistentemente ponerse en contacto con el alcalde para «solucionar la situación». Quién no ha soñado alguna vez con estar en un despacho, o similar, y acabar la conversación soltando una frase así de poderosa, tal vez arqueando una ceja y clavando la mirada. Lo dice todo y no dice nada; es el interlocutor el que ha de entender. No me diga que no es una buena película.
Salud y alegría.