Cuentos por goleada

ALMUDENA SANZ
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Cinco escritores burgaleses abordan su relación con este género al hilo de la antología con 43 voces de la Comunidad, coordinada por José Ignacio García, que celebra los 40 años de Ediciones Castilla

Cuentos por goleada

Confiesa José Ignacio García que se ha sentido como un director deportivo «con plenos poderes a la hora de realizar los fichajes de un plantel extraordinario». Pero en vez de sentarse en la grada, el escritor y crítico literario ha brujuleado en la biblioteca de Castilla y León en busca de los mejores cuentistas alumbrados en sus campos amarillos en las dos primeras décadas del nuevo milenio. Y esa plantilla posa orgullosa en Cuentos pendientes. Cuarenta y tres voces del cuento castellano y leonés del siglo XXI, con la que Castilla Ediciones celebra su 40 aniversario y homenajea a Elena Santiago, fallecida el pasado enero, que abre el libro con Ella soñaba.

«Ni que decir tiene que, como ocurre en el fútbol, en el corazón de cada aficionado a la lectura late una vocación de seleccionador, y alguien echará de menos algunos nombres (...). Lo que me parece difícilmente debatible es que se dude en algún caso de la categoría literaria de cualquiera de los elegidos para protagonizar esta expedición narrativa», escribe el antólogo sobre el que es el primer volumen de la colección Cuentenario, que él coordina, del sello fundado por José Antonio Rodríguez Lozano en 1981. 

García explica en el prólogo que su objetivo «ha sido el de buscar voces, nombres y formas de contar que no fueran suficientemente conocidas gracias a antologías y libros recopilatorios anteriores. Voces de primer orden que han ido madurando con el paso de los años, que quedaban pendientes de ser escuchadas (o leídas) en conjunto y que en 2021 están en plena actualidad». 

Con la frontera temporal de nacimiento en 1953 y la calidad literaria como único criterio, el entrenador anunció su lista de 43. Todos titulares. Cinco burgaleses, de nacimiento o residencia: Óscar Esquivias, José Antonio Abella, Tomás Val, Pedro Ojeda y J. M. Barbot.

No necesita presentación el autor de Inquietud en el paraíso. Esquivias (Burgos, 1972) contribuye a la victoria con Pampanitos verdes, relato que da nombre a uno de sus libros de cuentos, un género en el que se mueve con reconocido acierto. 

El ladrón y la llave es el título que aporta Abella, burgalés del 56, afincado desde hace años en Segovia, incluido en Unas pocas palabras verdaderas (y otros falsos relatos)
Nacido en tierras cidianas, pero con más de media vida fuera, sale al campo Tomás Val (Marcillo de Bureba, 1961), otro veterano del género, que a estas páginas se encarama con Teodora, publicado en su último volumen de relatos, La infancia de los pueblos desaparecidos (2019), en el que recupera al niño que asiste a la desaparición del suyo. 
El trabajo de su padre en la subestación eléctrica de Villalbilla hizo que José María Barranco, J.M. Barbot, naciera en Burgos en 1976. Pronto se trasladó a Valladolid, ciudad natal de sus progenitores, pero reconoce que tanto él como su hermano mayor, los únicos burgaleses de seis, llevan a gala serlo y procuran mantener el vínculo. Él lo ha logrado con visitas, amistades y por su profesión de arqueólogo, que lo trajo a la villa romana de Molino de Arriba (Buniel). Participa con La muerte de Carlota Braun
Con Cuadernos de la locura cierra el quinteto Pedro Ojeda, vallisoletano del 63, pero desde 1995 profesor titular de Literatura en la Universidad de Burgos. 

Los cinco salen al terreno de juego para defender seis preguntas. Sus respuestas hacen que los cuentos hoy ganen por goleada. 

PREGUNTAS: 

1) ¿Qué tiene este género que no tengan otros?

José Antonio Abella: El cuento tiene el atractivo de lo breve, de una historia con entidad propia que se puede disfrutar en diez minutos. En la novela, uno puede irse perdiendo por las ramas hasta encontrar los frutos. El cuento es el fruto mismo.

