El trance de arrimarse a Bildu

H. JIMÉNEZ
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Dirigentes históricos del socialismo burgalés valoran de maneras muy distintas la estrategia de pactos y acercamientos entre el Gobierno y la izquierda abertzale

Leonisa Ull, José María Jiménez, Juan José Laborda y Octavio Granado.

Hace solo nueve años que la banda terrorista ETA anunció el cese definitivo de la violencia. Menos de una década que todos los concejales del Partido Socialista de Euskadi vivían amenazados y se jugaban el pellejo a diario por defender sus ideas en una comunidad autónoma de un país miembro de la Unión Europea cuya democracia llevaba asentada desde 1978.

Es tan poco tiempo para olvidar que nadie debería extrañarse de que Bildu no pueda ser considerado todavía un partido ‘normal’ porque sus antecesores políticos, Herri Batasuna, ejercieron durante décadas de brazo político etarra. Nunca condenaron y por lo tanto justificaron las acciones criminales que hacían del País Vasco un territorio marcado por el sufrimiento y la tensión social.

De ahí que en las últimas semanas, y ante la negociación del Gobierno para sacar adelante en los presupuestos, a más de un socialista histórico le hayan salido sarpullidos al saber que Bildu pretende aprobarlos y al conocer que, casualmente, se acelera el acercamiento de presos etarras mientras la izquierda abertzale presume de que va a tumbar «el régimen».

Algunos dirigentes con gran solera del PSOE de Burgos expresan en estas páginas sus dudas, cuando no su rechazo directo, a los pactos o acuerdos con Bildu. Pero también hay quien apela a las matemáticas parlamentarias para justificar que el Gobierno de Sánchez necesita apoyos, mientras confía en que no habrá «contrapartidas».

Leonisa Ull, Juan José Laborda, Octavio Granado y José María Jiménez aportan aquí sus visiones. Este periódico trató también de recabar la de Ángel Olivares, exalcalde de Burgos, exdirector general de la Policía y exsecretario de Estado de Defensa, quien respondió con un lacónico «prefiero no opinar».

Leonisa Ull, exalcaldesa de Aranda de Duero: «Estoy convencida de que no ha habido contrapartidas por parte del Gobierno» 

Leonisa Ull defiende al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a capa y espada «porque está haciendo lo que tiene que hacer para sacar los presupuestos adelante. Lo importante ahora es eso, que se aprueben, porque España está en un momento muy difícil», y además descarta que existan compromisos entre Moncloa y la izquierda abertzale.

«Estoy convencida de que con Bildu no se ha acordado ninguna contrapartida. Lo ideal habría sido que Ciudadanos apoyase las cuentas del Estado, pero se ha encorsetado con el Partido Popular y con Vox», sostiene la que también fuera diputada provincial y procuradora autonómica, ahora retirada de la política activa aunque no desvinculada de la agrupación local de los socialistas ribereños.

Mujer pionera en cargos de alta responsabilidad, lo que antes era un mundo casi exclusivamente copado por los hombres, Leonisa Ull ya experimentó las dificultades de gobernar en minoría durante su etapa como alcaldesa de Aranda de Duero a finales de los 80 y principios de los 90. Sabe lo que suponía gobernar la tercera localidad en importancia de la provincia sin gozar de los números suficientes. Quizás por eso justifica las dificultades por las que atraviesa el Ejecutivo central para sacar adelante sus cuentas.

«En Aranda nosotros ya pactamos en su día con un concejal independiente que venía del PP y con otra concejala de un partido local, y claro que no es fácil el día a día, pero funcionamos muy bien. Lo ideal sería tener siempre mayoría absoluta pero nos tenemos que ir acostumbrando a la cogobernanza», explica. Por eso Ull niega que Podemos esté marcando la agenda al PSOE, tal y como han lamentado importantes figuras socialistas a nivel nacional como García Page o Alfonso Guerra.

Ante el actual panorama político nacional, sostiene que «con el PP parece que es imposible pactar nada» e insiste en la idea de que lo fundamental es aprobar los presupuestos, que son a su vez la herramienta que nos permiten funcionar y aplicar políticas progresistas en un momento de tantísimas dificultades».

José María Jiménez, exsecretario provincial: «Me parece una barbaridad, es una jugada de Iglesias para seguir confrontando»

Nunca ha ocultado que Sánchez no es santo de su devoción. En su día encabezó el grupo local de apoyo a Susana Díaz cuando se enfrentó al actual presidente en la primarias y (él sí) se ha mantenido fiel a este principio. No es de extrañar que quien fuera secretario general del PSOE de Burgos sea especialmente crítico con la actual dirección federal del partido.

«Este presunto acuerdo con Bildu me parece una barbaridad por tres razones», enumera Jiménez: «La primera, porque no es necesario, había otras alternativas. La segunda, porque es una jugada de Iglesias, quien se saca esto de la chistera para apartar a Ciudadanos y continuar con su política de confrontación. Y la tercera, porque muchos miembros de Bildu participaron en la organización cuando apoyaba la lucha armada y los asesinatos». De ahí que insista en que «éticamente la izquierda abertzale todavía tiene que ganarse el ser considerado un partido de Estado».

