El sector de las autoescuelas, que ya acusa desde hace un tiempo la caída de la clientela fruto del envejecimiento demográfico, se encuentra completamente paralizado desde la declaración del estado de alarma. Las clases se detuvieron hace ya más de un mes, no se reciben noticias aún que despejen el horizonte y el presidente de la Asociación Provincial de Autoescuelas, Ramón Gutiérrez, asegura que en la actualidad habrá cerca de 200 trabajadores que, obligatoriamente, han tenido que ser incluidos en un Expediente de Regulación de Empleo de carácter temporal (ERTE) por el parón absoluto de la actividad.

En el sector, según relata, no solo están a la espera de saber cuándo van a poder volver a trabajar, sino que también aguardan instrucciones sobre cómo se van a tener que impartir las clases. Porque si bien las teóricas podrían celebrarse limitando los aforos y guardando las distancias, en las prácticas no queda otra salida que el profesor esté al lado del alumno para poder actuar si la situación lo requiere. Y no solo eso, en el momento de la prueba deberá de estar también el examinador y ser tres personase las que estén en el interior del vehículo. Confían en que no haya problemas si se adoptan las medidas de seguridad pertinentes pero siguen sin noticias del Gobierno.

Lo que ya están empezando a asumir es una caída de las matrículas, que Gutiérrez cifra en alrededor de un 20% si la situación no se prolonga mucho más en el tiempo.

Prefiere no hacer pronósticos sobre el futuro que luego puedan ser equivocados, pero lo cierto es que el verano está a la vuelta de la esquina y tradicionalmente suele ser la época más fuerte del año para el sector. Es entonces cuando el curso académico ha finalizado y los jóvenes disponen de más tiempo libre para poderse preparar el carnet de conducir.

El presidente de la Asociación equipara la situación en este ámbito de la formación a la de sectores como los del comercio ya que muchos negocios están parados y se encuentran ante gastos que no se detienen, como el del alquiler de locales, sin poder facturar. A eso se suma las inversiones de quienes hayan renovado equipos, vehículos... Toca esperar.