"El comercio sobrevivirá, a la gente le gusta ver y tocar"

G. ARCE
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No presiden, no representan, no quieren foco... Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. Gregorio González es uno de esos hombres y esta es (parte de) su historia

Gregorio González entró en la FEC como presidente de las peleterías y presidió el comercio regional y también estuvo presente en la confederación nacional. - Foto: Valdivielso

* Este artículo se publicó en la edición impresa de Diario de Burgos el pasado 8 de marzo.

Toda una vida dedicada al comercio. Detrás del mostrador, en familia, en los despachos, en las calles, en las federaciones de empresarios local, regional y nacional, en los tiempos de bonanza y en los de crisis (muchos más), junto a los más pequeños y también negociando con los gigantes de la distribución. Gregorio González, expresidente de la regional Conferco y mano derecha en su día de Jesús Ojeda cuando estuvo al frente de la Federación de Empresarios de Comercio de Burgos (FEC), ha participado -con su sonrisa amable y todas las ganas de hablar del mundo- en todos los frentes posibles de un sector esencial para la economía y para vida de la ciudad.

Y la cosa viene de lejos. Nació el 4 de enero de 1947 en el seno de familia de agricultores por parte de padre y de comerciantes en la rama materna. Vino al mundo en uno de los centros comerciales del Burgos de mediados del pasado siglo, la Llana de Afuera, donde sus padres -Gregorio, originario de Frandovínez, e Ignacia, de Villalonso (Zamora)- regentaban un almacén de artículos de matanza y una fábrica de quesos. Eran tres hermanos.

Gregorio hijo cursó sus primeros estudios en La Salle y a los 17 años se fue a Madrid a estudiar Lácteas, una especie de máster para perfeccionar sus conocimientos sobre la industria del queso.

A los 19 años se hizo cargo de la fábrica obligado por un accidente de circulación que sufrió su progenitor. "En aquel entonces dedicaba todo el día a trabajar en mi negocio y ahora te pasas todo el día en la oficina haciendo papeles. El crecimiento de la burocracia ha sido terrible", reflexiona.

Los pagos con Hacienda, por ejemplo, se resolvían reuniendo a todos los productores de quesos de Burgos en el edificio de sindicatos (y de las patronales entonces), el de la calle San Pablo. Los técnicos del fisco fijaban un tributo para todos por el comercio de queso durante el año "y entre todos nos poníamos de acuerdo para confeccionar una lista para que cada cual aportase hasta completar el total". "En una tarde arreglábamos los papeles de Hacienda de todo el mundo y el ingreso estaba resuelto para la fecha indicada", resume.

Trabajó en el comercio familiar hasta que se casó con María del Carmen. La fábrica de quesos se trasladó a la carretera de Valladolid y posteriormente se convertiría en una fábrica de curtidos de pieles finas.

Con el nacimiento de su hija Estefanía (luego vendría Gregorio) decidieron irse a Málaga para montar una fábrica de quesos en una sociedad familiar. Eso duró unos años. A su regreso a Burgos siguió dándole vueltas a nuevos proyectos vinculados al comercio. Abrió la Peletería Líder en la calle Santander. Más tarde, en la calle Moneda, inauguraría con su hermano Forever, una tienda de ropa joven vaquera. Finalmente, apostó por una tienda de lencería en la plaza de España, negocio que regentó hasta la jubilación.

"Toda esta trayectoria surgió en la familia. Fui vendiendo cosas diferentes, pero al fin y al cabo hay unas formas de trabajar que no cambian", reconoce Gregorio. El comercio, añade, surge para atender necesidades -"ves que la gente te viene a comprar"- y eso ocurrió con la alta peletería en Burgos. "Empecé a ver que este negocio ya no tenía futuro cuando un día le propuse a mi hija que se pusiera un abrigo de piel de los que vendíamos y me dijo que no le gustaban, ni a ella ni a sus amigas. Decidí dejarlo...".

En algún momento de esta trayectoria también irrumpieron los grandes almacenes, que vinieron a cambiarlo todo para siempre. Primero en la alimentación (los híper y los súper) y luego con todo lo demás. Al igual que está ocurriendo ahora con el comercio electrónico, el gasto de los burgaleses se centró en las grandes superficies y fue marginando al comercio tradicional.

FEC. La sindicación de impuestos en el gremio de los queseros, dinámica que vivió desde su juventud, fue la semilla para su futura participación activa en la patronal de comercio. Primero en la fundación y presidencia de la Asociación de Peleteros de Burgos, por lo que pasó a formar parte del comité ejecutivo de la FEC que entonces presidía Juan Campo. Formó también parte del equipo de Carlos Olivares, en el que conocería y entablaría amistad con Jesús Ojeda (que tomaría el relevo en la presidencia de la FEC), Rafael Pizarro (viticultor de la patronal de las gasolineras) y Alfredo Medel, entre muchos otros.

En el mandato de Carlos Olivares se construyó el centro comercial Camino de la Plata, que acogió la sede de la FEC, así como sus archivos, sus aulas y la sala de exposiciones, espacios que posteriormente se vendieron para cubrir las deudas que había contraído la organización.

"Con Jesús formamos un gran grupo. Nos reuníamos todos los días cuando cerrábamos nuestros comercios e incluso algunos fines de semana nos íbamos a una casa rural para trabajar. Teníamos muy buen ambiente, pasamos de ser un comité ejecutivo a ser una cuadrilla de amigos, con una confianza total de todos con todos y la FEC lo notó y mejoró".