Tomás Val: Su propia especificidad, el efecto que pretende causar en el lector. No busca lo mismo el poeta que el novelista o el cuentista. Imagino que son las mismas diferencias que hay entre una sinfonía, una canción de Springsteen o una de Adele. ¿Todo es música? Sí, pero sus efectos son diversos. 

Óscar Esquivias: La inmediatez. Un cuento se lee de un tirón y transmite su mensaje de forma instantánea, ahí reside su enorme poder.

Pedro Ojeda: Tiene lo que todos los otros géneros narrativos, pero en menos páginas y, cuando se condensa bien, todo gana. Los buenos relatos breves no sueltan al lector fácilmente.

J.M. Bardot: Permite tratar una historia o un tema profundizando en todos sus matices, sin distraerte en otras tramas y extrayéndole todo el jugo; hay que jugar con la sugestión, decidir lo que se cuenta y lo que no. 

2) ¿Cuáles son las claves para escribir un buen cuento?

J.A.A.: Hay que centrarse en lo que importa y prescindir de lo accesorio. Todos los elementos y detalles han de ser piezas significantes y que conforman un todo. Por supuesto, como en toda obra literaria, el cuidado del idioma es esencial.
T.V.: Una de las características de un buen cuento es el movimiento, la historia tiene que transcurrir. No es una fotografía, ni un recuerdo ni un instante. Mucho menos una ocurrencia. Si me pongo cursi, diría más que es como un prolongado suspiro, o una profunda exclamación. Ha de ser una continuada sorpresa. Un juvenil enamoramiento que arranca de muy arriba y crece y crece.

Ó.E.: Tener buenas ideas y, sobre todo, acertar con las palabras, como sucede por otra parte con cualquier texto literario.
P.O.: Dominar los silencios. En el relato breve es más importante lo que no se dice que lo que se dice. 

J.M.B.: No sé si habrá claves, desde luego no hay normas ni trucos infalibles. Debe haber sinceridad y, desde luego, coherencia, tanto interna como externa, que no se vean las costuras ni el andamiaje y no queden cabos sueltos También es muy importante la sugestión, lo que no se llega a decir, pero se sugiere.
3) ¿Qué pecado nunca se puede cometer a la hora de enfrentarse a una obra así?

J.A.A.:  Hay que evitar incurrir en la anécdota o el chiste, algo que sucede a veces en los cuentos y más aún en los microrrelatos. Antonio Pereira, enorme cuentista, nos los explicaba en cierta ocasión a un grupo de amigos: «Subí al pajar y me clavé la aguja». Tiene su  gracia, pero un cuento es mucho más que eso.

T.V.:  El más frecuente es el de prolongarlo, el de estirar la historia. En literatura siempre, siempre, se peca por exceso.

Ó.E.: Escribir mal.

P.O.: La literatura permite cometer todos los pecados porque si se hace con la precisión adecuada, el autor se adentra en terrenos no conocidos. Lo único que no debe ser el escritor es previsible.

J.M.B.: El mayor pecado es la incoherencia, que el argumento o la trama hagan aguas o tengan huecos por donde se escape la veracidad de la historia. 
4) ¿Se le sigue considerando el hermano pequeño de la literatura? ¿Por qué?

J.A.A.:  Pequeño en extensión y en impacto comercial. Pero la gran literatura comenzó en la oralidad, lo que se contaba al calor del fuego eran cuentos. Lo que pasa, quizá, es que necesitamos llenar nuestro tiempo y dar continuidad a la emoción: por eso preferimos las series a las películas, las películas a los cortos, y las novelas a los cuentos.

T.V.: Supongo que tiene menos consideración por parte de todos: crítica, editores y lectores. No sé si es o no justo, pero sí hemos de reconocer que es más fácil escribir un buen cuento que una buena novela. Los más grandes cuentistas -Borges, por ejemplo- construyeron un universo en sus relatos. No encuentro mucha diferencia, en su capacidad de inventar mundos propios, entre él y García Márquez. Construir esa obra global es casi imposible, al alcance de pocos. Pero no un relato aislado. Otra cosa es una obra maestra.