En la cuestión presupuestaria propiamente dicha, «el fin no justifica los medios», apunta. Y recuerda que «fue el propio Pedro Sánchez el que no hace mucho tiempo negó varias veces que fuera a pactar con Bildu. Es lo mismo que pensamos muchos, así que ahora es él quien debe explicar por qué ha cambiado de opinión, esta era una decisión que por lógica tendría que haberse sometido a debate en el Comité Federal».

Ante la pregunta de si cree que verdaderamente hay un pacto con la formación vasca, «lo ha dicho Bildu. Y lo va a seguir explicando porque se lo va a vender a sus votantes». A esto añade Jiménez que «no puede ser  casualidad los casos de acercamientos de presos que hemos conocido en los últimos días. Y ojo, que es una medida en la que yo estoy de acuerdo pero dentro de una política penitenciaria general, no obedeciendo a otras razones».

Además, cree que «desde luego Pablo Iglesias está marcando la agenda en este asunto, con una teatralización perfectamente diseñada y con el objetivo de generar confrontación y crispación en la vida política española».

Juan José Laborda, expresidente del Senado y miembro del Consejo de Estado: «Es bajarse los pantalones ante la memoria de amigos que cayeron muertos»

Una «profunda frivolidad». Juan José Laborda utiliza varias veces ese término a lo largo de la conversación para referirse a «un acuerdo con Bildu que me parece impropio del partido en el que llevo militando más de cuarenta años. Una falta de rigor y una frivolidad de dirigentes que no están sometidos a ningún control, de un presidente del Gobierno y secretario general que no da cuentas al Comité Federal y que casi prescinde de los controles institucionales».

El que fuera presidente del Senado, secretario del PSOE de Castilla y León y que actualmente es miembro del Consejo de Estado firmó hace unos días un manifiesto en defensa del castellano como lengua vehicular en la Ley de Educación y vincula  esta polémica con la de los pactos con Bildu, «aunque posteriormente hayan querido recoger velas diciendo que no había acuerdo, lo que demuestra que tenían ciertas dudas sobre la decisión tomada».

Aunque ETA ya no cometa atentados y la vieja HB, por tanto, ya no pueda considerarse como el brazo político de una organización terrorista, «en la práctica no tienen ninguna intención de respetar el orden jurídico. Dicen querer destruir lo que ellos llaman ‘el régimen’, cuando la Constitución es pacto y convivencia». Y Laborda añade con pena: «Nunca me gusta usar este tipo de argumentos, pero yo era amigo de Enrique Casas, de Fernando Buesa, de Enrique Múgica o de Francisco Tomás y Valiente. ¿A qué viene bajarse los pantalones ahora en el tema del idioma o en el respeto a los derechos humanos y la memoria de muchos de mis amigos que cayeron muertos?».

La alternativa, a su juicio, sería «poner el contador a cero entre los grandes partidos» porque «necesitamos que se sienten todos en busca de un consenso con mayúsculas, que es como funciona nuestra Constitución», y achaca su parte de responsabilidad al Partido Popular «que también se negó a hablar con el PSOE».

Octavio Granado, exsecretario de Estado de la Seguridad Social: «Espero que transitemos hacia una mayor tolerancia sin debates bizantinos»

Quien hasta enero de este mismo año fuera alto cargo del Ejecutivo socialista subraya que «el presupuesto es lo más importante. Las prioridades, en la política democrática, se fijan en el Presupuesto, y esto permite gastar mejor, que no haya improvisaciones, y que puedan utilizarse todos los recursos. Cuando llevamos más de dos años sin presupuesto, no aprobarlo es un disparate que sufriríamos todos, y en particular los más desfavorecidos. Necesitamos un presupuesto para las empresas, para crear empleo, para que España funcione. Deberíamos estar hablando de sus contenidos, pero al parecer lo importante no es esto, sino quien lo vota, con independencia de lo que diga y lo que suponga». 

Cita a «un gran socialista, Aneurin Bevan», el minero galés que edificó el Sistema Nacional de Salud en Gran Bretaña, «quien decía que el lenguaje de las prioridades es la religión del laborismo. Quería decir que la cuestión de las prioridades no es un tema menor, es lo más sagrado, pero aquí lo sagrado parecen las formas. No es extraño, seguimos siendo el país que creo los juicios de limpieza de sangre, de cristianos viejos y nuevos, el país en el que todos en la oposición se jactan de conseguir impedir la investidura de quien gana las elecciones. Un país que desprecia las costumbres democráticas que son comunes en toda Europa, entre ellas que hay cada año una Ley de Presupuestos». 

Dicho esto, considera «asombroso que un partido como Bildu vote los presupuestos que pagan los sueldos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional. Nunca lo imaginé, y desde luego es un avance hacia la normalidad, como en su día fue un avance a la normalidad que el partido creado por los ministros del general Franco gobernara en la España democrática». 

Por todo ello concluye: «Espero que todos transitemos hacia una mayor tolerancia y que estos debates bizantinos no nos lleven adónde llevaron a Bizancio».