Con Jesús Ojeda dio también el salto a Conferco, la Confederación del Comercio de Castilla y León, a la nacional del Comercio y también a la patronal regional Cecale. En aquellos años, el desaparecido Tomás Villanueva, como consejero de Economía y como vicepresidente de la Junta, era la contraparte, "con el que te tenías que entender...". Todavía recuerda aquella reunión en la que le afeó la encendida defensa de las cajas de ahorros de Burgos que hacía la FEC mientras la Junta apostaba por el ‘músculo financiero’, la unión de todas las cajas de Castilla y León para competir en el sector financiero. "Teníamos muy buena relación con Caja de Burgos, con José María Arribas como presidente y José María Achirica como director general. Creíamos en la libertad de empresa y defendíamos que se uniesen las cajas por criterios empresariales no por intereses políticos. A algunos no les gustó...".

Con Villanueva negociaron la Ley de Comercio de Castilla y León, y luego la de Equipamientos Comerciales y la liberalización de los horarios comerciales... "Nos intentaron convencer con sus propuestas pero nosotros no nos dimos por satisfechos y recorrimos todos los países de la Unión Europea para preguntar a las Cámaras de Comercio y a las asociaciones empresariales cómo lo estaban haciendo allí".

"Yo siempre he tenido claro que las grandes superficies hacen el gran negocio desde el primer día de su apertura, sobre todo si abren en el extraradio de la ciudad, porque les han recalificado como comerciales sus terrenos y abren galerías que alquilan al mejor precio, como si fuese la mejor calle de la ciudad. Los pequeños nunca jugamos con estas ventajas".

El problema para Gregorio no es que las grandes superficies defendiesen su negocio, lo que ve lógico, "sino que la Administración este con ellas...". "En realidad no traían empleo, un reclamo que gustaba a los políticos, porque nunca se valoraba el trabajo que generaban y el que destruían. Además, hay una particularidad, en el comercio local todos los beneficios y todos los rendimientos quedan en la ciudad, en las grandes superficies vuelan a Madrid, Barcelona o no sé dónde".

Las enganchadas con los grandes llegaron hasta Madrid, hasta el despacho de Rafael Arias Salgado, ministro de Fomento del Gobierno Aznar, autor de una ley que permitió instalar gasolineras en todas las grandes superficies, algo que contrastaba con la dificultad de un pequeño empresario para hacer lo propio. "No nos quiso recibir pero, al poco tiempo, gano el PSOE y José Montilla nos abrió su despacho de los primeros. No obstante, todo quedó en tablas...".

Paradojas del destino y de las puertas giratorias, Gregorio González tuvo oportunidad de hablar con Arias Salgado, ya como presidente del Grupo Carrefour en España y representante de las grandes superficies a las que permitió las gasolineras. "Me sentí con la libertad de poder hablar y decir lo que me daba la gana sin peder el respeto a nadie. Nunca dependí de la Administración ni de ningún alcalde sino del cliente que entra o no en tu comercio. Arias Salgado me cortó mientras estaba exponiendo mis ideas y se lo reproché. Le dije que era uno más de la mesa y que no podía estar cortando a todo el mundo. ‘Cuando hable yo, tú te callas’, le solté al exminitro y le sentó mal y nunca volvió a las reuniones...".

Se quedó tan satisfecho como aquel fin de semana que, por dos veces consecutivas (el sábado y el domingo), acudió a la Policía Local para denunciar al alcalde, entonces Juan Carlos Aparicio, por permitir las citas comerciales en los hoteles para vender prendas de piel mientras las peleterías tenían la persiana echada. "En dos ocasiones me dijeron que el Ayuntamiento había permitido estas reuniones comerciales y que no podían tramitar denuncias contra el alcalde. Pedí un justificante en ambos casos de que yo había estado en la Policía y con sendos documentos me fui a la Junta a Valladolid a denunciar al alcalde por incumplir la Ley de Comercio... No se volvieron a vender prendas de piel en un hotel en Burgos".

Online. Nuestro protagonista no ha vivido en activo la llegada del otro gigante, el comercio online, pero sí es consciente de su efecto arrasador en los establecimientos a pie de calle. "Sigo sin entender cómo pueden competir con nosotros países en los que hay tales diferencias en las condiciones salariales. O se cierran aduanas o habrá que poner algún tipo de aranceles. Es imposible competir comercialmente cuando los criterios de base son totalmente diferentes de un país a otro... Con la venta online y la pandemia esto se multiplica". Asimismo, considera lamentable que los beneficios que generan las multinacionales en unos países se trasladen a paraísos fiscales para evitar pagar impuestos. "Vivimos un manejo de fondos económicos por intereses privados que está desestabilizando todo".

Pese a todos los problemas a los que se enfrenta, cree que el comercio tradicional no desaparecerá. "Hay que tener en cuenta su componente lúdico, la vida que da a la ciudad. Si queda comercio será muy especializado. La gente quiere ver, tener entre las manos y probarse lo que compra. Todavía, como en los tiempos de la fábrica de quesos, vale mucho el trato personalizado y el que te conozcan. Sí, hay mucho supermercado pero cuando quieres algo especial vas a la delicatessen...".

Burgos tiene un comercio "muy potente, como nuestra industria. Aunque veo la ciudad en desaceleración". "Me apena ver a políticos tremendamente reivindicativos con los gobiernos que no son de su partido. Así nos ha pasado con gobiernos de diferentes colores en Madrid y Valladolid".