«Fue una alegría ver que empezaba a respirar»

I.E.
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El vigilante de seguridad del Camino de la Plata-Alcampo Rodrigo Villán Lozano estuvo rápido el lunes cuando acudió con un desfibrilador para que policías locales reanimaran a un infartado en la calle Juan Bravo

Rodrigo Villán, con el desfibrilador. - Foto: Patricia

Rodrigo Villán Lozano se hallaba el lunes por la tarde de servicio en el centro comercial Camino de la Plata. A eso de las 18,40 horas un hombre cruzó a todo correr las puertas del establecimiento, se dirigió a él y le pidió que saliera corriendo con un desfibrilador, que a un hombre le había dado un infarto y estaba inconsciente. En una columna situada tras la cafetería de la planta baja se halla uno de los dos dispositivos de que dispone el centro, lo cogió y salió a escape hacia Juan Bravo, donde dos agentes de la Policía Local llevaban a cabo maniobras de reanimación manual sobre la víctima.

Sin duda, la llegada del desfibrilador a tiempo resultó fundamental para que el hombre volviera en sí. «Ver cómo empezaba a respirar fue una alegría, una satisfacción», relataba ayer a este periódico el vigilante de seguridad, de la empresa Vectalia. Posee conocimientos de uso de este aparato, igual que otros 16 trabajadores del centro comercial, pero hasta el lunes admite que nunca había tenido que utilizarlo. Rodrigo se encargó de tomarlo y salir a la carrera con él para entregárselo a los policías municipales, quienes se encargaron de aplicárselo al hombre de 59 años, que se halla ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), en situación estable.

«Cuando llegué no estaba consciente, su cara estaba totalmente amarilla y con los ojos en blanco; me llevé una impresión tremenda», evoca Rodrigo. Una vez pasados esos primeros momentos de zozobra, se puso a colaborar con los agentes, les entregó los guantes de látex y les ayudó a colocar los parches en el cuerpo de la víctima para para poder practicarle las descargas. «Cuando recobró la respiración fue tremendo, fue cogiendo color y todos nos alegramos», comenta.

A los siete minutos llegó la primera ambulancia de Sacyl y poco después una segunda, «con lo que los médicos ya se hicieron cargo de la situación con el hombre reanimado». «Lo conseguimos y estoy muy satisfecho», añade.

Su misión en la calle Juan Bravo, frente a las puertas de los almacenes del centro comercial, también consistió en mantener alejada a la gente que se arracimó en torno a la víctima. «De hecho sus voces dificultaban la escucha de las instrucciones que va dando el desfibrilador», indica. Y es que no fueron pocas las personas que se acercaron, algunas de ellas para «grabar» la escena con sus teléfonos móviles. Rodrigo está acostumbrado a controlar estas situaciones porque suele trabajar «en eventos deportivos y musicales donde se producen grandes aglomeraciones de personas».

En el centro comercial Camino de la Plata cuentan con dos desfibriladores, uno en la planta baja y otro en el primer piso. Desde allí subrayan la importancia de disponer de estos dispositivos, «no solo para casos dentro del establecimiento, sino también en la calle».