Ó.E.: Creo que ya no, que el cuento tiene buena consideración académica. Otra cosa diferente es que tenga menos lectores que la novela.

P.O.: Es más una cuestión comercial. Parece ser que se vende menos que la novela. No tiene nada que ver con el prestigio del género. Hace mucho que sabemos de la importancia de un buen relato breve y cómo puedes encontrarlo inserto en cualquier otro género.

J.M.B.: Hay que preguntarse quién lo considera el hermano pequeño de la literatura. Y si la respuesta es el mercado, creo que eso responde a la pregunta.
5) ¿Qué escritores son sus referentes? 

J.A.A.:  Mis dos grandes autores, a los que acudo con frecuencia, son el Dino Buzzati de Sesenta relatos y el García Márquez de Ojos de perro azul y de Doce cuentos peregrinos.

T.V.: Poe, Borges, Cortázar, Chejov, Delibes, Tolstói, Chandler, Mark, Mateo Díez, Twain...

Ó.E.: Entre los cuentistas burgaleses, tengo debilidad por los relatos de Alberto Luque. De joven, me fascinaron Kipling y Buzzatti. Y si tuviera que dar más nombres clásicos y actuales, citaría a Borges, Sara Gallardo, José Ramón Ribeyro, Alice Munro, Hans Christian Andersen, Jon Bilbao, Carlos Castán, Ramón Gómez de la Serna, Cristina Grande, Carlos Marzal, Ana María Matute, Eva Puyó, Pedro Ugarte, Antonio Pereira, Emilio Gavilanes, Bernard Malamud, Flannery O’Connor, D.H. Lawrence, Somerset Maugham, Chéjov, Leskov, Tolstói… Y paro aquí, pero podría seguir.

P.O.: Por no mencionar a ningún autor vivo, diré Cervantes, que supo trasformar todas las modalidades de relato de su época y jugar con ellas; Borges, que tiene la profundidad de quien lleva toda la literatura dentro; Cortázar, que supo llevar el género donde nunca había estado antes. 

J.M.B.: Mi primer referente es Cortázar, el mayor maestro del cuento, con otros hispanoamericanos como Benedetti, Borges o Julio Ramón Ribeyro. También españoles hoy olvidados como Ignacio Aldecoa, García Hortelano o Medardo Fraile, y más actuales como Eloy Tizón o Luisgé Martín.
6) Participan en una antología de autores castellano y leoneses. ¿Es esta Comunidad tierra de cuentistas? 

J.A.A.:  Antes mencionaba al gran Antonio Pereira, pero hacer una lista de los grandes cuentistas de esta tierra sería casi imposible. La relación es larga y antigua, desde don Juan Manuel hasta cualquiera de los autores recogidos en Cuentos pendientes.

T.V.: Castilla y León tiene espléndidos cuentistas así como soberbios novelistas, cineastas, agricultores, profesores... En una tierra hay de todo y más si es tan grande y generosa como la nuestra. La vida es pródiga. 

Ó.E.: Sí, sin duda y desde siempre. En esta antología hay narradores extraordinarios como Ignacio Sanz, Pablo Andrés Escapa o Rubén Abella, además de los otros burgaleses que me acompañan. 

P.O.: Esta antología deja muy clara la diversidad y calidad de los que practican este género, muchos de ellos extrañados de esta tierra. Es así desde el origen del castellano. El problema es otro, el milagro de que puedan dar a conocer sus textos en un territorio tan extenso y tan poco cohesionado. 

J.M.B.: Hay multitud de cuentistas de primera fila, empezando por Elena Santiago, pero también maestros como Delibes, Chacel, Jiménez Lozano, Josefina Aldecoa, Llamazares, José María Merino, Luis Mateo Díez, Martín Garzo...